Por: Marco Antonio Nina Palli / Economista y politólogo
En los últimos meses se han difundido diversas encuestas de “intención de voto” con miras a las elecciones generales de 2025, las cuales presentan resultados dispares. Este hecho, naturalmente, genera cierta desconfianza hacia estos sondeos, especialmente si recordamos casos anteriores en los que este tipo de encuestas fueron utilizados para favorecer a ciertos candidatos y desprestigiar a otros. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿qué utilidad tienen realmente las encuestas si sus resultados suelen ser imprecisos? ¿Cuáles son las causas detrás de estos errores?
Estos errores en las encuestas no son un fenómeno exclusivo de Bolivia, sino que también se han observado a nivel internacional. Ejemplos destacados incluyen el Brexit en Inglaterra, las elecciones presidenciales en EEUU de Donald Trump contra Hillary y Kamala Harris; y en Argentina, entre Fernández y Macri, entre otros casos.
Si bien la encuesta es una herramienta valiosa para medir la opinión pública, su margen de error puede variar debido a diversos factores. Entre ellos se encuentran el tamaño de la muestra, que puede no ser representativa, una segmentación geográfica y socioeconómica inadecuada, y los métodos de recopilación de datos (oral, escrita, internet o telefónica), que pueden excluir a ciertos sectores mientras concentran a otros. Además, las personas que se resisten a exteriorizar sus preferencias electorales o aquellas que, por desinterés o desconocimiento, no tienen una intención de voto definida, también contribuyen a aumentar el margen de error.
“Entonces, ¿tienen alguna utilidad las encuestas de intención de voto en Bolivia? Considerando los errores que suelen presentar. La respuesta es sí, especialmente en un contexto como el de las elecciones generales de 2025, que marcan un posible cambio de ciclo político y la emergencia de nuevos actores en busca de la renovación de la clase política y sus propuestas. Y según estudios empíricos, las encuestas adquieren relevancia en estos momentos de desapego social hacia los partidos políticos, sus candidatos y propuestas, ya que permiten identificar patrones clave del comportamiento electoral”.
Para los partidos políticos y candidatos, las encuestas son herramientas clave tanto para el posicionamiento estratégico como, en ciertos casos, para reorientar sus estrategias. Por esta razón, con frecuencia los actores políticos encargan encuestas internas, destinadas exclusivamente a su análisis privado, y encuestas externas, diseñadas para su difusión pública. Sin embargo estas últimas suelen incluir errores intencionales que afectan la credibilidad de las encuestas en general. Por ello, la fiabilidad de los resultados depende en gran medida de quiénes elaboran las encuestas y de quiénes las difunden.
Por otro lado, a medida que se acerca la contienda electoral, los factores que influyen en el voto tienden a cambiar de estructurales a coyunturales. Por ejemplo, una preocupación general sobre la economía del país puede ser desplazada por el impacto de una mala respuesta de un candidato a una pregunta sobre ese mismo tema.
Sin embargo, es fundamental reconocer que los resultados de una encuesta responden a un determinado momento y a un conjunto en particular de acontecimientos. Por ello es muy probable que dichos resultados no guarden relación con las preferencias electorales de los votantes en el día de la elección.