Por: Miguel Clares / Economista
El 2025 comienza con datos alentadores para la economía boliviana, marcando un contraste con los desafíos que caracterizaron gran parte del 2024. La estabilidad y el crecimiento de indicadores clave reflejan la capacidad del país para sobreponerse a las adversidades y fortalecer sus fundamentos económicos. Estas cifras no solo generan optimismo, sino que también evidencian la solidez del sistema financiero y la efectiva gestión económica.
A noviembre de 2024, los depósitos del sistema financiero se incrementaron en un 7% en comparación al mismo periodo de 2023. Este aumento demuestra la confianza que los bolivianos mantienen en sus entidades financieras y la capacidad de estas para ofrecer seguridad y rentabilidad. Por su parte, los créditos crecieron un 4% en el mismo lapso, lo que evidencia un dinamismo saludable en la economía, con recursos que impulsan la producción y el consumo en distintos sectores.
Otro dato relevante es el comportamiento de las reservas internacionales netas, que cerraron el 2024 con un saldo de $us 1.976 millones. Esta cifra representa un aumento de $us 267 millones respecto a diciembre de 2023, cuando las reservas alcanzaron $us 1.709 millones. Este crecimiento consecutivo refleja una tendencia positiva y una recuperación gradual de un indicador clave para la estabilidad económica y la confianza internacional.
Las reservas internacionales no solo respaldan la política cambiaria del país, sino que también garantizan la capacidad de Bolivia para cumplir con sus compromisos externos y enfrentar posibles shocks económicos. Su crecimiento es una señal clara de que, pese a los desafíos internos y externos, se están tomando decisiones acertadas en materia de manejo macroeconómico.
El inicio de este año, con estas cifras positivas, genera esperanza en la población. Sin embargo no podemos obviar que el mayor deseo de los bolivianos es que 2025 sea también el año en el que se haga justicia contra quienes tanto daño han hecho al país. La aprehensión de Evo Morales, quien ha demostrado ser un obstáculo para el desarrollo y la estabilidad nacional, debe ser una prioridad. Su ambición desmedida y sus constantes intentos de desestabilizar al gobierno no pueden seguir quedando impunes.
La solidez del sistema financiero y el incremento de las reservas reflejan un escenario favorable para seguir construyendo un modelo económico sostenible. Sin embargo, el país necesita estabilidad política para consolidar estos avances y garantizar que los beneficios económicos lleguen a todos los bolivianos. El 2025 debe ser un año de unidad y trabajo conjunto, dejando atrás los intereses mezquinos que han frenado el desarrollo.
Además es importante destacar que la confianza en el sistema financiero no solo se traduce en cifras, sino también en oportunidades para la población. El crecimiento de los depósitos y los créditos impulsa el emprendimiento, fomenta la inversión y dinamiza la economía en su conjunto. Este círculo virtuoso es esencial para superar los retos pendientes y proyectar un crecimiento más robusto en los próximos meses.
El desafío ahora es mantener y potenciar estas tendencias positivas. Esto requiere no sólo una gestión económica responsable, sino también un ambiente político que favorezca el diálogo y el consenso. Bolivia no puede permitirse más divisiones internas ni sabotajes que pongan en riesgo los avances alcanzados.
A medida que avanza el año, el Gobierno tiene la responsabilidad de seguir fortaleciendo las bases económicas y sociales del país. La población, por su parte, debe mantenerse vigilante y exigir justicia y transparencia en todos los niveles. Solo así podremos convertir estas buenas noticias en un punto de partida para un futuro más próspero.
El 2025 comienza con promesas y desafíos. La tarea de todos los bolivianos es aprovechar este impulso inicial para construir un país más sólido y justo. Que las buenas noticias económicas sean el preludio de un año en el que prime la estabilidad, el crecimiento y, sobre todo, la justicia para quienes han buscado dividirnos.