La democracia es un contrato social en el que los ciudadanos eligen a sus representantes para que trabajen en beneficio del país y su gente.
Sin embargo, algunos asambleístas, que fueron elegidos para velar por el bienestar de la población, están haciendo exactamente lo contrario. Están perjudicando a los bolivianos con su retraso en la aprobación de leyes y convirtiendo la Asamblea Legislativa Plurinacional en un circo de griteríos y escenas bochornosas. Este comportamiento irresponsable debe detenerse.
Un ejemplo claro de esta situación es la aprobación de créditos externos destinados a obras públicas que beneficiarían directamente a la población boliviana. Obras como alcantarillado, unidades educativas y otras necesidades fundamentales se ven obstaculizadas por la falta de acción de algunos asambleístas, quienes no liberan los fondos necesarios para su ejecución. Es importante recordar que este dinero es para el pueblo boliviano, y no debe ser retenido por intereses políticos o personales.
La Constitución Política del Estado es clara en su mandato: Los asambleístas están ahí para aprobar y sancionar leyes en beneficio de la población. Sin embargo, algunos parecen haber olvidado su deber fundamental y se dedican a sacar licencias, ausentándose de sus responsabilidades y perjudicando la viabilidad de leyes esenciales. Es hora de que rindan cuentas por su inacción.
Además de este retraso en la aprobación de leyes, Bolivia enfrenta constantes amenazas de paros que tienen un impacto devastador en la economía, cada día de paro representa pérdidas de $us 33 millones, una cifra que no podemos permitirnos en un momento en el que el panorama internacional es sumamente adverso. La economía global enfrenta múltiples desafíos, desde presiones inflacionarias hasta recesiones económicas, y nuestro país no puede darse el lujo de tener políticos que perjudiquen a la población trabajadora.
A pesar de estos obstáculos internos y externos, la economía boliviana sigue avanzando. Los indicadores positivos hablan por sí mismos: un crecimiento del PIB del 2,3% al primer trimestre de 2023, una de las tasas de inflación más bajas en la región, con un 1,6% al mes de agosto. Estos logros son envidiables, pero podrían ser aún mejores si no tuviéramos enemigos de la economía obstaculizando el progreso.
Es hora de que todos seamos conscientes de esta situación. En un mundo lleno de desafíos económicos y políticos, no podemos permitir que algunos asambleístas perjudiquen a la nación. La economía boliviana merece avanzar sin obstáculos, y es responsabilidad de todos garantizar que esto suceda. Los enemigos de la economía deben rendir cuentas por sus acciones y tomar medidas en beneficio de la población a la que se deben. Es tiempo de un cambio positivo y un enfoque en el progreso de Bolivia donde estos asambleístas, políticos disfrazados de analistas económicos y grupos que buscan intereses personales dejen de perjudicar el bienestar económico de nuestro país.