Después de la fundación del Estado de Israel gracias a la obsecuencia de Naciones Unidas, el Reino Unido y EEUU, en 1948 expulsó a balas y misiles a más de 800 mil palestinos de sus propias tierras, quienes por más de 75 años siguen llevando la tristeza, la indignación, y el recuerdo de sus muertos y una llave para un día retornar a sus tierras usurpadas.
Aquella catástrofe humanitaria se creía que había terminado, pero hoy continúa, esta vez con más de 12 mil muertos fruto de la actitud criminal de la entidad ocupante en Palestina.
Los crímenes de guerra, el genocidio y la limpieza étnica perpetrados por Israel en Palestina poco a poco están provocando la impaciencia de los países árabes islámicos, que al parecer después de los más de 12 mil muertos palestinos recién están reaccionando; ya que la Organización para la Cooperación Islámica y la Liga Árabe han tenido una respuesta débil y pírrica.
En plena incursión terrestre israelí y la defensa de la Resistencia Islámica, el ejército sionista está determinado a barrer con toda la población gazatí, convirtiéndose este en una continuación de la Nakba; ya que se está desplazando —y se quiere desplazar— a casi más de un millón de palestinos del norte al sur, llevando la responsabilidad a Egipto, el mismo que no está tan contento con lidiar con sus “hermanos”, pues irónicamente Hamás es una facción de los “Hermanos Musulmanes” de Egipto.
Israel, como firmante del IV Convenio de Ginebra, actúa agresivamente destruyendo hospitales, escuelas y demás infraestructura, a las cuales tacha de “nido del terrorismo”, eslogan —al igual que EEUU después del 11 de septiembre de 2001— que le ha servido para asediar y bombardear al hospital Al Shifa, el más grande de la Franja de Gaza, el cual está operando con menos de la mitad de la energía, y que hoy está asediado por dentro con tanques y soldados israelíes, siendo esta una clarísima violación al Derecho Internacional Humanitario.
La desproporcionalidad de los ataques israelíes viola los principios del Derecho Internacional Humanitario, pues este manifiesta que los ataques contra un combatiente u objetivo militar —y no hospitales, escuelas, iglesias ni mezquitas— deben atenerse a la norma de proporcionalidad, los mismos que están enmarcados en el Derecho Consuetudinario; fuente primaria del Derecho Internacional.
Después de los continuos bombardeos y actual incursión por tierra del ejército israelí, Tel Aviv se estrella contra la población civil rompiendo por enésima vez el IV Convenio de Ginebra y sus protocolos del cual es Estado signatario.
Pero más allá de ello, la comunidad internacional debería ser la que haga prevalecer las normas humanitarias; en tal sentido, el uso de la fuerza para proteger a los civiles mediante una acción conjunta está previsto en el art. 89 del Protocolo I, del 8 de junio de 1977, adicional a los Convenios de Ginebra que manifiesta: “En situaciones de violaciones graves de los Convenios o del presente Protocolo, las Altas Partes contratantes se comprometen a actuar, conjunta o separadamente, en cooperación con las Naciones Unidas y en conformidad con la Carta de las Naciones Unidas”. Amén de ello, siendo la comunidad internacional testigo claro de estos crímenes contra la población civil en Gaza, ¿por qué se sigue permitiendo la impunidad de Israel?
En una anterior columna habíamos cuestionado el declive del Derecho Internacional y sus instituciones como la ONU, la Corte Penal Internacional o la Corte Internacional de Justicia; si bien aún sostenemos ello, la esperanza para su cumplimiento no debería ser un sueño, sino una realidad, y eso va a depender de los pueblos libres del mundo, que aún creen que se puede confiar en el Derecho Internacional y su funcionalidad. De no ser así, las guerras borrarán de la faz de la Tierra a la humanidad, más que el mismo cambio climático del planeta. La esperanza para alcanzar la paz debe ser uno de los principios que siempre deberán primar entre los seres humanos; por lo tanto, borrar a la población civil palestina es una muestra de la barbarie lejos de la humanidad y la paz.
Si Israel piensa que obtendrá la victoria, está sumamente equivocado; el fracaso de EEUU en Vietnam, Afganistán, Irak o Siria es una muestra de que la soberbia, la arrogancia y la maldad pueden ser amputadas por la resistencia de los pueblos. En esa línea, si es que Israel no quiere salir humillado y trasquilado, deberá sentarse en la mesa de negociaciones y en el banquillo de los acusados por los crímenes que comete en contra de la humanidad.