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Mahmoud Elalwani

Ha pasado un año desde el 7 de octubre

El 7 de octubre no es un día cualquiera y el mundo entero lo tiene muy presente en su memoria.

Un año lleno de dolor, sangre, genocidio, guerra de exterminio, fracaso sin precedentes para ponerle fin y también solidaridad de la opinión pública mundial contra la política de Israel y sus aliados.

Comienza un segundo año y no se ve el fin a esta barbarie, no se vislumbra luz al final del túnel para poder frenar a este enemigo criminal que no respeta ni aplica ninguna norma ni ley y que no pertenece ni conoce la humanidad (uno de sus líderes dijo que no significa nada dejar morir de hambre a dos millones y medio de personas en Gaza). El gobierno israelí ha amenazado con usar armas nucleares, cerraron Gaza y cometieron todo tipo de crímenes y métodos maquiavélicos frente a una población confinada, asediada y aislada: asesinatos, destrucción de edificios y demolición de las infraestructuras, sometimiento de la población al hambre, a la sed, al frío, incendios, bombardeos, desplazamientos forzosos de la población y solicitudes de evacuación sin tregua. Los ciudadanos de Gaza no disponen de lo imprescindible y no tienen dónde encontrar seguridad.

Como resultado de este año de genocidio en Gaza se contabilizan cifras insoportables: 41.825 muertos, 96.910 heridos y más de 10.000 desaparecidos en Gaza, pero también en Cisjordania ha causado 750 muertos, 5.750 heridos y 12.000 detenidos. En esta guerra han asesinado a 16.795 niños palestinos en Gaza y 159 niños en Cisjordania, de los cuales 171 eran recién nacidos, 710 menores de un año y 36 niños debido a la hambruna; 19.000 niños perdieron a uno o ambos padres, 3.500 niños podrían morir debido a la desnutrición, 11.500 estudiantes han sido asesinados y 17.000 niños han sido separados de sus padres, sin contabilizar los miles de heridos y discapacitados.

Lo que el 7 de octubre demostró claramente es la doble moral de los aliados de Israel y la miopía de la Comunidad Internacional frente al peligro y riesgo de una guerra regional masiva. No creo que exista un día en la historia contemporánea más importante que el 7 de octubre, por eso no pasará desapercibido.

A la luz de los dolorosos y acelerados acontecimientos que tienen lugar hoy en Palestina, Líbano, Siria, Iraq, Yemen e Irán, se ha hecho necesario exigir un alto al fuego inmediato y efectivo para proteger vidas y propiedades. El continuo ciclo de violencia en la región sólo conduce a más sufrimiento y destrucción y refleja el fracaso de los esfuerzos internacionales y regionales para alcanzar una solución política integral que preserve los derechos y garantice la seguridad y la estabilidad para todos los pueblos de la región.

Tras décadas de conflicto en la región las soluciones militares han demostrado no ser efectivas. La única solución capaz de garantizar un futuro pacífico mejor para las posteriores generaciones es avanzar hacia una solución integral y duradera que incluya a todas las partes interesadas. Este acuerdo debe basarse en los fundamentos del derecho, la justicia, la igualdad y el reconocimiento mutuo y debe incluir todas las cuestiones espinosas que alimentaron el conflicto, en particular la cuestión de Jerusalén, los derechos de los refugiados y las fronteras según las resoluciones del Consejo de Seguridad y el derecho internacional.

Cualquier acuerdo que no tenga en cuenta los derechos del pueblo palestino a la autodeterminación y a establecer su Estado independiente y soberano en las fronteras de 1967, con Jerusalén Este como su capital, no será un acuerdo exitoso. Los palestinos tienen un derecho histórico y legítimo a su tierra y necesitan el apoyo de la Comunidad Internacional para que puedan ejercer sus derechos. Los derechos humanos no son negociables ni deben estar comprometidos, cualquier intento por ignorarlos sólo alimentará la ira y el conflicto continuará.

La Comunidad Internacional debe asumir su responsabilidad, debe presionar a todas las partes para que regresen a la mesa de negociaciones, para que detengan la escalada militar y proporcionen el apoyo necesario para reconstruir lo que fue destruido por las sucesivas guerras. El mundo debe darse cuenta de que mantener la seguridad y la estabilidad en el Medio Oriente está directamente relacionado con la resolución de la cuestión palestina. La paz justa en la región sólo puede lograrse mediante soluciones políticas integrales basadas en el derecho internacional y en las resoluciones de las Naciones Unidas. Sin conceder a los palestinos todos sus derechos, la paz seguirá siendo una quimera.

Por: Mahmoud Elalwani

Embajador del Estado de Palestina en Bolivia


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