Arabia Saudí juega un papel crucial en este escenario. Con una capacidad de producción de casi 12 millones de barriles diarios (Mbd), tiene la habilidad de compensar cualquier déficit que pudiera surgir por un bloqueo temporal o una reducción en la producción de Irán, que actualmente produce 3,7 Mbd, razón por la cual el mercado sigue confiado.
Aunque los fundamentos del mercado parecen sólidos, es importante contemplar varios escenarios futuros. Según el analista financiero Maurizio Mazziero, si la crisis en Oriente Medio se intensifica, podríamos ver un aumento gradual en los precios del petróleo hasta un rango de 80 a 90 dólares por barril. Sin embargo, un bloqueo en el Estrecho de Ormuz, un punto crucial por donde transita aproximadamente el 20% del suministro mundial de petróleo, podría disparar los precios a niveles históricos, entre 100 y 150 dólares por barril.
No obstante, esta escalada de precios probablemente sería temporal, ya que la intervención de los Estados Unidos y otros actores internacionales para reabrir el flujo de crudo sería rápida. Aun así, los inversores deben estar atentos, ya que incluso un alza temporal en los precios del petróleo podría generar un impacto en otras materias primas, como los alimentos, los metales y el oro, provocando un aumento de la inflación a nivel global.
La volatilidad del mercado del petróleo abre oportunidades para los inversores. Allen Good señala que las empresas del sector upstream, como ExxonMobil y Chevron, son las mejor posicionadas para beneficiarse de una crecida en los precios del crudo. Estas empresas, gracias a una asignación de capital disciplinada, seguirían siendo rentables incluso si los precios del petróleo cayeran por debajo de los niveles actuales.
Sin embargo, los inversores deben ser selectivos dado que no todas las empresas energéticas son igualmente sensibles a las variaciones del precio del petróleo. Las compañías que se dedican al transporte y almacenamiento de crudo, por ejemplo, no se beneficiarían tanto de un aumento en los precios.
Un alza sostenida en el precio del petróleo podría tener consecuencias importantes en la inflación global, particularmente en Europa, donde los precios de la energía ya son elevados. Según Pierre-Olivier Gourinchas, consejero económico del Fondo Monetario Internacional (FMI), un aumento del 15% en el precio del petróleo podría incrementar la inflación en la región en un 0,7%. Esto afectaría negativamente la confianza empresarial y la inversión, lo que a su vez podría desacelerar el crecimiento económico.
En este sentido, Raphael Olszyna-Marzys, economista de J. Safra Sarasin, añade que solo si los precios del petróleo superan los 120 dólares por barril podríamos ver una inflación significativa en las economías avanzadas, lo que podría detener, pero no revertir, la tendencia actual de recortes en los tipos de interés.
La capacidad de la OPEP para equilibrar el mercado y la rápida respuesta de los actores internacionales ante cualquier interrupción significativa del suministro sugieren que una crisis prolongada es poco probable. Aunque el riesgo de una escalada del conflicto en Oriente Medio mantiene a los inversores en alerta. Cualquier interrupción en el Estrecho de Ormuz o un ataque a las instalaciones petroleras clave podría tener efectos desestabilizadores a corto plazo, tanto en el precio del crudo como en la inflación global. Si bien el mercado petrolero parece sólido, es imprescindible mantenerse a la expectativa de distintos escenarios. Los inversores deben monitorear de cerca no solo el precio del petróleo, sino también sus efectos colaterales en otros sectores y en la inflación mundial.
Escrito por Wilmer Alavi Argandoña.