Los calores del momento dan paso a decir cosas de las cuales a veces nos arrepentimos, porque no evaluamos las consecuencias que conllevan. En ese sentido, los términos autocrítica y librepensador han llevado consigo a ser asociados últimamente a la palabra traidor. Hecho que en la práctica (o sea, al momento de ir a las urnas) no es del todo real.
Esta regresión sobre los sucesos de 2016 y de 2019 (a nivel electoral) nos demostraron que hay personas no políticas o indecisas que definitivamente ratificaron en ambos procesos decisiones que no conllevan a una continuidad en cuanto a la persona. Pero, en 2020 dijeron sí con un 55% a la continuidad del proyecto político. Ojo, es importante denotar que las diferencias entre ese 48% de 2019 y el 55% de 2020 no son algo que deba menoscabarse, sino todo lo contrario, debe llamarnos seriamente al análisis a toda la militancia del Movimiento Al Socialismo (MA), para hacer una lectura general y no denominar traidor a esa masa electoral que fue determinante para el retorno de la democracia en 2020.
Es en ese sentido que el establecer calificativos como traidor a quien no comulga la misma visión de dirigencia del proyecto, es un exceso. Efectivamente habrá muchos espacios de debate sobre qué liderazgo es el más óptimo, pero se parte nuevamente de principios que no son negociables y con análisis profundos, los cuales deben ser considerados. Mencionamos algunos a continuación.
La coyuntura nacional ha cambiado, no es la misma acumulación histórica de demandas a las que se tenía en 2005. Por tanto, es riesgoso pensar que bajo una misma fórmula podamos obtener los mismos resultados (ya lo vimos en 2016 y 2019). Acá toca reinventarse, analizar cuál es el objetivo: ¿mantener ese 55% o aumentar esa masa electoral? Debemos ver las nuevas necesidades, que no son las mismas de 2005, por ello, ¿qué mueve el sentimiento del electorado? ¿Son los temas ambientales, energías renovables, salud, educación, trabajo? Si algo se ha aprendido es que no se debe menospreciar al electorado que se dice apolítico o indeciso, ya que ellos fueron claves en la victoria de 2020.
Como militante es necesario hacer autocrítica sobre el desarrollo de lo cultural, esto con el fin de llegar a esa masa crítica objetiva. El golpe de 2019 fue una muestra clara de que en 14 años no trabajamos algo tan importante, que debe ir plenamente comprometido con generación de conciencia social e impulsar una empatía hacia los sectores vulnerables, pero, más aún, la apropiación del Proceso de Cambio, del proyecto político, y como bien dice su nombre: apropiación de la Revolución Democrática y Cultural. Eso debe ser un pilar de trabajo para garantizar la continuidad del proyecto, como sucede en Venezuela o Cuba.
Debe tenerse presente el ámbito comunicacional, que no es solo hablar de gestión, sino también generar entretenimiento, información real, análisis crítico que debe ir de la mano de lo cultural. Se debe exponer algo que a través de los medios impulse a los nuevos referentes éticos, ya que si volvemos al primer punto los analistas de entonces (muchos) ya son asociados a algo que a la población en general no le interesa. Los asocian o al neoliberalismo o al masismo, y, pese a que son personalidades del ámbito académico, “formados”, no logran atraer a esa masa crítica para que tome decisiones, dejando espacios de “embobamiento” con realities. Mismos que cuando convocaban a defender su voto en el golpe de 2019 tenían más impacto que un académico formado. Esa brecha comunicacional, que es injusta entre privados, Estado y movimiento popular, debe disminuirse.
Gracias al Proceso de Cambio el Estado Plurinacional es muy diferente al republicano de 2005. Pero eso no ha quedado estático, es constante, cambia, se mueve y por eso el MAS debe actualizarse y reinventarse. Y ojo, eso no quiere decir reemplazar todo, para nada, solo quiere decir que si queremos mantener las conquistas sociales y no perderlas de forma sencilla en las urnas, debemos tomar acciones urgentes. Sea quien sea que esté en la dirigencia del proyecto con vistas a la continuidad del mismo.