Han sido semanas en las que se ha hablado únicamente de las internas del Movimiento Al Socialismo (MAS), sea por los mismos militantes masistas o por los de la oposición. Eso nos demuestra una cosa: que la agenda política gira en torno a lo que pasa dentro del partido más grande de Bolivia, algo que también puede convertirse en una oportunidad para la oposición y, por lo tanto, debemos ser muy cautos, pese a que sabemos que es una oposición mediocre, aunque jamás hay que menospreciar al enemigo y lo peor es otorgarles una bandera de lucha.
En el pasado cometimos como Proceso de Cambio ese error: darles una bandera de lucha, cuestión que pasó con el Tipnis, en el cual el directo responsable (Sacha Llorenti) tuvo un mal manejo del conflicto, otorgando posibilidad a la oposición de gestionar esa bandera de lucha; luego sucedió con el referéndum y la sentencia para permitir la repostulación, para nuevamente dar la oportunidad de cohesión de la oposición con la consigna “Bolivia dijo No”, en un mal cálculo político, ya que dimos insumos y bandera de lucha a los opositores. Después llegaron los incendios en la Chiquitania.
Tras dos años y medio de gestión del compañero Lucho Arce se logró desarticular a algunos impulsores del golpe: Camacho, Pumari, Áñez (quedando pendientes Mesa, Doria Medina, Tuto, etcétera). Obviamente, estas acciones permitieron desinflar los intentos desestabilizadores, lo cual dotó una época de paz social, dejando hasta la fecha sin una bandera de cohesión a los bloques reaccionarios, lo que nos trae al análisis el caso de Amparo Carvajal. Es así que, ante un hecho que definitivamente tiene un componente político-comunicacional, no se está manejando de manera idónea algo que puede llegar a tener una magnitud relevante ante la opinión pública internacional, puesto que esta señora, que no se pronunció por los muertos de Senkata y Sacaba, que defiende a gente como Áñez y que además se reunió con paramilitares queriendo blanquearlos (caso Resistencia Cochala), es ahora la punta de lanza de la oposición para la victimización.
Es importante resaltar que a la oposición no le interesa la señora Carvajal, de hecho para ellos es mucho mejor que dure lo más que pueda en esa terraza y que su salud empeore, ya que si algo muestran los medios de comunicación es siempre esa “crónica roja” y para los opositores conviene tener un mártir. Lo vivimos en Cochabamba, con los nefastos hechos del 11 de enero de 2007, en los que fallecieron tres personas, pero los medios de comunicación solo resaltaban la muerte del citadino Urresti, sin dar mayor cobertura a los compañeros campesinos fallecidos.
Este mismo hecho puede replicarse, pero con una característica de nivel internacional, similar al ataque que se da contra Venezuela o Nicaragua en cuanto a supuestas “violaciones” de los derechos humanos, siendo la señora Carvajal una ciudadana extranjera, de la tercera edad y con un pasado asociado a los derechos humanos.
Es imprescindible que la sociedad civil, las organizaciones sociales, el Gobierno y el pueblo boliviano que otorgó el voto al MAS —no únicamente por el perfil del compañero Arce y Choquehuanca, sino por el cansancio de la corrupción y la necesidad de justicia contra los asesinos del golpe de 2019—, se pronuncien ante los actos de esta señora, quien desde la victimización trata de blanquear a los delincuentes y asesinos de 2019, convirtiéndose en la bandera de lucha de la oposición en tiempos en los que solo les queda recurrir a una octogenaria para ser noticia. Es penoso ver cómo han llegado a ese nivel para intentar desestabilizar al Gobierno, puesto que no tienen programa ni liderazgo y, lo peor, tampoco consignas. Pero cuidado con que por omisión de este caso se les conceda una.