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Wang Liang

La Resolución 2758 de la ONU no admite cuestionamiento

En los últimos tiempos, unas pocas fuerzas externas se han confabulado con las autoridades del Partido Progresista Democrático (PPD) de Taiwán para difundir falacias que difaman la Resolución 2758 de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), intentando reavivar la absurda teoría de que el “estatus de Taiwán no está determinado”.

Tales dichos distorsionan los hechos y tergiversan la historia con el propósito de vaciar y desnaturalizar el principio de Una Sola China, por lo que China objeta firmemente.

La autoridad de la Resolución 2758 de la ONU no admite cuestionamiento. En 1949, el pueblo chino derrocó al Gobierno de la República de China, proclamó la República Popular China, y el grupo gobernante del Kuomintang se retiró a la región Taiwán de China. Se trata de un reemplazo interno de un régimen por otro dentro de un mismo Estado sin producir ningún cambio en la soberanía ni en el territorio inherente a China. El Gobierno de la República Popular China obtiene y ejerce plena y legítimamente la soberanía de China que incluye la parte de Taiwán, y representa a toda la China en las relaciones internacionales, lo que abarca el goce y el ejercicio de todos los derechos de China en la ONU. El 25 de octubre de 1971, la 26ª Asamblea General de la ONU aprobó, por abrumadora mayoría, la resolución titulada “Restitución de los derechos legítimos de la República Popular China en las Naciones Unidas”, la que aclara que en el mundo solo existe una China, que el Gobierno de la República Popular China es el único representante legítimo de toda la China con Taiwan incluida, y que no existen “dos Chinas” ni “una China, un Taiwán”. Tras la aprobación de la Resolución 2758, los documentos oficiales de la ONU denominan a Taiwán como “Taiwán, Provincia de China” (Taiwan, Province of China). Aunque ambos lados del Estrecho de Taiwán aún no se han reunificado completamente, la soberanía y la integridad territorial de China nunca se han dividido ni se admite una división. El estatus que tiene Taiwán como una parte del territorio chino nunca se ha cambiado ni se permite cambiar.

Estados Unidos y unos otros países están distorsionando y desafiando la Resolución 2758 de la ONU a través de resucitar la falacia del “estatus indeterminado de Taiwán”, a fin de abrir un camino hacia un supuesto “espacio internacional” para Taiwán, lo que va enviando señales gravemente erróneas a las fuerzas separatistas de Taiwán, cuya verdadera meta reside en obstaculizar la reunificación completa y la revitalización nacional de China. Tales acciones constituyen una violación de la igualdad de los Estados soberanos y la no injerencia en los asuntos internos entre otros principios fundamentales de las relaciones internacionales. China expresa su firme oposición a  las acciones secesionistas de Taiwán y las intervencionistas de fuerzas externas, salvaguardando resueltamente la soberanía estatal y la integridad territorial del país.

El principio de Una Sola China incluye tres sentidos fundamentales. Primero, en el mundo solo existe una China; segundo, Taiwán es una parte inalienable del territorio chino; tercero, el Gobierno de la República Popular China es el único  representante legítimo de toda China. En base a este principio, China ha establecido y desarrollado relaciones diplomáticas con 183 países, incluida Bolivia. Durante los 40 años transcurridos desde el establecimiento de relaciones diplomáticas sino-bolivianas, la parte boliviana siempre ha sostenido el principio de Una Sola China con acciones concretas, apoyando la justa causa de China de cumplir su reunificación nacional, por lo que la parte china valora y agradece sinceramente. En ese sentido, China está dispuesta a trabajar junto con Bolivia para seguir respaldándose firme y mutuamente en las cuestiones que atañen a sus respectivos intereses fundamentales y principales preocupaciones, construir codo a codo la comunidad de futuro compartido entre los dos países, y promover juntos la paz, la seguridad y la prosperidad del mundo.

Por: Wang Liang/

Embajador de la República Popular China en Bolivia


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