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Claudia Miranda Díaz

Las mujeres, de la Colonia a la República (1825-1830)

Luego de una lucha igualitaria de mujeres (indígenas, mestizas y aristócratas) en contra de la invasión española desde los años 1700, hasta alcanzar la independencia de Bolivia en 1825, la vida de las mujeres, en la nueva República, fue completamente diferente según su condición social.

Nuestra primera Constitución de 1826 (redactada por Simón Bolívar, adoptada por el Congreso General Constituyente de la República y promulgada por el presidente Mariscal Antonio José de Sucre) marca una completa discriminación entre compatriotas, y una total desigualdad entre hombres y mujeres. Otorga ciudadanía solo a los varones; las mujeres quedan exentas de ejercer cualquier derecho ciudadano. Entre varones, señala otra discriminación, el “varón calificado”, para ejercer ciudadanía, debía saber leer y escribir, y tener bienes patrimoniales. Los indígenas y mestizos no contaban con estas dos condiciones, por lo tanto quedaron fuera del derecho de ejercer ciudadanía, quedando el poder político –junto a las decisiones del Estado– circunscrito a un pequeño porcentaje de la población calificada, que mantuvo esos privilegios hasta cuando llegaría el “voto universal”. Quienes aprobaron nuestra primera Constitución fueron la “minoría calificada” de aquel tiempo.

Si bien esta Constitución –de 1826– señala la abolición de la esclavitud, se expresa claramente que los antiguos esclavos “no podrán abandonar la casa de sus antiguos señores, sino en la forma que una ley especial lo determine”. Como resultado, los y las indígenas, de esclavos de los españoles y criollos, se convirtieron en siervos de los “ciudadanos calificados”; pasaron del esclavismo al feudalismo; la República para ellos solo fue un cambio de amo. La única diferencia consistía en que ya no podían ser vendidos, pero continuaban brindando su fuerza de trabajo a cambio de un lugar para dormir y la comida que les proporcionaran, sin percibir una remuneración económica por el trabajo realizado.

Las mujeres de todos los estratos sociales, en este lapso de tiempo (1825-1830), compartían la discriminación de género, para ejercer su derecho ciudadano, siendo valoradas principalmente en su condición de reproductora. Sin embargo, existían muchas diferencias entre las mujeres de clase alta (aristócratas), las mestizas y las indígenas.

Las mujeres aristócratas tenían a mujeres indígenas como su servidumbre, para realizar las labores domésticas del hogar y colaborar en la atención y cuidado de los niños, percibiendo a cambio un lugar para dormir y algo para comer. Las mujeres mestizas mayormente eran artesanas –tenían oficios–, percibían un ingreso por su trabajo.

En este período, fueron las mujeres indígenas las más afectadas, pasaron a sufrir triple explotación: racismo por ser indígena, discriminación de género en su condición de mujer, y explotación de clase social por su condición social y económica.

No se tiene registros de lideresas mujeres en este tiempo, en ningún estrato social: alto, medio o indígena.

La Constitución de 1826 quedó en desuso como parte de una campaña en contra de la presidencia de Antonio José de Sucre, después del motín del 18 de abril de 1828, en Sucre. Luego vendría la Constitución de 1831, promulgada durante el gobierno del Mariscal Andrés de Santa Cruz y Calahumana.

*Es economista, feminista.


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