Bolivia podría enfrentar una caída drástica en sus ingresos por exportación debido a la difícil situación de la cosecha de soja. Los agricultores de Santa Cruz, que representan el corazón productivo del país, han levantado la voz de alerta ante lo que consideran una crisis inminente, una situación crítica agravada por la escasez de combustible que amenaza con paralizar la recolección de la nueva cosecha.
A finales del año pasado, Bolivia alcanzó una histórica producción de 3,67 millones de toneladas de soja, consolidándose como uno de los diez mayores productores mundiales de este valioso cultivo. La soja y sus derivados, como aceite y harina, fueron exportados en su mayoría, generando más de 2.200 millones de dólares en ingresos, lo que representa cerca del 16% de todas las divisas que el país recibe. Sin embargo, este panorama de prosperidad podría desmoronarse rápidamente si no se resuelve la grave falta de combustible que está golpeando a los productores.
Demetrio Pérez, expresidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (ANAPO), advirtió con creciente preocupación sobre el impacto de la escasez de diésel, que podría poner en peligro la cosecha de soja y, con ello, todo el sistema productivo que depende de este cultivo. “Este es el peor momento que estamos viviendo por la falta de gasóleo. Nuestros vehículos están parados, y no hay combustible desde hace quince días. Solo hemos podido recolectar el 5% de la cosecha con el stock que teníamos. El riesgo es claro: si no conseguimos diésel pronto, perderemos gran parte de la producción”, afirmó con un tono de desesperación contenida.
Para los agricultores de Santa Cruz, una de las principales regiones productivas de Bolivia, la situación es aún más alarmante, pues alrededor de 400.000 hectáreas de soja ya se han visto gravemente afectadas. Pérez no dudó en señalar que si la primera cosecha de soja se ve comprometida, no solo afectará a los agricultores, sino que el impacto se extenderá a toda la cadena productiva, desde la siembra hasta la exportación, y el país perdería millones de dólares en ingresos por exportación. “Esto es mucho más que un problema local. Es una amenaza directa a nuestra economía y a las arcas del Estado”, subrayó con preocupación.
A finales de octubre, los productores de Santa Cruz se encontraban en una verdadera encrucijada. La falta de diésel, que cuesta 3,72 bolivianos por litro, ha generado una crisis logística sin precedentes. La situación se ha visto agravada por los bloqueos nacionales organizados por seguidores del expresidente Evo Morales, quienes han paralizado carreteras clave, impidiendo la circulación normal del combustible.
En este contexto, ANAPO emitió un comunicado a sus afiliados, expresando su desesperación y alertando sobre los graves problemas de abastecimiento. “La petrolera nacional YPFB está enfrentando serias dificultades con el stock de diésel para la venta directa”, indicó el gremio, que ve cómo la situación se agrava día a día. Mientras tanto, la falta de combustible se suma a los bloqueos que han paralizado todo el país, lo que ha creado un ambiente de incertidumbre que está dejando a los agricultores en una posición extremadamente vulnerable.
El gobierno de Luis Arce, por su parte, ha intensificado los esfuerzos para garantizar la disponibilidad de combustible. Según el director de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), Germán Jiménez, los bloqueos llevaban ya 40 días, y acusó a muchos gasolineros de “jugar con la psicología de la población”, haciendo que la gente crea que el combustible nunca llega. Las autoridades aseguran que están haciendo todo lo posible para normalizar la situación.
Alejandro Gallardo, ministro de Hidrocarburos, intentó dar un respiro a la situación, asegurando que se estaban tomando medidas para restablecer el suministro de combustible en un plazo máximo de una semana, utilizando rutas logísticas alternativas. En cuanto a los bloqueos, el Gobierno logró desbloquear la carretera que conecta La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, lo que, según sus declaraciones, debería permitir una mejora en la distribución de los productos petrolíferos.
“Ahora estamos garantizando el abastecimiento de combustible, estamos normalizando los volúmenes. Hasta el fin de semana todos estos problemas deberían estar solucionados”, declaró Gallardo en una rueda de prensa. Sin embargo, el futuro de los agricultores sigue siendo incierto. La sensación de angustia es palpable, ya que el tiempo apremia y, si no se actúa con rapidez, Bolivia podría perder una oportunidad vital de mantener su posición en los mercados internacionales y preservar los recursos que tanto necesita.
Este escenario no solo refleja los desafíos inmediatos de los agricultores, sino que también pone en evidencia las tensiones económicas y sociales que atraviesa Bolivia. En estos momentos, el país se encuentra en una encrucijada crucial, donde cada día que pasa sin una solución efectiva incrementa el riesgo de una crisis económica de grandes proporciones. La incertidumbre y el temor al futuro inmediato se sienten en el aire, y solo el tiempo dirá si el país será capaz de sortear esta tormenta y salir adelante.
La Paz/AEP