La visita de Javier Milei a España para arropar a la ultraderechista VOX, reunirse con líderes neofascistas europeos y presentar su libro —en el que se había falseado que es doctor en Economía y que se graduó en la prestigiosa Universidad de Buenos Aires, cuando la verdad es que fue en una privada carente de prestigio— se estima que costará más de medio millón de euros al hambreado pueblo argentino.
Al igual que otros viajes a Estados Unidos para fotografiarse con Donald Trump y Elon Musk, busca enmascararse como viaje oficial improvisando una reunión con algunos directivos de empresas con inversiones en Argentina.
Milei llegó a Madrid vociferando un falso éxito, amplificado por sus medios afines, después de cinco meses de fracaso en sus principales objetivos, enmascarado con trucos de embaucador. A pesar de los drásticos recortes y el marasmo en que ha sumido a la economía, mantiene un elevado apoyo popular (45%) incluso entre los más afectados, el segmento de ingresos medios bajos con menor nivel educativo y mayor precariedad laboral, aunque es donde más ha perdido en estos meses. Esto se explica por el apoyo mediático que le ayudó a convencer a mitad de la población —incluidas 12 millones de personas sin derechos laborales y magros derechos sociales, sumidas por décadas en la pobreza en un país que posee ingentes riquezas naturales y generadas por la sociedad— de que la solución es la liquidación de lo público.
Los datos contextualizados matan relatos
La inflación es el primer problema para dos de cada tres personas en Argentina, y Milei convirtió su erradicación en su principal objetivo, por lo que es donde se juega su credibilidad. Esto explica que el presidente ultraderechista celebrara que en abril la inflación mensual fuese de 8,8%, que fue la mayor inflación mensual del mundo en abril, triplicando la de Venezuela, segundo en el ranking, con 2,8% (dato del independiente OVF; que sería de 2% según el Gobierno venezolano). El 8,8% está también por encima del 7% promedio de los siete primeros meses de 2023, bajo el fracasado gobierno de Alberto Fernández. A partir de agosto de 2023, cuando ganó las primarias, la inflación le es imputable a Milei, ya que su anunciada devaluación —que concretó al asumir en diciembre aumentando 120% el tipo de cambio— hizo que entonces los oligopolios empresariales que dominan el mercado argentino anticiparan el aumento de precios, elevando la inflación a 12,4% mensual en agosto y por encima de ese valor en tres de los cuatro meses previos a su triunfo definitivo en noviembre. La inflación acumulada desde julio hasta abril de este año supera el 220% y el 300% en productos esenciales: hoy un litro de leche cuesta el triple que antes de su triunfo en primarias, y el kilo de carne de vaca para asar o el kilo de yerba mate cuadruplicaron su precio. En dólares, estos y muchos otros productos cuestan más que en Europa o EEUU, a pesar de que el salario mínimo argentino es el 15% del SMI en España. Esto provocó una descomunal pérdida de poder adquisitivo de la población asalariada y también de pequeños y medianos comerciantes debido a la caída de ventas en un contexto de fuerte recesión, que es la varita mágica que hace declinar la inflación mensual, pero manteniéndola por encima de la del gobierno anterior. Contando solo la inflación de los cinco meses de gobierno efectivo, Milei acumula 107% de aumento, casi lo mismo que el fallido gobierno anterior acumuló en todo un año hasta julio de 2023: 113,4% interanual. Al momento de asumir Milei, la inflación interanual era 160,9% y en los cinco meses no ha parado de crecer, hasta 289,4%. Estos resultados de inflación el extremista los consiguió con el truco del ilusionista: te quito hoy mucho, para después cuando te quite menos me aplaudas, tal como lo anticipamos en distintos medios.
Desde que asumió el gobierno, Milei, supuesto defensor de la propiedad privada, expropió ingentes ingresos a la población devaluando fuertemente para provocar una brutal inflación y captar la riqueza social. La devaluación demostró la falacia de la centralidad de la emisión monetaria en el origen de la inflación, que en realidad está provocada por el desequilibrio exterior generado por una estructura productiva primaria y financieramente extractivista dominada por el capital transnacional (extranjero y local), que elimina la soberanía económica y de facto la política, forzando devaluaciones que provocan inflación.
La comparación con el frustrado gobierno de Fernández pone más en evidencia el engaño de Milei: la inflación interanual de 113% acumulada por el gobierno anterior en julio de 2023 (cuando Milei ganó las primarias) se dio bajo el ahogo financiero del FMI, que forzaba recortes para pagar la deuda que el Fondo cedió sin condiciones al gobierno derechista de Mauricio Macri —actual aliado de Milei—, favoreciendo su triunfo en elecciones parciales y la fuga de capitales. A pesar de ello había un nivel de actividad que mantenía el empleo, aunque con salarios reales bajísimos (300 dólares el salario mínimo) pero superiores a los 196 de hoy, que está por debajo de la línea de pobreza. En cambio, la alta inflación generada por Milei se dio en un contexto de fuerte aumento del desempleo y una devaluación de los salarios, de las pensiones y programas sociales que provocó una fuerte pérdida de poder adquisitivo (30% respecto a 2023 y 50% con respecto a 2015).
La pérdida de poder adquisitivo disparó la pobreza desde un vergonzoso 40% al inicio de su gobierno hasta el insultante 49% (UTD) en abril y subiendo. A principios de los 70, la pobreza era del 4% y después de los regímenes de terrorismo de Estado de Isabel Martínez de Perón y de la dictadura militar-empresarial neoliberal que Milei no condena alcanzó el 25%. Desde entonces, la pobreza ha estado por encima de ese porcentaje y superó el 30% en el 75% de esos años, con picos de más del 40% y hasta el 66% en la crisis de la convertibilidad que elogia Milei. Los gobiernos kirchneristas (2003/2015) la redujeron pero nunca por debajo del 25%, por su falta de determinación para hacer una reforma fiscal que modificara su injusta regresividad y un cambio estructural que hiciera verdadera justicia social, para reformar seriamente un capitalismo depredador insostenible social y ambientalmente. La falta de una profunda reforma generó frustración social, abriendo la puerta al salto al vacío que supone la visión antihumana que propone Milei.
Otro falso éxito de Milei es el superávit fiscal primario (sin intereses de deuda) conseguido gracias a un recorte criminal de gasto imprescindible, como las pensiones, cuyo recorte real del 50% explica gran parte del “ahorro fiscal”, que incluye además reducción de subsidios a medicamentos oncológicos y servicios básicos, drástica quita a programas sociales que agravan la indigencia de la población más vulnerable que habita en barrios populares de emergencia (villas), despidos, etc.
El tercer engañoso éxito es la recuperación de reservas de divisas, que no es tal en términos reales, pues lo que ocurre es que en vez de proveer divisas a los importadores se les entrega bonos de deuda, que deberán canjearse por divisas.
Más relevante aún es que después de conseguir aprobar una reforma laboral propia del siglo XIX que liberaliza los despidos, elimina la indemnización y las sanciones por incumplimientos de las empresas, está intentando comprar voluntades dentro de la corrupta casta política —que como la empresarial, existe— en el parlamento y entre caudillos provinciales para que le aprueben una anticonstitucional ley de grandes inversiones extranjeras que en la práctica regala la explotación de los recursos a corporaciones foráneas a cambio de una inversión de corto plazo (en tres años pueden recuperarla) y también que le deleguen poderes omnímodos casi dictatoriales para desmontar el Estado y liquidar los bienes comunes y públicos de la sociedad.
Milei emula al embaucador Chanfalla, el personaje cervantino de El retablo de las maravillas, que consigue que gran parte de un pueblo “vea” los personajes inexistentes que el Chanfalla embaucador dice que aparecen en un cajón a modo de retablo de marionetas, manipulando el sentido común: asegura que solo los ve la gente de bien, para la moral de la época, algo muy parecido a lo que Milei llama “la gente de bien”, que es la única que “ve” sus “grandes logros”. La sociedad que considera que la Argentina no se vende, sino que se defiende, dio primeros avisos con dos huelgas generales y una impresionante movilización en defensa de la universidad pública y comienza a buscar una alternativa, que deberá ser ecosocial y soberana.