Encuéntranos en:
Búsqueda:

Roberto Chambi Calle

Netanyahu y EEUU en su hora más baja: Irán desnuda el declive del poder occidental

El fracaso de EEUU y su aliado Netanyahu en su ataque ilegal contra Irán ha demostrado al mundo que el imperialismo y el sionismo están en los albores de su fin.

Al no lograr someter a la República Islámica, Washington y Tel Aviv revelan su actitud criminal y malévola contra la humanidad y el planeta, ya que invadir un territorio soberano para “destruir” su programa nuclear es una insensatez propia de la barbarie, donde no se mide el peligro de bombardear instalaciones nucleares. ¿Acaso no se aprendió la lección de Hiroshima y Nagasaki, donde EEUU asesinó a más de medio millón de personas con bombas atómicas en agosto de 1945?

Imaginemos que Bolivia hubiera tenido un programa nuclear: ¿qué habría pasado? No cabe duda: habría sido borrado del mapa. ¿Por qué? Por “atentar contra la paz”. 

Con esto, queremos dejar claro que los programas nucleares de las naciones, en el marco legal nacional e internacional, son un derecho establecido en la Carta de la ONU. No por simples acusaciones —sin pruebas— se justifica su destrucción. Sin embargo, las falsas imputaciones de Trump y Netanyahu son una afrenta directa a la soberanía de un país que ha demostrado que su programa nuclear tiene únicamente fines pacíficos. 

Irán, como miembro y firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), ha cumplido rigurosamente con las inspecciones y el enriquecimiento de uranio para fines científicos, médicos, tecnológicos y energéticos. El resto no son más que acusaciones infundadas, utilizadas como pretexto para intentar destruir sus plantas nucleares, desmantelar sus programas misilísticos, asesinar a su líder y cambiar su sistema político, imponiendo a un títere: Reza Pahlavi, el hijo del derrocado Sha, un dictador que entregó la soberanía y los recursos energéticos de Irán a EEUU, Inglaterra y Francia en bandeja de plata. 

El Sha, según documentos históricos, huyó durante la Revolución Islámica tras robar más de 8.000 millones de dólares de las arcas estatales, además de joyas y tesoros de esta civilización milenaria. Hoy, su heredero —respaldado por EEUU y Europa— conspira para asesinar al Líder Supremo, el ayatolá Ali Khamenei, y restaurar una monarquía servil a Occidente, igual que su padre. 

A pesar de la guerra impuesta en 1980 por Sadam Husein (aliado de EEUU), Irán derrotó a sus enemigos y a sus socios de la OTAN, incluido Israel, consolidándose como un actor clave en la geopolítica de Asia Occidental.

Lejos de los axiomas colonialistas que denominan a la región “Oriente Medio” —término discriminatorio del siglo XIX que Europa usaba para marcar distancias con su supuesta “modernidad”—, Irán ha redefinido su lugar en el mundo. 

El error de cálculo de EEUU e Israel, como señalan analistas, ha expuesto su declive frente al ascenso de Irán. Pese a las sanciones y amenazas, la nación persa ha construido un sistema sólido, arraigado en la Wilayat al-Faqih (Gobierno del Jurisconsulto, tutela del jurista), un modelo que Occidente no logra comprender por su superficialidad y falta de dimensión espiritual. 

La comunidad internacional ya no puede tolerar las intromisiones de un puñado de potencias que se creen dueñas del mundo, pues Irán ha demostrado que ningún país puede someterlo, y quienes lo intenten deben saber que los pueblos libres no son patios traseros de nadie. Los tiempos han cambiado: la República Islámica ha reescrito las reglas de la geopolítica frente a quienes se creían sus dueños.

Por: Roberto Chambi Calle/


Imprimir   Correo electrónico

Ahora El Pueblo logo

Búsqueda