La detención de los cadáveres palestinos a mano del ejército israelí es otra cara del racismo de la ocupación, y una expresión de la degradación moral y ética de dicha identidad.
Israel, el Estado ocupante, puede que sea el único país del mundo que retiene a los 389 cadáveres de palestinos que fueron asesinados a manos de su ejército desde 1965 hasta la fecha, como parte de una política sistemática basada en fundamentos racistas que reflejan la decadencia moral de los valores y una posición inhumana.
El Estado ocupante pretende lograr una serie de ganancias políticas al continuar reteniendo los cuerpos en sus cámaras refrigeradoras; por un lado, hacer presión sobre los palestinos en general y sobre las familias de los difuntos en particular, por otro lado, como intento disuasorio para que los palestinos dejen de resistir y para poder utilizar los cuerpos como moneda de cambio en el futuro y así poder presionar al negociador palestino para obligarlo a hacer más concesiones. Además, también es una forma de castigo colectivo y de venganza contra ellos después de su muerte, castigando a sus familiares y multiplicando su dolor con más opresión, privándoles del honor y de poder darles un entierro digno. Es una forma de tortura psicológica para los vivos. El asunto no se limita a detener únicamente los cuerpos, sino que hay un robo de sus órganos y sus cuerpos son sometidos a experimentos médicos por estudiantes de medicina en las universidades de la ocupación o por nuevos médicos que sirven en las filas del ejército de ocupación.
Frente a esta arrogancia israelí y a la grave violación del derecho internacional por parte del Estado ocupante y para enfrentar este fascismo, la degradación moral y ética y el comportamiento vergonzoso practicado por el Estado ocupante hacia los cuerpos de los asesinados y sus familias, y dado que el Estado ocupante es parte de los Convenios de Ginebra, hacemos un llamamiento a las altas partes contratantes de los Convenios de Ginebra para que asuman sus responsabilidades en cuanto a los derechos humanos y el derecho internacional y para que este archivo esté presente en la mesa del Consejo de Seguridad, la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Consejo de Derechos Humanos y de todas las organizaciones intergubernamentales pertinentes.
Las declaraciones de incitación y las posturas de más de un funcionario del gobierno de Israel contra el pueblo palestino, su existencia y sus justos y legítimos derechos nacionales en su patria, entre los que recientemente surgieron las declaraciones del ministro israelí racista, fascista y extremista Smotrich, que hizo en Francia, negando la existencia del pueblo palestino, así como las declaraciones de la ministra del Gobierno de Ocupación, Orit Struck, incitando contra nuestro pueblo en Cisjordania, y otras declaraciones y posiciones que se repiten constantemente en la escalada de ataques de los colonos contra ciudadanos palestinos son colonialismo racista e incitación a escalar el terrorismo de los colonos.
Estas posiciones reflejan la oscura mentalidad colonial que ha llegado a dominar las articulaciones de gobierno en el Estado ocupante, y crea climas para el crecimiento del extremismo y terrorismo contra nuestro pueblo. Estas declaraciones de oficiales israelíes, emitidos por altos funcionarios de la jerarquía política israelí son para crear caos y continuar la espiral de violencia con el fin de sabotear los esfuerzos internacionales para lograr la calma. Es una mentalidad hostil a la paz y a las soluciones políticas del conflicto basadas en el principio de los dos Estados.
Los crímenes de ocupación continúan ante el silencio de la comunidad internacional. La ocupación israelí practica de forma deliberada una serie de crímenes en Cisjordania entre los que destaca la escalada de ejecuciones extrajudiciales, continúan llevando a cabo masacres como las cometidas por el ejército de ocupación que ya ha matado a 93 palestinos en estos dos meses y medio del año 2023 y prosiguen dictando leyes para anular la ciudadanía y la residencia israelí a los palestinos que viven en Israel desde mucho antes de que naciera dicho Estado. Los ataques de las milicias de colonos armados en el territorio palestino ocupado se intensifican día tras día como si el Estado ocupante y su gobierno extremista estuvieran en una carrera a contrarreloj antes de que comience el nuevo orden mundial para pasar de la etapa de coexistencia con el conflicto (gestionándolo y resolviéndolo sobre el terreno) a una etapa de aceleración del ritmo de la anexión gradual y silenciosa de la Cisjordania ocupada, incluida Jerusalén Oriental, creando nuevos hechos sobre el terreno como excusa para socavar cualquier oportunidad de negociación política basada en el principio de la solución de dos Estados.
No se debe aceptar que ningún país del mundo pida al pueblo palestino que se calme ante la continua agresión; lo correcto sería pedir a la ocupación que detenga las redadas, los arrestos, los asesinatos, las demoliciones de casas, las ejecuciones a sangre fría, el asalto a los santos lugares. Es una gran contradicción y resulta increíble que se pida a la víctima que deje de gritar y reclamar sus derechos en lugar de exigir al agente agresor que ponga fin a su escalada.
La Comunidad Internacional planteó el tema de la “violencia de los colonos” como una amenaza para la paz, la seguridad y la estabilidad que hace estallar el conflicto y acaba con todos los intentos de calmarlo y de volver al cauce político. El camino para abrir una puerta a la oportunidad de implementar el principio de la solución de dos Estados sería poner fin a la política de doble moral y tomar medidas internacionales disuasorias para frenar la implementación del programa del gobierno extremista de Netanyahu. Para ello se hace necesario exigir responsabilidades a los líderes de la ocupación y poner fin a su impunidad, castigar y condenar las prácticas terroristas de los colonos, responsabilizar a los perpetradores de todos estos actos y enjuiciarlos a través de los medios del poder judicial internacional, especialmente la Corte Penal Internacional.
El gobierno de ocupación insiste en escalar sus violaciones y crímenes contra nuestro pueblo palestino, aprovechando la debilidad de las posiciones internacionales que solamente intervienen con expresiones de preocupación, pero equiparan el verdugo con la víctima y cuyas declaraciones no se traducen en acciones o presiones reales o sanciones que obliguen a detener las graves violaciones del derecho internacional por parte del ocupante.
Los ataques del ejército de ocupación, las milicias de colonos y sus elementos terroristas y sus violaciones contra los ciudadanos palestinos en toda palestina ocupada, así como sus continuas incursiones en las zonas palestinas con falsos pretextos que suelen dar como resultado decenas de heridos y detenciones entre nuestro pueblo. Hay que detener todas las medidas ilegales de ocupación unilateral, es el único camino correcto para restaurar el horizonte político y el clima para la solución del conflicto.