Al momento de empezar esta columna ya son 5.087 civiles masacrados, entre ellos 2.055 niños y 1.119 mujeres. Cuando la termine de escribir, el número aumentará. Cuando salga publicada, el número crecerá aún más.
Los que seguimos noticias sobre Palestina, sabemos que, casi a diario, las fuerzas de ocupación asesinan a, por lo menos, un palestino. Constantemente matan a niños y jóvenes para que no crezcan; a periodistas para que no reporten la verdad y a médicos para que no salven más vidas. Es tanto que casi lo hemos normalizado porque no hay cuerpo que aguante tanta rabia e impotencia.
No obstante, lo que hemos visto desde que empezaron los bombardeos israelíes luego de la operación Diluvio de Al-Aqsa, ha superado cualquier límite. Estamos siendo testigos de un genocidio en vivo y en directo, de la maldad absoluta propia de las mentes psicópatas.
¿Cómo llegamos a este punto?
La amenaza de la civilización occidental
En Asia, es cada vez más común el uso del término civilización para definirse como colectivo. La civilización puede trascender países. Hace referencia a principios comunes que influyen en nuestra manera de entender el mundo. Tiene un componente tradicional e histórico.
Así, podemos hablar de una civilización occidental, que surge en lo que ahora llamamos Europa occidental y que, a través de la colonización, ha expandido su influencia por muchas partes del mundo, volviéndose predominante en Norteamérica, Australia y en Israel.
La civilización occidental se caracteriza por tener como centro al individuo; por tener principios universalistas y no tolerar la diferencia; y por la dominación. Los occidentales creen que son la civilización superior y ven el mundo en términos moralistas (el bien vs. el mal) y dicotómicos. En simple: yo estoy bien y si no eres igual a mí, estás mal.
Así, cuando salieron a colonizar el mundo, se sentían con derecho a hacerlo. La muerte de esos “otros” diferentes a ellos que no se sometían era aceptable.
Tomemos el ejemplo de la colonización del continente americano.
Décadas antes de la llegada de Cristóbal Colón a América, el navegante chino Zheng He hacía travesías a África para comerciar. Antes de eso, las crónicas de Ibn Battuta nos dan una idea de la vida de la comunidad de comerciantes africanos en China conviviendo en paz con la población.
No tomaron territorios ajenos justificándose en que no creían en el mismo dios. Tampoco masacraron a la población ni los consideraron incivilizados. Hoy nos quieren convencer de que la colonización del continente americano fue producto de la moral de la época. Basta ver lo que sucedía entre Asia y África para saber que solo era la moral occidental.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, en Occidente gritaron “nunca más”, se inventaron algo llamado derechos humanos, así como un orden internacional que asegurara que se mantuviera la paz cuya organización principal sería la ONU.
La parte que no dijeron es que todas esas ideas bonitas, las pensaban solo para ellos. En su mentalidad, el mundo sigue dividido entre “ellos” y los “otros” cuyas vidas no importan.
Hoy el colonialismo es más sutil, pero no menos peligroso. Toma formas diferentes como “cooperación para el desarrollo”, “derechos humanos” o “democracia”. La “falta de democracia” es una excusa justificable para bombardear un país y en Asia occidental lo saben mejor que nadie. De todos los lugares en esa área del mundo, Palestina lo sufre más que todos.
Palestina no ataca, Palestina se defiende
Imagine por un minuto que está en su casa con su familia. De repente, llegan las autoridades a decirle que otras personas vendrán a ocupar su casa y ya no será completamente suya. Solo le quedará la mitad.
Con los años le quitan más espacio. Termina en un pequeño dormitorio. Le permiten acceder al baño y tener electricidad por horas. No le permiten trabajar ni hacer negocios. Incluso, para el hospital debe pedir permiso.
Esto que le parecería una atrocidad, es lo que pasó con todo el pueblo palestino.
Los colonizadores ingleses, convenientemente, apoyaron al movimiento sionista que reclamaba un derecho a un país, bajo una interpretación descabellada de textos sagrados, según los mismos judíos ortodoxos. Así, justificaron su creación en una tierra donde musulmanes, cristianos y judíos habían vivido en paz por cientos de años. De esta manera, Israel, más que un Estado para los judíos, se convirtió en un representante de Occidente en Oriente Medio.
Al 2010, aunque a los palestinos solo les queda el control del 10 % de su país, Palestina sigue existiendo. El otro 90 % es Palestina Ocupada. Los palestinos son un pueblo colonizado y su derecho a la defensa, incluyendo la insurrección armada, está amparado por la legislación internacional.
Régimen de ‘apartheid’
Gaza es parte de ese 10 %. Es una franja de 360 kilómetros cuadrados (km2), tiene 41 km de largo y entre 6 y 12 km de ancho. Ahí viven alrededor de 2,2 millones de palestinos. Es decir, 6.000 habitantes por km2. Es el lugar con mayor densidad poblacional del mundo.
Las entradas y las salidas, así como el agua y la electricidad, están controladas por las fuerzas de ocupación. Incluso, controlan el ingreso de comida. Gaza tiene además la tasa de desempleo más alta del mundo. El 80% recibe algún tipo de ayuda humanitaria.
Amnistía Internacional indicó que lo que se vive en Gaza es un régimen de ‘apartheid’. Los mismos habitantes de Gaza son refugiados a quienes el gobierno sionista expulsó de sus tierras desde 1948. El día de la operación Diluvio de Al-Aqsa, muchos palestinos lograron salir por primera vez en su vida de Gaza. Fue un día de alegría que duró muy poco.
No se puede entender la operación Diluvio de Al-Aqsa sin el contexto histórico. La violencia genera más violencia. La violencia del gobierno sionista conllevó a una respuesta de la resistencia palestina liderada por Hamás. Israel, amparándose en un derecho a la legítima defensa que no tiene, empezó un bombardeo sin precedentes sobre el área con mayor densidad poblacional del mundo.
El 70% de los muertos son niños y mujeres que, evidentemente, no tenían nada que ver con Hamás. Tampoco los hospitales, escuelas ni tiendas con los pocos alimentos que quedan, ya que no permiten que entren. Los gazatíes están tomando agua contaminada. Hay 130 bebés prematuros que van a morir por la falta de combustible que sostiene sus incubadoras.
No satisfechos con esto, está el componente psicológico. Los gazatíes viven en una constante ruleta rusa en la que a cualquiera le puede caer una bomba. Cada noche, las familias se abrazan sin saber si al día siguiente seguirán vivos.
El gobierno sionista les dijo que fueran hacia el sur y, a pesar de los pedidos de la Autoridad Palestina de que no se movieran, muchos lo hicieron. Luego, Israel bombardeó el sur. Fue una emboscada, una acción sacada del libreto de los nazis para destrozar la psique y hacerlos sentir que no tienen otra opción que someterse.
A nivel comunicacional, el discurso de Israel, replicado por los medios de comunicación occidentales, se ha basado en deshumanizar a los palestinos. Sin ninguna vergüenza, se han referido a ellos como “humanos animales” y demás frases parecidas. Por otro lado, han producido una cantidad de mentiras que fueron rápidamente desmentidas. En días recientes, se han dedicado al insulto y difamación.
Como pasó con la colonización del continente americano (e innumerables ejemplos más), los palestinos son esos “otros” incivilizados cuya vida no importa. Son animales que pueden matar. Son “el otro equipo”. El mismo Benjamin Netanyahu ha indicado que un triunfo de Hamás (un eufemismo para referirse a todos los palestinos) pondría en peligro a “la civilización”. De nuevo volvemos a discursos sobre la lucha entre el bien y el mal o entre la democracia y el autoritarismo. Esa misma visión moralista y dicotómica que repiten ad infinitum para justificar sus guerras.
Movimiento en favor de Palestina
Esta vez, no les funcionó. Las décadas de expulsar a palestinos por todo el mundo han permitido la creación de un movimiento global de apoyo a Palestina. La proliferación de imágenes mostrando el horror al que están siendo sometidos los palestinos ha hecho que más personas les den la espalda a los sionistas.
Mientras los líderes de los países occidentales desfilan por Palestina Ocupada, los pueblos están en las calles pidiendo un alto al fuego. A pesar de la persecución y de ilegalizar las protestas pro Palestina, cientos de miles de personas han salido el último fin de semana. Fueron marchas multitudinarias que no se veían en muchos años.
La esperanza yace en esa resistencia que ha surgido en los países occidentales y su capacidad de conminar a sus gobiernos para que dejen de apoyar esta barbarie. El hartazgo por el deterioro de su calidad de vida, mientras siempre hay dinero para las guerras, está sentando bases incipientes para un cambio revolucionario en Occidente.
Mientras que Occidente no cambie internamente, el resto del mundo siempre vivirá bajo una espada de Damocles.
Al momento de terminar esta columna, ya son 6.546 civiles muertos, entre ellos 2.705 niños, 1.584 mujeres y 364 ancianos.