La lucha de las mujeres es parte de los procesos históricos de nuestro país y se desarrolló en función de esos hitos de manera pacífica, sin seguir a cabalidad los lineamientos del feminismo europeo.
La primera ola del movimiento feminista en Bolivia vanguardizada por mujeres de clase alta, especialmente desde el Ateneo Femenino fundado en 1923, se extinguió por los años 50. Las mujeres de clase media forjaron la segunda ola del feminismo en Bolivia, que transcurre desde 1952, transitando por las dictaduras militares y concluye en la recuperación de la democracia (1952-1982). El presente artículo se refiere al periodo 1978 a 1982.
La primera participación política partidaria de las mujeres en el periodo 1952-1978, en el comando femenino Barzolas en el interior del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), no tuvo reivindicaciones de género, funcionó como grupo de choque, incluso tuvo desencuentros con los comités de amas de casa mineras por su accionar político e ideológico diferente (el comando femenino Barzolas defendía a un gobierno de tendencia nacionalista y los comités de amas de casa luchaban por recuperar la democracia y alcanzar un gobierno de izquierda).
En los pequeños intervalos democráticos entre 1978-1982, las mujeres empezaron a cuestionarse sus roles dentro del partido y comenzaron a enfrentar al poder político de los varones. Era normal que las candidaturas en los diferentes espacios de poder interno en el partido, o externo, por ejemplo elecciones universitarias, fueran copadas por varones en los cargos ejecutivos (creo que hasta las mujeres considerábamos que era ‘normal’ que esa situación fuera así). Actuar de diferente manera fue un desgaste individual permanente frente a la actitud machista de mujeres y varones.
A fines de los años 70 surge la segunda participación orgánica partidaria de mujeres, esta vez en el interior del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), donde se funda el Frente de Mujeres, que en un temprano tiempo empieza a deliberar sobre la temática de género, dentro y fuera del partido, llegando a ser parte de la Dirección Nacional del MIR. De esas reflexiones nacieron algunas organizaciones gubernamentales (ONG) de mujeres, dirigidas por ellas y hacia ellas, espacios desde donde se empezó a trabajar la temática de género en la población femenina en general, planteando reivindicaciones específicas de género, como el derecho a la igualdad entre hombres y mujeres.
A esta iniciativa de feministas miristas se sumaron mujeres de otras organizaciones políticas de izquierda, así surgió la segunda ola del feminismo en Bolivia bajo el amparo del onegenismo liderado por mujeres de clase media.
¿Cuál era la demanda principal? El reconocimiento de la doble jornada de trabajo de la mujer: una en la casa, sin remuneración salarial, y otra en el trabajo fuera de casa, por la que percibe un salario.
Por otra parte, las campesinas se agruparon en la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa (1980) y sumadas a los comités de amas de casa fueron parte del movimiento de mujeres que luchó junto al movimiento obrero y popular en contra de las dictaduras militares (Juan Pereda Asbún, 1978; Alberto Natusch Busch, 1979; Luis García Meza, 1980-1981); sus reivindicaciones fueron de clase (mejores condiciones de vida y derrocar a las dictaduras).
En tanto, las mujeres de clase alta formaron otras organizaciones: los comités cívicos femeninos, la Unión de Mujeres de Bolivia (UMBO), Mujeres Rotarias; sus actividades eran más de tipo asistencial y en ocasiones apoyaban a gobiernos dictatoriales.
Entre estos tres tipos de organizaciones de mujeres hubo muy pocas afinidades, es más, existieron desencuentros ideológicos profundos.
Las demandas principales de la segunda ola del feminismo en Bolivia (1952-1982) de su derecho al acceso de educación superior universitaria en cualquier rama científica ha sido alcanzada; mientras que su demanda de la eliminación de la doble jornada de trabajo de la mujer (hoy denominada “la economía del cuidado”), para que fuera compartida con los varones, aún sigue en pos de ser alcanzada a cabalidad.
La Paz/AEP/Claudia Miranda Díaz