Un legado vigente. Luego de 215 años de la revolución juliana, Murillo es una figura emblemática en la historia de Bolivia. Representa los valores de la libertad, la igualdad y la justicia, pilares fundamentales de la sociedad boliviana y de su Constitución Política.
Desde su conversión en museo en 1953, la Casa de Pedro Domingo Murillo, ubicada en La Paz, ha ofrecido un valioso recorrido por la historia de la Gesta Libertaria de 1809. Ahora, con una renovada propuesta museográfica, el museo presenta una colección de armas, documentos y cuadros que abarcan desde el siglo XVI hasta el XIX.
MIRADA AL PASADO
Las piezas inéditas se exhiben en salones recientemente refaccionados que conservan las características originales de hace dos siglos, tanto en las fachadas internas como externas. En las nuevas salas de los Protomártires y de la Junta Tuitiva, los visitantes pueden explorar biografías de los protagonistas de la Revolución paceña, sables, pinturas y un cuadro conmemorativo del primer centenario del hecho histórico.
VIDA Y CULTURA DE LA REVOLUCIÓN
Entre los objetos expuestos se encuentran los libros y muebles de la habitación de Murillo, artículos religiosos de los oratorios del siglo XVII y diversos accesorios de la vida económica de la época. Estos están distribuidos en los salones de la primera planta. En la planta baja, los visitantes pueden apreciar telares, kerus (vasos de madera) y artículos de plata de los años libertarios, expuestos en tres salones.
MUSEO DE ENCUENTRO Y COMUNICACIÓN
Las colecciones y la nueva museografía hacen del museo un espacio privilegiado para el encuentro y la comunicación entre la historia y el arte de hace 200 años. Este museo no solo transmite información valiosa sobre la vida cotidiana y las relaciones sociales en La Paz de la década de 1800, sino que también enriquece el patrimonio cultural de la ciudad.
MONUMENTO NACIONAL
La Casa de Pedro Domingo Murillo, líder de la revolución del 16 de julio de 1809, fue declarada monumento nacional. Construida a principios del siglo XIX, alberga colecciones de arte colonial y republicano, artesanías, etnografía, mobiliario, y objetos e iconografía de presidentes del siglo pasado.
El museo también ofrece exposiciones sobre los levantamientos y revoluciones contra los españoles antes de la independencia de la República. Entre sus tesoros se encuentran pinturas coloniales, platería, libros y manuscritos. La restauración de la casa comenzó en 1948, mantuvo sus características originales y fue adquirida por Ordenanza Municipal el 11 de julio de 1944.
CONSERVACIÓN
Para su restauración, se consultaron actas e inventarios de los allanamientos efectuados cuando las autoridades coloniales intentaban capturar a Murillo, así como las obras del historiador Vásquez Machicado. El primer director del museo fue Maks Portugal, quien supervisó su transformación en un espacio histórico.
215 años de la revolución del 16 de julio
El 16 de julio de 1809, un grupo de valientes patriotas se rebeló contra el dominio español, lo que inició un proceso que culminaría años más tarde con la creación de la República de Bolivia.
Motivados por el anhelo de autodeterminación y las ideas independentistas que circulaban por la región, los paceños se sublevaron contra las autoridades y el poder español.
Liderados por Pedro Domingo Murillo, Esteban Arce y Gregorio Willca, tomaron el control de la ciudad y establecieron una junta de gobierno.
La Junta Tuitiva, como se conoció a este gobierno provisional, implementó medidas que buscaban mejorar las condiciones de vida de la población indígena y mestiza, abolió el tributo colonial y proclamó la libertad de comercio. Aunque su existencia fue breve, este gobierno sentó las bases para la lucha por la independencia que se extendería por toda la región.
La Revolución del 16 de julio de 1809 se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad y la justicia en toda América Latina.
Después de la derrota del levantamiento paceño, Murillo fue capturado por las fuerzas españolas y condenado a muerte.
El 29 de enero de 1810, fue ejecutado en la horca en la Plaza Mayor de La Paz. Su muerte no hizo más que encender aún más la llama de la independencia que recorrería toda América Latina.
La Paz/AEP