Importante santuario religioso ubicado en la población de Quillacas. Es una edificación del siglo XVII, en cuya arquitectura destacan la cúpula central y el perímetro adornado con hermosos arcos que completan el conjunto.
La Paz, 04 de septiembre de 2023 (AEP).- Quillacas, en el departamento de Oruro, posee uno de los santuarios coloniales reconocidos en el ámbito internacional. En septiembre, que celebra su fiesta, miles de peregrinos visitan este lugar para pedir favores al Señor de Quillacas y visitar su templo, una edificación del siglo XVII en cuya arquitectura destacan la cúpula central y el perímetro adornado con hermosos arcos que completan el conjunto.
El Señor de Quillacas es milagroso, aseguran los devotos del Santo orureño. La fe a esa imagen religiosa de la Iglesia Católica se remonta hasta el periodo de la Colonia.
Y es que cuenta la leyenda que, en algún momento, entre los siglos XVI y XVII, un grupo de arrieros cruzaba los parajes de Belén, cerca del pueblo de Sevaruyo, en las pampas de Paria, en el actual departamento de Oruro.
Entre ellos estaba un argentino que llevaba sus mulas a vender o a la feria de Huari o a la de Potosí, según las diferentes versiones.
A la noche se pusieron a beber hasta quedar dormidos a cuenta de la borrachera. A la mañana siguiente, cuando este arriero argentino despertó, se encontró solo, abandonado por sus compañeros y sin rastro de sus mulas. Temiendo lo peor, se puso a buscar sus animales y, al no encontrarlos, presa de la desesperación, rompió a llorar. Al rato reparó en la presencia de un anciano de barba blanca que lo observaba sentado en unas peñas cercanas.
“No llores más —le dijo— y busca tu recua detrás del cerro”. Así lo hizo, y encontró sus mulas paciendo tranquilas donde le había indicado el anciano. El arriero volvió para darle las gracias, pero en las peñas no encontró sino una cruz con la imagen de Cristo, a cuyos pies estaban las ropas y la chuspa del anciano.
Lo llevó todo al cercano pueblo de Quillacas y siguió su camino. Vendió las mulas, obtuvo un buen dinero y volvió a su hogar, pero en todo ese tiempo no dejaba de soñar con el anciano y el Cristo crucificado. Consultó a un especialista ritual que le aconsejó volver a Quillacas y levantar un santuario en honor de la imagen.
Se empeñó en la tarea, pero las obras del templo se derrumbaban continuamente. Entonces otro sabio le aconsejó hacer el santuario con planta de cruz. Así lo hizo, y las obras se terminaron sin problema alguno; un santuario con planta de cruz latina, amplia bóveda y un gran atrio provisto de posas, que está considerado hoy entre las joyas de la arquitectura colonial en Bolivia.
A raíz de estos sucesos, el Señor de Quillacas, o Tata Quillacas, pasó a ser tomado como patrono por arrieros y transportistas, aunque su fama de imagen milagrera no tardó en propagar su devoción entre el conjunto de la sociedad, que hizo proliferar capillas y adoratorios a él consagrados y lo situó entre los santos patrones de muchas comunidades altiplánicas.
Una devoción que, quizás por sus orígenes, quizás por efecto de los movimientos migratorios, se halla fuertemente arraigada en contextos urbanos del noroeste argentino y Buenos Aires, y también en el norte de Chile y el sur del Perú, y en virtud de la cual cada 14 de septiembre se cuentan por millares los peregrinos que acuden a su santuario principal o que celebran su fiesta en sus lugares de residencia.
DEVOTOS
La población de Quillacas —ubicada al extremo sur del departamento de Oruro, a 182 kilómetros de la ciudad y 52 kilómetros de Challapata— fue fundada el 20 de mayo de 1501 por el juez visitador español José de la Vega Alvarado, quien se encontraba en cercanías de los principales centros mineros de la zona.
El templo colonial fue construido en el siglo XVI en forma de cruz, y fue refaccionado recientemente para evitar su destrucción.
Su relevancia arquitectónica y cultural hizo que el Santuario del Señor de Quillacas, mediante Ley Nº 2979, de febrero de 2005, fuera declarado Patrimonio Cultural de la Nación. Y la Ley Nº 3705, del 5 de julio de 2007, reconoce como Patrimonio Oral, Cultural y Religioso de Bolivia a las tradiciones y a la festividad del Señor de Quillacas.
Cada 14 de septiembre, fecha en la que se recuerda su festividad, cientos de devotos de Bolivia y Argentina llegan ante el Señor de Quillacas.
TEMPLO
Junto con Nuestra Señora de la Asunción de Urkupiña y la Virgen de Copacabana, el Señor de Quillacas es quizás la imagen más venerada de Bolivia; una imagen en cuya devoción convergen ese catolicismo popular centrado en el culto a los santos y elementos propios de los sistemas religiosos quechua y aymara tradicionales.
El Santuario está ubicado en la segunda sección de la provincia Abaroa del departamento de Oruro.
En los antiguos cerros San Juan, Mallcu y Santa Bárbara —que rodean al pueblo— aún existen sitios ceremoniales de culturas precolombinas.
El templo colonial tiene una amplia planta en forma de cruz. En la entrada, la iglesia, construida en el siglo XVII, cuenta con una cruz de madera blanca que se levanta sobre una antigua puerta descolorida.
El amplio patio que rodea a la construcción tiene en cada una de las cuatro puntas una capilla ardiente y, dentro del templo, al Cristo crucificado.
Para la fiesta, la cruz es sacada del templo del Señor de Quillacas y llevada en procesión hasta el calvario principal de la comunidad, aquel que se emplaza en lo alto de una colina entre los cerros Qaral y Lliphi, y que sólo se utiliza con motivo de esta celebración y de la del patrón Santiago. En este calvario, adornado con flores de plástico, está alojada de manera permanente otra imagen del Santo, más pequeña.