Desde 2001, la estética y la política de la Familia Galán marcaron las marchas LGBTI+ en Bolivia. En 2025, su legado se hace presente en cada bandera arcoíris, cuerpo transformado y grito de libertad.
El 28 de junio de 2025, año del Bicentenario de Bolivia, las calles de La Paz se llenaron de color y resistencia para conmemorar el orgullo de las diversidades sexuales y de género. Una jornada que recuerda que la celebración de la identidad no debería limitarse a un solo día, sino abrazarse todos los días del año.
Al ver a tanta gente joven, no pude evitar reflexionar sobre los 23 años de marchas que han recorrido las calles de La Paz y sobre cómo estos espacios públicos conquistados se han fortalecido. Hoy, una diversidad de grupos, personas y familias pinta las avenidas de arcoíris y reafirma su derecho a existir con orgullo.
La Familia Galán posa en las afueras del Palacio de Gobierno.
En lo personal, al activar mi memoria, regreso a ‘Las Galán’, mi primer grupo transformista que surgió en 1997 bajo el liderazgo de Diana Sofía Galán. Ella fue una pionera en posicionar el arte del transformismo femenino dentro de la comunidad gay de entonces. Con ella, junto a un grupo entrañable de amigos, adoptamos el apellido ‘Galán’ como un gesto de cariño y gratitud.
INICIOS DEL DRAG QUEEN
Pasaron los años, y el transformismo femenino dejó de responder a nuestras inquietudes creativas. Buscábamos algo más transgresor, más potente. Así nació en nosotras el drag queen, un arte performático de vestimenta irreverente, maquillaje exagerado y risa histriónica. Fue una verdadera revolución estética impulsada por la Familia Galán.
En un principio, fuimos solo Paris y Danna Galán quienes nos aventuramos en esta propuesta, pero pronto toda la familia se sumó a esta nueva agenda. Desde entonces, las calles se convirtieron en nuestros escenarios de provocación y resistencia.
No fue solo una experiencia estética, sino profundamente política. Hicimos teoría desde nuestras actuaciones. Nuestra hermana política, Susanna Rance —a quien bautizamos como ‘K-os Galán’— nos compartía las ideas performativas de Judith Butler, y nosotras las llevábamos a la práctica.
Marcha del orgullo LGBTI en La Paz.
Nuestros cuerpos transformados con esponjas, tacones de 30 centímetros, pelucas, pestañas postizas y trajes estridentes nos conferían poder. Éramos la encarnación de la deconstrucción del género que Butler teorizaba: teoría viva, en movimiento, desde las calles.
Nuestra primera aparición pública fue en el Festival de Ciudadanía Sexual ‘Placer en la Plaza’, en diciembre de 2001, en la ciudad de La Paz. El evento fue organizado por Cistac (Centro de Investigación Social, Tecnología Apropiada y Capacitación) y el colectivo de activistas Masque V.
Nuestro arte comenzaba a consolidarse como una ideología política de transformación, una rebeldía ante la opresión del patriarcado, una interpelación al binarismo sexual y de la sexualidad, un cuestionamiento donde nuestros cuerpos no eran parte.
La denuncia pública fue nuestra acción directa, y el arte drag, nuestra estrategia de lucha. Con un drag queen creativo, lúdico y desbordante en sus actuaciones de género, abrimos caminos que hoy muchas, muchos y muches transitamos con mayor libertad.
La Familia Galan fue creciendo, nombres como Alicia, Krisis, Paris, Dolor, Kos, Calipso, Pecado, Pasión, Vizio, Leonela, Eda, Shushuka, Katrina, Kea, Sasete, Machete, Pluma, Isis, Satine, Hiperquinética, Letal, Fatal, Irán, Macarena, y muchas más, llenamos el afiebrado santoral digital, como lo dijo nuestra amiga Diamela Eltit.
LA FAMILIA GALÁN ROMPE MOLDES CONSERVADORES
Desde sus inicios, la Familia Galán ha interpelado a los mal llamados “pro-vida”, a quienes identificamos como grupos fundamentalistas y antiderechos. Estas corrientes anteponen una visión única de familia, centrada exclusivamente en el modelo nuclear y biológico, conceptos que niegan la diversidad de vínculos que también construyen familia.
Personas LGBTI participan en la marcha con mensajes de resistencia y diversidad.
Nosotras, en la práctica, abrimos las puertas a visualizar la pluralidad de familias existentes. Nos autoafirmamos como una familia política, una familia de decisión propia. Esta propuesta sedujo a muchas personas como nosotras, que solo buscábamos construir una comunidad de afectos en libertad sin imposiciones ni prejuicios.
Las apariciones de la Familia Galán irrumpieron en calles, plazas, teatros, supermercados, discotecas, ferias públicas y otros espacios cotidianos, donde, sin planificarlo del todo, logramos sensibilizar y escandalizar a la población boliviana.
Son célebres nuestras apariciones en la plaza Murillo de la ciudad de La Paz, epicentro del poder estatal, así como nuestras transgresiones urbanas en distintas ciudades del país. Allí elevamos con orgullo las banderas de la diversidad de orientaciones sexuales e identidades de género, junto con la defensa de los derechos sexuales y los derechos reproductivos.
La Familia Galán reconoce el arte como un instrumento de transformación social, por ende, incursiona en espacios artísticos instalando diversas exposiciones fotográficas, como Lenguajes corporales: transgresión transformista; Mi otro yo, Somos patrimonio; y Mi cuerpo refleja mi libertad, entre otras.
El teatro también nos seduce, y hemos presentado obras con fuerte repercusión social y mediática, como Las memorias de Katherine (2004); Malcriadas (2006), inspirada en Las criadas de Jean Genet; y Fango negro (2004).
La presencia pública de la Familia Galán se hizo cada vez más protagónica. Tuvimos el programa radial Escenarios trans, emitido por radio Waynatambo, y también llegamos a la televisión con Transformando, transmitido por Bolivia TV. Las fiestas populares nos abrazaron rápidamente, especialmente a través del personaje Waphuri Galán. Siempre estuvimos presentes en los medios.
Hoy, cada miembro de la Familia Galán sigue caminos distintos, quizá ya no tan cerca- nos como en un inicio, pero cada vez que nos reencontramos volvemos a ser eso que siempre fuimos: la Familia Galán.
LAS MARCHAS DE LAS DIVERSIDADES SEXUALES Y GENÉRICAS Y LA PRESENCIA DRAG QUEEN
El 28 de junio se reconoce en Bolivia como el Día de las Diversidades Sexuales e Identidades de Género. La primera marcha se celebró en Santa Cruz en 2000, y en la ciudad de La Paz en 2003, aquellos primeros años fueron duros. Es importante reconocer que la presencia drag queen de la Familia Galán, junto a travestis y mujeres trans como Antonella Canaza, fue la punta de lanza en esa primera movilización, que desde entonces ha ido creciendo año tras año.
Este año, la presencia de tanta juventud LGBTI sin máscaras, flameando con orgullo sus banderas arcoíris, gritando y coreando cánticos de resistencia, me llena de emoción. Reafirma el camino recorrido y el trabajo colectivo. La estética drag queen se ha convertido en emblema de estas marchas en todo el país y ocupa el espacio público con arte, rebeldía y libertad.
¿MARCHA O DESFILE?
Desde un inicio, ha coexistido una mirada política y estética: la protesta y la celebración; lo lúdico-festivo y lo contestatario. Por un lado, la misma ocupación de espacios públicos es definitivamente un acto político. Por otro, la presencia de personas transformadas con seductores trajes, tacos y pelucas multicolores nos invita a una extraordinaria exhibición estética drag queen y otras formas de transformismo.
Es importante reafirmar constantemente el carácter político de las marchas, reforzar un horizonte de lucha claro y seguir politizando colectivamente estos espacios de visibilidad y resistencia.
En este año del Bicentenario, las diversidades sexuales e identidades de género marchamos en todo el país, exteriorizando con orgullo nuestra existencia, las conquistas logradas, la posibilidad de amar y vivir en libertad, y la creciente visibilidad y apoyo social. Las marchas LGBTI son, hoy más que nunca, espacios de memoria viva, recordatorios permanentes de nuestra existencia.
Aún queda mucho por construir y escribir. Este texto es parte de ese esfuerzo, un homenaje a quienes pusieron el cuerpo y la vida para abrir camino, muchas de ellas integrantes de la Familia Galán.
Por: David Aruquipa Pérez