A vísperas de celebrar 214 del grito libertario cruceño del 24 de septiembre de 1810, estas imágenes nos invitan a valorar su evolución y a recordar que, aunque los tiempos cambien, las raíces profundas de la historia siempre perduran.
Milenka Parisaca.- Entre los rincones algo polvorientos de su casa y las vitrinas del museo del municipio de Portachuelo, Bismark Napoleón Reyes Angulo ha dedicado más de 25 años a preservar la memoria de Santa Cruz y Bolivia. No se trata de un trabajo convencional; su pasión por la historia se refleja en cada pieza rescatada del olvido. Las fotos que resguarda no fueron capturadas por él, sino que llegaron a sus manos a través de familias cruceñas, de herencias de abuelos o incluso halladas en la basura, consideradas inservibles por muchos, pero valiosas para él y la historia.
Carreta antigua tironeada por bueyes, por las calles arenosas de Santa Cruz, 1930.
Estas imágenes, con sus colores desgastados y bordes rasgados por el tiempo, guardan los vestigios de una Santa Cruz de las décadas de 1920 y 1930. Una época de calles arenosas, damas elegantes y hombres distinguidos y trabajadores, carretas tiradas por bueyes, pero también progreso, educación y vida más social.
Antiguo colegio Santa Ana, fundado en 1892.
Reliquias invaluables
Una de las fotografías más impactantes es la que muestra las torres de la Catedral de Santa Cruz, captada a finales de la década de los 30. En esta imagen se aprecian las torres aún sin las icónicas cúpulas que hoy coronan la estructura. A su lado, el letrero de la Farmacia Nacional del doctor Juan Foianini, uno de los primeros médicos y farmacéuticos de renombre en la ciudad, destaca la evolución de la salud en Santa Cruz.
Finales de 1920, en el desfile de la plaza 24 de Septiembre, se observa en primer plano a Napoleón Gómez, prefecto del departamento.
La educación también tiene un lugar privilegiado en este recorrido visual. Las imágenes del colegio Santa Ana, fundado en 1892, y del Basilio Cuéllar, tomadas entre 1927 y 1930, nos muestran instituciones que recibieron a varias generaciones de jóvenes cruceños. Estos colegios, además de impartir conocimientos, son espacios de formación de valores que marcaron la identidad de la ciudad.
El Plano de la Ciudad de Santa Cruz, 1927.
Otra fotografía destacada es el Plano de la Ciudad de Santa Cruz, de 1927. Este documento es un testimonio tangible del crecimiento urbano y revela cómo la ciudad fue planificada en sus inicios. Acompañando esta imagen, el Escudo de Santa Cruz, dibujado por el artista Armando Jordán ese mismo año, refleja el orgullo de la región y su lucha por la libertad, que se ha convertido en parte esencial del carácter cruceño.
El ámbito de la salud también tiene su espacio en esta colección. La fotografía del Pabellón Sandoval del Hospital San Juan de Dios, inaugurado en 1925, nos recuerda la importancia de este centro en la historia sanitaria de la ciudad. El hospital fue y es uno de los más importantes en la región, atendiendo no solo a los habitantes locales, sino a pacientes de todo el departamento.
Automóvil Chevrolet recorre las calles arenosas de Santa Cruz, 1920.
La vida social en la urbe pueblerina de aquella Santa Cruz de la Sierra, en 1930, es capturada en otra fotografía que muestra el ritmo relajado de una ciudad que, aunque alejada de la capital del país, empezaba a florecer como un núcleo económico y social importante que hoy se constituye en la vanguardia empresarial de Bolivia. Las damas y caballeros que posan en estas imágenes transmiten la elegancia y distinción que caracterizaban a la alta sociedad cruceña de la época.
Antiguo colegio Basilio Cuéllar, en la calle Ballivián, entre La Paz y Cochabamba, 1930.
No podemos dejar de mencionar la fotografía de la Casa Beischer, ubicada frente al Concejo Municipal, en la calle Chuquisaca en 1930, que es un fiel reflejo de la arquitectura colonial que dominaba las calles de la ciudad en ese entonces.
En contraste, en la localidad de Portachuelo, una fotografía de 1945 nos muestra la calle Beni al final, un rincón de la ciudad que, aunque más rural, era un fiel testimonio del crecimiento de las poblaciones vecinas.
Finales de la década de 1930, se aprecia al fondo las torres de la Catedral sin las actuales cúpulas. El letrero de la Farmacia Nacional, de Juan Foianini.
Finalmente, las imágenes más evocadoras son las que retratan la cotidianidad de la ciudad en aquellos tiempos. Carretas tiradas por bueyes avanzando por las calles arenosas de Santa Cruz en los 30 y un automóvil Chevrolet circulando por esas mismas calles en 1920 reflejan el contraste entre la tradición y la modernidad que convivían en la ciudad.
El pabellón Sandoval del Hospital San Juan de Dios, inaugurado en 1925.
En una de estas fotografías, de finales de 1920, destaca el desfile en la plaza 24 de Septiembre, con el prefecto del departamento, el doctor Napoleón Gómez, en primer plano, un recordatorio de la importancia política que la ciudad siempre ha tenido en la historia de Bolivia.
Escudo de Santa Cruz dibujado por Armando Jordán, 1927.
El valor de la historia
Gracias a la labor de personas como Bismark, hoy podemos admirar estas imágenes y comprender el valor de preservar la historia, no solo en museos, sino también en las memorias de quienes aún atesoran aquellos días.
Este 24 de septiembre, en el aniversario de Santa Cruz, no solo debemos celebrar el presente vibrante y moderno de la ciudad, sino también su pasado lleno de vida, trabajo y cultura, cuidadosamente preservado en cada imagen antigua que nos cuenta una historia de una ciudad que nunca dejó de crecer.
La antigua Catedral de Santa Cruz, 1927.
La Paz/AEP