La exposición El uchu en Padilla, en el Musef Sucre, a través de piezas que ilustran el ciclo de vida del ají y la reciprocidad entre los humanos y la naturaleza, invita a los visitantes a descubrir la riqueza de esta tradición ancestral.
Con gran éxito, el Museo Nacional de Etnografía y Folklore, Regional Sucre (Musef Sucre), inauguró el 4 de diciembre la exposición El uchu en Padilla: cultivo y crianza mutua del ají nativo, una celebración de la rica tradición agrícola de los valles sud chuquisaqueños. Esta muestra destaca el estrecho vínculo entre las comunidades locales y la tierra, rindiendo homenaje a las diversas variedades de ají nativo y su profunda relevancia cultural y económica.
A través de piezas que ilustran el ciclo de vida del ají y la reciprocidad entre los humanos y la naturaleza, la exposición invita a los visitantes a descubrir la riqueza de esta tradición ancestral. Además, como parte de su legado, el Musef Sucre abrirá una sala permanente dedicada al ají nativo, brindando una oportunidad única para explorar y valorar la biodiversidad de la región.
La investigadora Elvira Espejo oberva la planta de un especio de ají.
Esta muestra representa un homenaje a las comunidades de los valles sud chuquisaqueños, que han cultivado el ají nativo durante generaciones, preservando su biodiversidad, su importancia gastronómica y su simbolismo cultural.
Bajo la dirección de la reconocida artista e investigadora Elvira Espejo, El uchu en Padilla marca un hito en la agenda cultural de Sucre al combinar arte, historia y sostenibilidad. La exposición no solo celebra el valor del ají nativo como patrimonio cultural, sino que también invita a reflexionar sobre la relación entre la agricultura tradicional y los retos contemporáneos, como el cambio climático y la seguridad alimentaria.
Un recorrido por la tradición y el cuidado de la tierra
La exposición sumerge a los visitantes en un viaje multisensorial a través del ciclo de vida del ají nativo. Desde la selección de semillas hasta la cosecha de variedades como el locoto, la ulupica y el cumbaro, la muestra reveló las prácticas agrícolas transmitidas de generación en generación. Este proceso, basado en el principio andino de crianza mutua, ejemplifica la reciprocidad entre las comunidades humanas y la naturaleza, donde las personas no solo cuidan la tierra, sino que también reciben sus frutos como retribución.
Las comunidades de los valles sud chuquisaqueños han cultivado el ají nativo durante generaciones.
Entre las piezas expuestas en la inauguración de El uchu en Padilla se destacaron 14 bienes culturales que narran, con precisión, el ciclo completo de la crianza mutua del ají. Entre ellas figuran herramientas esenciales como el batán, utilizado para la preparación de los alimentos; un pico, un azadón y una hoz, representativos de las labores agrícolas de cultivo y cuidado; un aguayo, símbolo de recolección y transporte comunitario; seis canastas dedicadas al secado y selección de los frutos; y tres costales empleados en el transporte y almacenamiento del ají.
En un rincón especialmente evocador, llamitas cargadas con costales y sujetas con wiskhas añaden una dimensión realista y vivencial a la muestra, evidenciando la importancia de los animales en la logística agrícola.
Finalmente, los visitantes pueden apreciar seis tipos de ají nativo y dos variedades de semillas, aribibi y ulupica, elementos esenciales que destacaron tanto la diversidad biológica como el saber campesino ancestral.
La exposición invita a los visitantes a descubrir la riqueza de esta tradición ancestral.
Los asistentes pueden apreciar el detalle y la dedicación detrás de cada etapa del cultivo, comprendiendo que la preservación de estas prácticas no solo garantiza la calidad del ají, sino que también mantiene viva una identidad cultural única.
La directora del Musef, Elvira Espejo, ha sido una figura clave en la conceptualización y realización de esta exposición. Según Espejo, el proyecto fue más allá de mostrar los bienes culturales o tradiciones; buscó activar un diálogo entre el pasado y el presente, inspirando a las nuevas generaciones a valorar su herencia cultural.
“La crianza mutua es más que una práctica agrícola, es un sistema de vida que nos enseña a convivir con la naturaleza de manera respetuosa y sostenible. Esta exposición es un ejemplo de cómo las soluciones para el futuro pueden surgir de nuestros saberes ancestrales”, señaló Espejo.
Además de destacar la importancia cultural del ají, Espejo subrayó el impacto económico de estas iniciativas. El uchu en Padilla abrió nuevas oportunidades para los agricultores locales, quienes encontraron en este espacio una plataforma para promocionar sus productos y generar redes con otros actores interesados en la preservación del patrimonio agrícola.
Además se realizaron degustaciones de diversas preparaciones con ají, lo que permitió a los asistentes descubrir los matices de sabor y aroma que caracterizan a las variedades endémicas de Chuquisaca. Estos espacios no solo promueven el aprendizaje, sino que también celebran la riqueza cultural de la región.
Preservación de la biodiversidad y la cultura
Uno de los logros más significativos de la exposición es su capacidad para resaltar el ají como un símbolo de biodiversidad y sostenibilidad. Muchas de las variedades presentadas son endémicas de la región, lo que subraya la importancia de proteger estos cultivos frente a las amenazas del cambio climático y la globalización.
El uchu en Padilla mostró cómo las prácticas agrícolas tradicionales pueden ser una respuesta efectiva a los desafíos contemporáneos. Este mensaje continuará resonando especialmente entre los jóvenes, quienes encontraran en la exposición una fuente de inspiración para revalorizar sus raíces y asumir un papel activo en la preservación de su patrimonio cultural y ambiental.
La exposición El uchu en Padilla, en el Musef Sucre.
Con esta inauguración se da pie a la visita de la sala permanente del Musef Sucre, dedicada al ají nativo. Este espacio recoge los elementos más destacados de la muestra, ofreciendo a los visitantes una experiencia enriquecedora y educativa.
Entre los elementos exhibidos se encuentran maquetas que ilustran el ciclo de crianza mutua del ají; fotografías que documentan la vida y el trabajo de los agricultores de Padilla; herramientas tradicionales como el batán y las ch’ipas, utilizadas en la conservación y procesamiento del ají; e información detallada sobre las variedades de ají nativo y su impacto en la gastronomía regional.
Un puente entre el pasado y el futuro
A través de El uchu en Padilla, el Musef Sucre ha demostrado que el conocimiento ancestral es una herramienta esencial para enfrentar los desafíos actuales. Al preservar las tradiciones agrícolas de las comunidades quechuas, la exposición no solo refuerza la identidad cultural de Chuquisaca, sino que también plantea un modelo de sostenibilidad y resiliencia para el futuro.
El museo está abierto al público de lunes a viernes de 08.30 a 16.30 y los sábados desde las 08.30 hasta las 16.00. Los domingos pueden visitar el museo desde las 08.30 hasta las 13.30. La entrada es gratuita, reafirmando el compromiso del Musef Sucre de hacer accesible la cultura y el conocimiento a toda la población.
La invitación queda abierta para que todos visiten la sala permanente del ají nativo y redescubran la riqueza de las tradiciones chuquisaqueñas, que se conectan con el sabor, la historia y el esfuerzo de las comunidades.
La Paz/AEP