La histórica movilización de miles de mineros en 1986 buscaba frenar el cierre de minas y el despido masivo, pero terminó en una derrota que marcó “la derrota final del movimiento minero” revolucionario.
El 29 de agosto de 1985, a tres semanas de haber tomado posesión de Palacio Quemado, el Dr. Víctor Paz Estenssoro suscribe el célebre Decreto Supremo 21060, adornado con cierto dramatismo declara que “Bolivia se nos muere” y anuncia el nuevo rumbo de Bolivia con la relocalización y el ajuste estructural del Estado, sepultando el capitalismo de Estado e incorpora al país al modelo de libre mercado. Paz Estenssoro pone en vigencia la política económica que redactó Jeffrey Sachs para el Plan de Gobierno del Gral. Banzer.
La dictadura del Gral. Hugo Banzer dejó una deuda externa calificada impagable, que se vio acrecentada durante la dictadura del Gral. Luis García Meza. Hernán Siles Zuazo llegó al gobierno con esa indeseada herencia, agravada por el derrumbe del precio del estaño, una estrategia de Estados Unidos (EEUU) para ahogar económicamente al gobierno izquierdista de la Unidad Democrática Popular y forzar su renuncia. Con ese fin perverso, EEUU liberó el sock pile de sus reservas estratégicas de estaño. La paradoja es que el ‘Metal del Diablo’ fue proporcionado por Bolivia en la II Guerra Mundial. El país entró en una espiral inflacionaria y comenzó a gestarse el retorno de la derecha fascista para entregar las riquezas naturales a las transnacionales, para cuyo fin era preciso destruir el movimiento minero revolucionario que se había atrincherado en las minas nacionalizadas, último bastión de resistencia antineoliberal.
En la estrategia neoliberal, el MNR, ADN y MIR formaron una megacoalición parlamentaria que les facilitaba compartir el poder. Una vez que Víctor Paz Estenssoro fue elegido como presidente por el congreso, todo estaba preparado para que los representantes neoliberales apliquen su fórmula monetaria con el aparente objetivo de frenar la “hiperinflación”, aunque en realidad se buscaba la liquidación del movimiento minero revolucionario, condición sine qua non para el despojo neoliberal.
El 25 de agosto de 1986, Paz Estenssoro dicta el DS 21377 que determina el cierre definitivo de las minas de la Comibol y la creación de cooperativas. La otrora poderosa Corporación Minera de Bolivia es reducida al infame rol de un ente administrador de contratos Joint Venture de riesgo compartido, entregando los ricos yacimientos mineros a las transnacionales.
Ante el masivo despido (“relocalización”), los trabajadores mineros aprueban el 9 de mayo de 1986 La Tesis de Catavi, que exigía la supresión del Decreto 21060 “neoliberal” e instruye la lucha contra el imperialismo. El Gobierno había condenado a los mineros bolivianos a soportar un año de miseria y humillaciones, con pulperías completamente desabastecidas, y las familias mineras no tenían ya nada que comer, sus salarios eran bajos y el gobierno de Paz Estenssoro, a través del Decreto 21060, cerró las minas, dejando en la calle a miles de trabajadores del subsuelo.
Miles de trabajadores de los centros mineros de Huanuni, Siglo XX, Llallagua, Catavi, San José, Uncía y el Consejo Central Sur se concentraron en un gran ampliado en el que las bases mineras exigieron movilizarse a pie hacia La Paz, para exigir la derogatoria del DS 21060. Esta histórica movilización se realizó del 21 al 28 de agosto de 1986, en la que participaron más de 10 mil trabajadores mineros y amas de casa, a los que se sumaron gremiales, universitarios, maestros, campesinos, con la firme convicción y decisión de resistir la privatización de las minas estatales y el despido (“relocalización”) de sus fuentes de empleo.
La Marcha por la Vida se vio amenazada de forma permanente por las fuerzas represivas, sin embargo, los marchistas mantuvieron su coraje y su convicción. El P. Roberto Durette, director de radio Pío XII, instaló una radio móvil para transmitir y apoyar la movilización de 25 mil mineros y representantes de otros sectores que en la histórica marcha pretendieron evitar el cierre de minas y el despido de 35 mil obreros. A raíz de ese suceso, el gobierno de Víctor Paz Estenssoro incautó los equipos de la radio y determinó apresar a sus radialistas. El P. Gustavo Pelletier y Abenor Alfaro son detenidos y encerrados en las mazmorras del Ministerio del Interior.
Durante el recorrido desde Oruro hasta Panduro, se sumaron sectores campesinos y gremiales, y entre las localidades de Ayo Ayo y Calamarca, estudiantes de la Universidad de Siglo XX y la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB). El 25 de agosto el Gobierno decreta la descentralización de la Corporación Minera de Bolivia y, a fin de imponer estas medidas, el 28 de agosto decretó estado de sitio, instruyendo interceptar y desarticular la marcha. Fuerzas combinadas del Ejército y Policía, con blindados del Regimiento Tarapacá y del Regimiento Camacho, sitian a la marcha en Calamarca. Vuelos rasantes de aviones de guerra de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) generan terror psicológico.
Ante esta situación de incertidumbre la dirigencia de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) decide disolver la marcha para evitar otra masacre, los mineros fueron retornados a Oruro en sus propias volquetas y buses contratados por el Gobierno. Los trabajadores de base calificaron ese hecho como una traición de los dirigentes de la FSTMB a la clase obrera.
¿Por qué la Marcha por la Vida no fue liderada por los dirigentes de la FSTMB? ¿Cuál fue la razón para que el dirigente del distrito minero de Siglo XX asuma esa responsabilidad? ¿Hubo traición a la clase obrera?
Los testimonios de trabajadores y dirigentes mineros, publicados en la Historia oral del movimiento minero, a través del testimonio de sus protagonistas (La Paz, 2020), nos da luces para responder a estas interrogantes cruciales, para comprender ese nefasto proceso que marcó la debacle del movimiento minero revolucionario.
Naturaleza de la Marcha por la Vida
Cristóbal Aranibar afirma: “Esta marcha era contra el 21060 y para evitar el cierre de las empresas mineras. Otra cosa es que los escritores han acomodado a su lenguaje para decir Marcha por la Vida. Un dirigente de base, compañeros, va a conducir porque en la Federación de Mineros, en ese entonces, había una lucha ideológica en el seno de los trabajadores”.
Emil Balcázar Lara agrega: “En el paraninfo de la UTO es donde se toma la decisión en ampliado de la Federación de Mineros de marchar y me recuerdo que fue un compañero del Consejo Central Sud que dijo: ‘Compañero, esta es una lucha, es una lucha por la vida de los trabajadores’, y el compañero Filemón Escobar, que era un tipo muy hábil, la agarró rápidamente: ‘Estamos luchando por la vida de los trabajadores y del pueblo boliviano porque el pueblo boliviano vive de la minería. Entonces está marcha que lleve ese nombre ¿están de acuerdo? De acuerdo todo el mundo, la Marcha por la Vida’. Es un ampliado nacional convocado por la Federación de Mineros, el que toma la decisión de que todos los distritos mineros, sobre todo la minería nacionalizada, vamos a la marcha. Vamos a marchar contra el 21060”.
Ruffo Rivera Miranda corrobora esas afirmaciones: “Nos hemos reunido en Oruro los diferentes distritos. Hemos hecho un ampliado para marchar, y al día siguiente hemos empezado con la marcha. La marcha era contra el 21060, pero en el transcurso ha ido identificándose como la Marcha por la Vida. Esa marcha realmente ha sido histórica, es un método de lucha que hemos descubierto, era una marcha totalmente sacrificada”.
Por qué la FSTMB no lideró la Marcha por la Vida
Cristóbal Aranibar señala: “Había dos posiciones encontradas en el movimiento obrero, en la parte dirigencial. Una, encabezada por Simón Reyes que han tomado la Federación de Mineros y la Central Obrera Boliviana toma el compañero Lechín con Víctor López, o sea que era una pelea brutal. Entonces, compañeros, esa pelea ha hecho que inclusive no se conduzca la marcha por ellos, por los dirigentes porque no estaban de acuerdo porque había una pelea, compañeros. Esa pugna ha de hacer que en esa marcha no intervenga la Federación de Mineros, y por obligación porque Siglo XX, estaba marchando, compañeros, asumo la conducción”.
El vicepresidente Julio Garrett, el presidente Víctor Paz Estenssoro y el presidente del Senado Gonzalo Sánchez de Lozada (1985)
El cerco policial-militar de Calamarca
Cristóbal Aranibar, continúa: “El compañero Filemón Escóbar nos da alcance en Caracollo, se suma a la marcha, pero no dirige la marcha. Esa marcha creció, ha incorporado a todos los sectores, no sólo Catavi, Siglo XX, todos los distritos reforzaron, en medio camino, han llegado todos los compañeros y se incorporaron a la marcha. La solidaridad a esa marcha ha sido superabundante, de manera espontánea de los campesinos, de todos los sectores y además fortalecía la presencia de otros sectores, desde Santa Cruz hasta parece que han venido, se veían los universitarios y demás. En Calamarca nos sorprendemos y hemos descansado ahí, nos encontrábamos rodeados a medianoche ya, por todo el Ejército, todo rodeado, no podíamos movernos, los aviones venían como alarma”.
El DS 21377, las cooperativas reemplazan a las empresas mineras
Cristobal Aranibar: “Cuando estamos en Patacamaya, después del 21060, el que remata, compañeros, el cierre de las minas, es el Decreto 21377. En Patacamaya se crean las cooperativas, compañeros, con ese decreto y hay que ver eso, compañeros. Lamentablemente quienes eran dirigentes de la Federación y demás organizan para contrarrestar a todos, evidentemente las cooperativas destrozan la mina y han hecho las cosas, el escarnio que corresponde”.
Traición del movimiento minero
Recién aparece casi todo el Comité Ejecutivo de la Federación de Mineros y Simón Reyes, y el resto de los compañeros dirigentes. La Federación de Mineros frente a las circunstancias asume la responsabilidad de terminar, seguramente previa parlamentaria: “‘Aquí, el Ejército va a barrer si no hacemos caso, yo prefiero más vivos que muertos y tenemos que retornar’, de ese modo por instrucción, por determinación de la Federación de Mineros se retornó, pese a que había protestas en las asambleas, los compañeros decidimos retirarnos, pero dejando como bandera nuestros postulados en ese camino, en Calamarca”.
Emil Balcazar recuerda que “al retorno de la Marcha por la Vida decía el ‘Cubano’: ‘Reyes, Escóbar ¡todos son unos traidores! traicionaron la marcha’. Sobre la carretera se tiraron unas compañeras amas de casa, se botaron al suelo: ‘Nos declaramos en huelga de hambre aquí en la carretera’. Entonces, han agarrado los militares y nos han dicho: —Sí o sí se tienen que ir. Entonces llegó Reyes, llegaron Filemón, ellos venían de La Paz, no estaban en la marcha en ese momento: ‘Compañeros, aquí son tantos regimientos los que están movilizados, nos han dicho que están en una zona de operaciones, esto es zona de operaciones, esto es una guerra’. Me acuerdo que Filemón Escóbar dijo: ‘Por tanto compañeros, no podemos ser irresponsables, no tenemos aquí con qué defendernos, qué podemos hacer’ ‘—¡Huelga de hambre, huelga de hambre! —gritaron los compañeros. Poco a poco se fueron amainando las cosas y al final las compañeras amas de casa se han tirado al suelo. Yo estaba entre los primeros en treparme a la volqueta de Siglo XX, en una volqueta nos hemos vuelto. La compañera Domitila Chungara formaba parte de la Marcha por la Vida, estuvo en esa marcha, pero no entre las que se botaron al suelo. A las compañeras amas de casa que se tiraron al suelo, las han arrastrado los soldados y alzadas las han cargado, y las han metido a un bus”.
José Montecinos Alfaro afirma: “Yo no coincido con muchos compañeros de que la Marcha por la Vida ha sido traicionada por el compañero Reyes, o por el compañero Filemón Escóbar ¡Jamás! He estado en el lugar y digo con sinceridad que lo que ha pasado es que no se permitió que se derrame sangre porque estábamos rodeados de soldados, de la Policía, detrás de la Policía los militares, las Fuerzas Armadas, estaban los tanques, estaba la aviación y las compañeras amas de casa querían seguir en la Marcha por la Vida y los compañeros han detenido esa situación, y se les ha nombrado, o se les ha dicho que son traidores”.
La derrota del movimiento minero revolucionario
Emil Balcazar: “Hemos vuelto y en Oruro nos ha esperado el pueblo de Oruro, a los mineros nos esperaban con banderas, salían con la bandera tricolor en los balcones, la gente llorando. Era la derrota, compañeros, era la derrota final del movimiento minero. Ahí se estaba sellando la derrota final del movimiento. En Oruro fue un recibimiento impresionante, la gente llorando sabía que los mineros habían terminado derrotados. En la asamblea decía Aranibar: ‘—Compañero, esto no es una derrota, esto es un retroceso para reorganizarnos y volver a la lucha’. Estaba bien como consigna —le digo yo a Durette— Hermano, aquí acabó la cosa, creo que aquí ha concluido todo”.
Epílogo
El 21060 fue el plan magistral de EEUU para destruir al movimiento minero revolucionario y propiciar el saqueo de las riquezas del subsuelo, imponiendo un régimen neoliberal que sumió al país en la pobreza absoluta durante dos décadas. Fue el mayor triunfo de la oligarquía para controlar el país y restaurar el orden liberal.
El resultado de la intervención de la FSTMB para ordenar el fin de la Marcha por La Vida fue la derrota del movimiento minero revolucionario. Con ese hecho se consumó la desnacionalización de la minería, el cierre de 36 distritos industriales mineros, el despido de 35 mil mineros y la diáspora interna junto a sus familias, la imposición del modelo de libre mercado y el fin del capitalismo de Estado como modelo de acumulación del capital.
Escrito por Luis Oporto Ordóñez (*)
*Magister scientiarum en Historias Andinas y Amazónicas. Docente titular de la carrera de Historia de la UMSA.