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Musef publica un libro que rescata la memoria arqueológica de Bolivia

El lanzamiento, previsto para el 19 de febrero en el Museo Nacional de Etnografía y Folklore, convoca a la comunidad cultural a conocer el legado de Gregorio Cordero Miranda, quien transformó la arqueología en una expresión visual de la memoria histórica de Bolivia.

La publicación Gregorio Cordero Miranda. Memorias del Pasado no es solo un homenaje a la vida y obra de un arqueólogo excepcional, sino también un esfuerzo por recuperar una parte fundamental de la memoria arqueológica de Bolivia.

Este libro representa la culminación de un proceso de investigación, catalogación y puesta en valor de un archivo documental que, hasta hace poco, permanecía en la sombra. Ahora, gracias a la donación de su familia y al trabajo del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef), esta invaluable colección de escritos, fotografías y dibujos ve la luz. Permite a investigadores y al público en general acceder a un legado que ayuda a comprender mejor nuestra historia.

La obra no solo presenta la trayectoria de Gregorio Cordero Miranda como arqueólogo, sino que también pone a disposición documentos inéditos sobre sus investigaciones en algunos de los sitios arqueológicos más importantes del país. A través de más de 3.300 documentos, incluyendo manuscritos, informes de excavación, dibujos y fotografías, se reconstruye su papel en la arqueología boliviana. Se destaca sus contribuciones al estudio de lugares como Tiwanaku, Pucarani, Iskanhuaya y Chiripa.

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Este material, recopilado y preservado con un rigor meticuloso, ofrece una mirada única a la arqueología boliviana del siglo XX. En sus notas de campo se pueden encontrar descripciones detalladas de hallazgos, metodologías utilizadas en excavaciones y reflexiones sobre la interpretación del pasado. Sus dibujos arqueológicos, precisos y llenos de detalles, muestran su capacidad para documentar con exactitud estructuras, cerámicas y otros vestigios, en una época en la que la fotografía aún no tenía la capacidad técnica para registrar ciertos detalles con la misma claridad.

Además de su importancia como documento arqueológico, Gregorio Cordero Miranda. Memorias del Pasado es un aporte significativo para la historiografía boliviana.

La arqueología ha sido una disciplina central en la construcción de la identidad cultural del país, pero muchas de sus figuras clave han sido relegadas a un segundo plano en la historia oficial. Este libro permite reivindicar el rol de Cordero Miranda y su influencia en la institucionalización y profesionalización de la arqueología en Bolivia.

Pero ¿quién es Gregorio Cordero Miranda?

La tradición fotográfica de la familia Cordero comenzó con Julio Cordero Castillo, nacido en Pucarani, y fue continuada por su hijo Julio Cordero Ordóñez y su nieto Julio Cordero Benavides. En 1922, nació Gregorio Cordero Miranda, hijo de Julio Cordero Castillo y Mercedes Miranda, quien fusionó su pasión por la fotografía con la arqueología al documentar meticulosamente el patrimonio cultural de Bolivia.

Gregorio Cordero Miranda fue mucho más que un arqueólogo. Su formación en el mundo de la imagen, heredada de su padre, el renombrado fotógrafo Julio Cordero, le otorgó una sensibilidad visual que marcó profundamente su trabajo en la arqueología boliviana. Mientras muchos investigadores de su época se enfocaban exclusivamente en la excavación y la teoría, Cordero Miranda comprendió que la memoria del pasado debía ser no solo estudiada, sino también preservada visualmente con el mayor detalle posible.

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Su habilidad para el dibujo y la fotografía no era un complemento, sino una herramienta fundamental en su forma de aproximarse a la arqueología. En una época donde la tecnología digital no existía, la única forma de capturar con fidelidad las estructuras, objetos y contextos arqueológicos era a través de bocetos detallados y registros fotográficos precisos. Cordero Miranda dominó ambas técnicas con maestría y se convirtió en un cronista visual del pasado boliviano.

Desde su juventud, Gregorio estuvo rodeado de imágenes. Su padre, Julio Cordero, fue uno de los fotógrafos más importantes de Bolivia por documentar con su cámara desde la vida cotidiana hasta momentos clave de la historia nacional. Su estudio fotográfico fue un centro de producción visual donde Gregorio creció viendo cómo las imágenes se convertían en testimonios del tiempo. Esa influencia se reflejó en su posterior trabajo arqueológico, donde el ojo crítico del fotógrafo se fusionó con la meticulosidad del científico.

A lo largo de su carrera, Cordero Miranda participó en excavaciones en algunos de los sitios más importantes del país, como Tiwanaku, Chiripa, Pucarani e Iskanhuaya. Pero lo que lo diferenciaba de otros arqueólogos fue su capacidad de capturar la esencia de estos lugares no solo en informes técnicos, sino en imágenes y dibujos que hoy en día siguen siendo referencia para investigadores. Sus planimetrías de estructuras, ilustraciones de piezas cerámicas y fotografías de campo no solo cumplen una función documental, sino que también tienen un innegable valor artístico.

El archivo personal que hoy forma parte del Musef, gracias a la donación de su familia, contiene más de 1.800 fotografías y negativos, además de más de 300 dibujos y planos de sitios arqueológicos. Estas imágenes no solo reflejan su trabajo, sino que nos muestran su mirada, su forma de ver la arqueología como una disciplina que no solo busca entender el pasado, sino también representarla de manera fiel y estética.

Cordero Miranda representa una rara combinación entre ciencia y arte, entre método y sensibilidad. Su trabajo nos recuerda que la arqueología no solo se trata de desenterrar objetos, sino de interpretar y transmitir historias. A través de su lente y de su lápiz, dejó un legado que no solo es de valor académico, sino que también es una obra de arte en sí misma.

Su historia, plasmada en el libro Gregorio Cordero Miranda. Memorias del Pasado, nos invita a redescubrir su legado y a valorar la arqueología no solo como una ciencia, sino como una forma de arte que nos conecta con quienes fuimos.

Su archivo, ahora donado al Musef, consta de más de 3.300 documentos, entre manuscritos, fotografías, notas de campo y dibujos de piezas arqueológicas. Su meticuloso trabajo de registro y catalogación permitió generar un invaluable testimonio sobre sitios arqueológicos. Además, fue un gestor clave en la reestructuración del Museo Nacional de Arqueología (Munarq), institución que dirigió hasta su fallecimiento en 1979.

La investigación detrás de este catálogo fue posible gracias a la donación de su archivo personal al Musef en 2019 por parte de sus hijas Aida Jovita y Pola Cordero, con la gestión de su sobrina Ninoska Cordero. Esta donación permitió un proceso de catalogación y digitalización que hoy se materializa en una obra esencial para arqueólogos, historiadores y el público en general.

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Las imágenes y documentos que componen esta obra permiten al lector viajar en el tiempo, revivir las expediciones arqueológicas de mediados del siglo XX y conocer de primera mano las dificultades y desafíos que enfrentaban los investigadores de la época. También nos recuerda la importancia de preservar los archivos y documentos históricos, ya que, sin ellos, muchos de los esfuerzos científicos del pasado quedarían en el olvido.

Un evento imperdible para la comunidad cultural

El lanzamiento de Gregorio Cordero Miranda. Memorias del Pasado será un evento clave para la comunidad académica y cultural del país. La presentación, que se llevará a cabo el 19 de febrero en el Musef, contará con la participación de especialistas en arqueología, familiares de Cordero Miranda y representantes de la institución. Será una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de la arqueología en la construcción de nuestra identidad y sobre la necesidad de seguir rescatando y difundiendo los aportes de quienes han dedicado su vida al estudio del pasado boliviano.

Más que un libro, esta obra es una invitación a conocer y valorar la historia de quienes han trabajado incansablemente para descubrir y preservar nuestras raíces. En cada página, en cada fotografía y en cada dibujo, Gregorio Cordero Miranda. Memorias del Pasado nos recuerda que la memoria arqueológica de Bolivia es un patrimonio vivo que debe ser protegido y compartido.

AEP


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