Hoy, es un ejemplo que muchos quieren imitar y los primeros en tomar las lecciones fueron sus hijos, Mauricio y Alberto, quienes ya conocen el sabor de subir al podio de los vencedores.
La Paz, 06 de mayo de 2024 (AEP).- Cuando un piloto lleva el automovilismo en la sangre es difícil abandonar, porque la unión es para siempre, así lo asegura el varias veces campeón nacional Rolando Castrillo Lazcano.
Pronto a cumplir 50 años en el deporte tuerca, el piloto paceño tiene un palmarés envidiable que todo corredor quisiera alcanzar, porque no es fácil ganar cinco Grandes Premios, tener el récord en velocidad del Circuito Óscar Crespo, la competencia nacional más atrayente, y trofeos ganados gracias al buen manejo y la excelente preparación de sus coches.
Hoy, es un ejemplo que muchos quieren imitar y los primeros en tomar las lecciones fueron sus hijos, Mauricio y Alberto, quienes ya conocen el sabor de subir al podio de los vencedores.
—Rolando, ¿cómo y cuándo comenzó su pasión por el automovilismo?
—Todo comenzó desde muy niño. Mi papá, Alberto Castrillo, me llevaba por las rutas y veía pasar los coches en los Grandes Premios. En mi interior decía: Algún día voy a correr y se me dio la oportunidad en 1975 con un Toyota Célica en una Doble Copacabana. Hicimos una linda carrera porque clasificamos sextos en la general entre más de 60 pilotos. Desde esa vez nunca más quise dejar de competir en este deporte que me apasiona.
Después me preparé para correr una doble Cochabamba, donde tuve mi primer percance. Como éramos novatos, entré muy fuerte y nos salimos de la ruta en Caracollo, pero volvimos al camino y llegamos a duras penas a la meta.
El año 91 salimos terceros a nivel departamental. Ese año tuve un accidente terrible en la Vuelta a los Yungas, a la altura de Sacramento y San Juan, chocamos contra el coche de Ludwing Quiroga y caímos a un precipicio de aproximadamente 300 metros. Después pensé que no iba a correr más, pero en esto de los fierros es muy difícil decir basta y aquí termina. Compramos un nuevo coche y corrimos un Gran Premio para perder el miedo, y llegando a Cobija, a unos 70 kilómetros, abandonamos estando terceros.
Dejamos de correr un año, volví con un carro muy competitivo que lo compramos de Osvaldo Zenteno el 93. Ese año ganamos la Doble Copacabana.
Desde el 94 participamos en competencias nacionales y departamentales, logrando títulos en condición de invicto en la categoría Multivalvular y desde esa vez ya no soltamos el podio.
—¿Cómo festejó su primer triunfo?
—Festejamos como locos con mi preparador de ese entonces, Jorge Vargas, que a muchos pilotos ha sacado campeones nacionales. Hemos sacado siempre la cara por La Paz en competencias nacionales.
Ahora tengo a Rodrigo Asué como nuevo preparador y el coche que me prepara está andando bien, por lo que tenemos un buen apoyo para seguir subiendo a lo más alto del podio.
—¿Participó en alguna prueba internacional?
—Tuve la oportunidad de ir a Chile, donde ganamos una prueba en circuito, pero salir a una competencia sudamericana todavía no, Dios mediante se puede dar el próximo año con otra máquina competitiva.
—¿Cuánto dinero necesita para cumplir el objetivo?
—Se requiere mucha plata para salir al exterior. Queríamos correr un Dakar, no se dio la posibilidad porque no teníamos el auspicio necesario, habíamos conseguido un 50% y restaba otra mitad para cumplir nuestro sueño.
Todo lo que uno invierte es sin retorno, es un deporte muy caro. Si uno no tiene el apoyo de las empresas, es muy difícil seguir adelante. Hay que trabajar bastante para darte el gustito de correr.
—Cuando cayó a 300 metros en los Yungas, ¿no pensó en abandonar el automovilismo?
—Es muy difícil salir del automovilismo después de que has entrado. En una Doble Copacabana nos salvamos por 10 centímetros, nos salimos del camino y hemos ido a chocar contra una barra; en ese momento estábamos dejando el automovilismo.
Después de un paréntesis de uno o dos años volvimos a correr, porque era imposible dejar este deporte. El año 99 volvimos con más ganas y con un auto Subaru, que no nos ha dado muchas satisfacciones, después adquirimos el auto de Armin Franulic y conseguimos mejores resultados.
—¿Cómo está el automovilismo con relación al de épocas anteriores?
—Antes había más apoyo de las empresas, los premios económicos eran buenos y entregaban autos a los ganadores. Ha bajado todo eso y el apoyo es mínimo por lo que ya no hay muchos corredores.
Antes se podía correr a 180 o 200 kilómetros por hora; ahora con la tecnología se puede imprimir mayor velocidad, que representa mayor peligro. Además que el costo es muy alto y es diferente a los coches de antes, la caja viene de clanes, la suspensión, los frenos, la electrónica, todo es más sofisticado.
—¿Eso mermó la participación de pilotos?
—Sí. Antes en una competencia nacional estaban en el punto de partida 60 corredores; hoy no ves a más de 30 o menos tal vez. En La Paz no hay muchos pilotos. Donde se puede apreciar una buena cantidad de corredores es en el Circuito Óscar Crespo de Sucre, ahí van todos.
—¿Qué se necesita para mejorar?
—El apoyo de las empresas privadas y públicas, y el apoyo del periodismo, porque más se dedican a dar cobertura al fútbol. Eso de alguna manera influye porque ya no saben quiénes han corrido o quiénes han ganado una competencia.
—¿Cuánto influye que no haya premios económicos?
—Mucho, antes correr por un premio económico valía la pena porque cubría prácticamente todo. Gracias a Dios tuve la oportunidad de ganar dos autos, uno, por ganar en un Gran Premio Nacional, me entregaron un auto cero kilómetros y otro en un campeonato que se corrió en El Alto.
—La dinastía Castrillo en el automovilismo no se va a perder porque sus hijos ya le tomaron el pulso y corren, ¿no?
—Va a ser difícil que el apellido Castrillo se pierda en el automovilismo, porque mis dos hijos, Mauricio y Alberto, también son apasionados no solamente del deporte tuerca sino del básquetbol, donde participan en campeonatos departamentales y nacionales.
—¿Cómo le encontraron el gusto?
—Me acompañaban como auxilios y decían que algún día iban a correr. Al principio iban conmigo como navegantes, han aprendido bastante y ante la presión de los amigos de prensa llegó la hora del debut y lo hicieron de buena manera. Hoy ya son campeones departamentales y apuntan a más.
—¿Con qué sueña?
—Con tener un buen auto para correr un par de años más, porque estamos en condiciones de pelear por más títulos, después ya pensaremos en dejar el deporte que más nos gusta.