El presidente Luis Arce optó por romper los protocolos de seguridad y se negó a abandonar su oficina cuando los militares se aprestaban a tomar el poder.
En el piso 22 de la Casa Gran del Pueblo se vivían momentos tensos, sobre todo en el grupo de seguridad presidencial, que es responsabilidad de la Policía. El presidente Luis Arce optó por romper los protocolos de seguridad y se negó a abandonar su oficina cuando los militares se aprestaban a tomar el poder.
Decidió ir a hacerles frente a los militares que se aprestaban a ingresar a la Casa Grande del Pueblo por el viejo Palacio Quemado, sin ninguna medida de seguridad. Incluso, rehusó utilizar un chaleco antibalas que le sugirieron ponerse.
El viceministro de Autonomías, Álvaro Ruiz, fue una de las autoridades que acompañaba al presidente Arce y relató en primera persona lo que ocurrió ese 26 de junio en la tarde, durante la intentona golpista comandada por el excomandante de Ejército Juan José Zúñiga.
“La seguridad presidencial tenía todo listo para que el presidente deje Palacio. Tenía todo organizado para proteger y resguardar, pero el presidente decide (que) no podemos salirnos”, relató en una entrevista con Radio Fides.
A las 14.15, aproximadamente, empezaron a saltar las alertas sobre el movimiento de los blindados en plaza Murillo. Desde lo alto se divisiva el movimiento de tropas y de los blindados sin saber a ciencia cierta lo que ocurría.
Ruiz estaba en el piso 14 de la Casa Grande del Pueblo. Por los grandes ventanales vio a las tanquetas en plaza Murillo y por las transmisiones en directo de canales de televisión lo que fue terminó confirmándose, el curso de un golpe de Estado.
Salió con rumbo a la oficina de la ministra de la Presidencia, María Nela Prada, ubicada en el piso 20, pero se la encontró en el ascensor y junto fueron hasta el piso 22, donde estaba el presidente Arce y el vicepresidente David Choquehuanca.
“Yo estaba con el presidente, estábamos en el piso 22. Cuando vemos (por televisión) el impacto del tanque al abrir la puerta del Palacio de Gobierno, el presidente dice: Tenemos que bajar, hay que encararlos, no tenemos otra”, relató.
“En lo que bajábamos en el ascensor del piso 22 al piso 1 de Casa Grande del Pueblo, pide el Bastón de Mando. Ahí es cuando hasta la seguridad le dice: póngase un chaleco (antibalas). En un primer momento acepta y se pone, pero segundos después se saca porque -dice- es muy pesado y no puede moverse. Solo usa la chamarra”, reveló.
Ya en el ingreso al viejo Palacio Quemado, Arce frena y encara a Zúñiga, y le ordena el repliegue de los blindados y de los uniformados de la Policía Militar, pero se niega, al igual que el hoy excomandante de la Naval Juan Arnez que lo acompañaba.
También estaba el excomandante de la Fuerza Aérea Marcelo Zegarra, pero decide darles la espalda a sus camaradas y opta por quedarse con Arce, ahí, en el ingreso a Palacio Quemado.
El criterio Ruiz, “Zúñiga no esperaba que el presidente (lo) enfrente”, sino que “se retire (de Casa Grande del Pueblo) y pueda entrar al Palacio y posesionarse como presidente y posesionar su gabinete, porque él, en su momento, dice: vamos a cuidar la democracia, no puede ser que más de estos (políticos sigan) gobernando y vamos a liberar a los presos políticos”.
“Yo creo que ahí el general Zúñiga tenía que tomar la decisión, si entra y toma vidas, derrama sangre”, pero opta por volver sobre sus pasos y subir al blindado que lo esperaba y que rompió la puerta de ingreso al viejo Palacio Quemado.
Para Ruiz, la decisión del presidente de no dejar la Casa Grande del Pueblo y de Zegarra de abandonar la asonada golpista llevaron al fracaso del golpe de Estado.
Los tres ahora excomandantes están entre las más de una veintena de personas procesadas por el golpe de Estado fallido.
La Paz/ABI