Ocurrió en diciembre de 2010 y provocó un levantamiento social que casi termina con su administración.
El 26 de diciembre de 2010, el presidente Evo Morales tomó una medida sin precedentes, que ni dictadores ni neoliberales se atrevieron: elevar en 82% el precio del diésel y en 72% para la gasolina.
Luego de enfrentar protestas y paros que amenazaban con paralizar el país, el entonces mandatario revirtió su decisión de aumentar los precios de los combustibles. Lo hizo el 31 de diciembre, dos horas antes del 1 de enero de 2011.
El Decreto Supremo 748, que eliminaba la mayoría de los subsidios al combustible, estuvo vigente cinco días.
El mandatario anunció la anulación del controvertido decreto como resultado de haber “escuchado al pueblo”.
La medida provocó una revuelta popular que ya había dejado al menos 15 heridos.
Grupos que históricamente apoyaron a Morales se distanciaron de él durante las protestas. La Federación de Juntas Vecinales (Fejuve) de la ciudad de El Alto, antiguo bastión del entonces presidente, emergió como una de las voces más fuertes en contra del aumento.
ESTALLIDO SOCIAL
La decisión fue una chispa que estalló con furia en las calles. Comenzó con una escalada en las tarifas de transporte y en el coste de los alimentos de primera necesidad. Algunos, como la carne, la harina y el azúcar comenzaron a escasear.
El pánico se apoderó de los ahorradores, que en apenas unos días retiraron masivamente su dinero: se fugaron del sistema financiero 200 millones de dólares.
Las agrias críticas a Evo Morales precedieron a las movilizaciones contra el decreto, que alcanzaron dimensiones violentas.
Las huelgas de transportistas dieron paso al corte de carreteras, que a su vez despejaron el camino a multitudinarias marchas que acabaron con enfrentamientos contra la policía.
En el Alto, los manifestantes quemaron las estaciones de peaje que ardían al mismo ritmo que el apoyo popular de Evo.
A pesar que el también dirigente cocalero intentó calmar la tensión social con medidas como el aumento del 20% de los salarios públicos, la congelación de las facturas del teléfono, el agua y la electricidad y un aguinaldo adicional —políticas que también fueron derogadas — las manifestaciones fueron en aumento.
Tras la cruda respuesta, Morales dio marcha atrás.
ELIMINAR
En reiteradas oportunidades, el ahora dirigente cocalero “sugirió” eliminar la subvención a los combustibles porque, dijo, “es un cáncer” para la economía nacional.
Afirmó que el Gobierno de Luis Arce eroga demasiados recursos para mantener esa política.
“Es harta plata (lo que se destina para la subvención a los combustibles), eso es una sangría para la economía boliviana, entonces, hay que ver cómo eliminar”, dijo Morales en su programa radial de Kawsachun Coca.
Recordó que cuando él levantó la subvención por unos días obtuvo el rechazo de la población. No obstante —dijo— tiempo después, obtuvo, a través de una encuesta, el respaldo “de acabar con la subvención”.
Periódico La Razón refleja el pedido de Evo Morales
REFERENDO
El Gobierno no retiró la subvención a la gasolina ni al diésel, porque incrementar los precios de los combustibles afectaría a los sectores más vulnerables de la sociedad.
Sin embargo, a raíz de la escasez producida durante los últimos meses, especialmente de diésel y en menor medida de gasolina, la administración de Luis Arce propuso realizar un referendo para consultar a la población sobre la continuidad de esta política pública.
El presidente Arce manifestó ayer en un acto público que la subvención ha ido afectando gradualmente a las arcas del Tesoro General de la Nación y agregó que “como estamos, no vamos a poder seguir adelante”.
“Es un asunto muy costoso, quizás más costoso que enfrentar su levantamiento gradual, paulatino, sistemático, estratégico y sectorial (…) para que poco a poco nos vayamos liberando de este lastre que afecta a todo el país”, indicó el presidente.
Según datos oficiales, el país importa el 58% de la gasolina y el 86% del diésel que se consume en el mercado interno.
Al ser un producto subvencionado, el precio para el consumidor es bajo comparado con el costo de otros países: el litro de gasolina especial cuesta 3,74 bolivianos y el de diésel 3,72 bolivianos.
Periódico La Prensa con los precios de los combustibles impuestos por Evo Morales.
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