Según la psicóloga, un aspecto importante es que la sexualidad, el sexo, el coito y el erotismo no son sinónimos y muchas veces están mal entendidos.
La Paz, 17 de abril de 2023 (AEP).- La experta en educación y psicología Marynés Salazar afirmó que el material didáctico que utilizan los maestros de educación inicial, que incorpora elementos de educación sexual, son aptos y permiten a los profesores prevenir violencia sexual y desestruct Salazar analizó las páginas del Texto de aprendizaje - 1er. año de Educación Inicial en Familia Comunitaria, que está siendo distribuido gratuitamente en todo el país y puede descargarse de la página web del Ministerio de Educación.
En la página número ocho, el título de una de las primeras actividades es “Mi cuerpo en movimiento”. En ella, a una silueta de un niño y una niña los acompañan ejercicios en los que los estudiantes aprenderán algunas acciones para las que sirve su cuerpo.
“Lo primero que tenemos que entender es que la sexualidad es básicamente la forma de ser que tenemos en el mundo. Y todo esto tiene que atravesar nuestra corporalidad. Entonces, que un niño aprenda que con su cuerpo puede jugar, cantar o abrazar, ya tiene que ver con su sexualidad”, detalló Salazar.
Según la psicóloga, un aspecto importante es que la sexualidad, el sexo, el coito y el erotismo no son sinónimos y muchas veces están mal entendidos. El coito es el encuentro genital, mientras el erotismo implica una búsqueda de placer, de disfrute o gozo que no necesariamente está ligado únicamente al coito o a contenido pornográfico.
“El sexo nos acompaña en diferentes aspectos de nuestra vida, tenemos el sexo biológico, que se define por nuestros genitales, el sexo psicológico, que está ligado a de quién nos enamoramos o deseamos, el sexo social, que son aquellas características que la sociedad nos enseña que debemos tener, es decir el género, y el sexo legal, que es aquel que está escrito en los documentos de todo tipo. Entones, cuando un niño aprende que puede encontrar disfrute mientras canta, implica un conocimiento erótico. Lo que necesitamos es que nuestra sociedad se saque estas telarañas pornográficas que relacionan todos estos conceptos con el coito”, detalló.
Lo cierto es que esta página es apta para que los niños aprendan a reconocer su cuerpo “como su territorio” y que, a partir de él, son sujetos de derecho. Las actividades también permiten aprender a tener conciencia del espacio que uno tiene, cuando quiere saltar o cuando va a abrazar a otra persona.
En la página 14, un dibujo representa a un niño tomando una ducha. En este caso los genitales del niño dibujado están cubiertos por lo que representa espuma. Este ejemplo no ilustra de forma realista el cuerpo del niño representado, lo que para Salazar es un problema.
“Como educadores tenemos que trabajar por normalizar las partes del cuerpo. Esto implica representarlas tal como son anatómicamente. En este caso la espuma que tapa una parte del cuerpo del niño no hace más que generar curiosidad. Es muy importante que los maestros nos acostumbremos a utilizar los nombres correctos de todo el cuerpo, porque después tenemos adultos incapaces de nombrar su vulva o su pene, lo que genera aún más morbo”, afirmó la experta.
Otra de las páginas en las que la experta encontró elementos importantes es la 25. En las seis imágenes los protagonistas son menores que tienen algún tipo de contacto físico con otra persona y los niños pueden identificar si las personas ilustradas están sintiendo cosas agradables o desagradables.
“Esta actividad es muy interesante porque se nos ayuda a reforzar la noción de que los niños son sujetos de derecho y que nadie puede tocar su cuerpo si esto les hace sentir cosas desagradables, como ansiedad, por ejemplo. Nuestros maestros son personas inteligentes y muy creativas que pueden utilizar estas imágenes para introducir, de diferentes maneras, conceptos que aportan a la lucha contra la violencia, por ejemplo, que el niño reconozca que algo le está haciendo sentir incómodo o ansioso y más bien comunicándolo a sus padres”, explicó.
A lo largo del libro también existen imágenes que comienzan a romper los estereotipos de lo que la psicóloga llama sexo social, o género. Por ejemplo, se muestra a mujeres en roles profesionales que solían ilustrarse solo con varones o bien a hombres haciendo actividades —como cocinar o cuidar de los hijos— que están tradicionalmente asociadas con los roles sociales de la mujer.
Si bien estas representaciones no están articuladas con contenidos explícitamente despatriarcalizadores, sí siembran el camino para tocar estos temas más profundamente a lo largo de la vida escolar de los estudiantes.
Si bien aún estos temas están siendo planteados de manera muy tímida, intentando no generar polémica, Salazar concluye que los contenidos están presentes para que los docentes puedan explotarlos de diferentes maneras. Aimismo, son puntos clave que pueden desarrollarse y reforzarse en casa, junto a toda la familia. urar el machismo.