En un mensaje de reflexión y unidad al cumplir cuatro años de mandato constitucional, el presidente Luis Arce definió las prioridades para su último año de gestión, en el que se cumplen 200 años de la independencia del país, convocando a la nación a transitar su bicentenario en paz, con estabilidad social y económica.
Desde el inicio del gobierno socialista de Arce, el camino ha estado marcado por desafíos extraordinarios: la reconstrucción de un Estado debilitado, una crisis sanitaria sin precedentes, tensiones políticas persistentes y la urgencia de un desarrollo económico en beneficio de los bolivianos.
El Presidente reconoció que su administración ha estado marcada por un asedio sistemático y progresivo, con opositores que han aplicado tácticas de desestabilización y, en sus palabras, una "guerra híbrida" en contra de su administración.
Las tácticas golpistas han sido exacerbadas, además, por fenómenos climáticos extremos ligados a la crisis global. Sin embargo, su gobierno permanece firme, respaldado por organizaciones sociales y sectores populares, bajo la convicción de haber logrado avances, con el modelo económico que diseñó, pese a las circunstancias adversas.
El Modelo Económico Social Comunitario Productivo promueve el crecimiento con redistribución, lucha contra la pobreza y reduce las desigualdades.
Consciente de que existen limitaciones y áreas perfectibles, el Presidente enfatizó en que este enfoque sigue siendo una herramienta fundamental para el bienestar de las familias bolivianas y para avanzar hacia la plena independencia económica y la soberanía política.
De cara a los próximos diez meses, en los que se realizarán nuevas elecciones nacionales, el mandatario advirtió del peligro de las “recetas importadas” de quienes buscan retomar el poder, insistiendo en que estas políticas, históricamente, han afectado negativamente al país.
Su llamado a estar alerta está orientado a preservar las conquistas alcanzadas y a rectificar los errores, sin caer en las promesas que en el pasado llevaron a Bolivia a la crisis. Se trata de un mensaje de prudencia frente a los peligros de la división social, los bloqueos y las acciones que, lejos de construir, han contribuido a la inestabilidad.
La cercanía del bicentenario añade un peso simbólico a esta etapa final de su mandato.
En ese contexto, el Presidente exhortó a los bolivianos a avanzar hacia esta celebración en un marco de paz y unidad, como un legado para las próximas generaciones y como un paso esencial para la estabilidad de los futuros gobiernos.
Bolivia enfrenta la disyuntiva de consolidar los cimientos de un futuro compartido o ceder al conflicto que amenaza con desmoronar las conquistas sociales y económicas.
Para el Presidente del Estado, el Bicentenario ofrece una oportunidad histórica para el reencuentro nacional y la paz social, en ese camino, debe ser un logro político colectivo y una prioridad para lograr el “Vivir Bien” al que aspiran los bolivianos.
La estabilidad, como lo dijo el Jefe de Estado, no solo será una conquista del presente, sino también la herencia para las futuras generaciones.
A menos de un año de conmemorar dos siglos de independencia, el Gobierno avanza con el compromiso renovado con la unidad, la paz y el desarrollo.
Es un momento de desafíos profundos, pero, como el Presidente mismo subraya, debe construirse una patria común y sin diferencias que dividan a los bolivianos.
La Paz/AEP