Bochorno, vergüenza, vandalismo, parlamento sin rumbo, sin ética. Así resumieron los medios de comunicación del país la sesión de la Asamblea Legislativa que debía inaugurar la legislatura 2024-2025 con el informe del presidente Luis Arce por su cuarto año de gestión, como lo marca la Constitución Política del Estado.
La Asamblea terminó siendo un espectáculo vergonzoso, reflejando la falta de ética y respeto de algunos representantes nacionales.
La sesión, que debía ser un acto solemne conforme lo establece la Constitución, fue abruptamente suspendida cuando legisladores de la oposición lanzaron tomates, flores y agua al vicepresidente David Choquehuanca, quien presidía la reunión.
Este lamentable acto forzó a Choquehuanca a suspender la sesión y pedir disculpas al país y a la comunidad internacional por el comportamiento “violento, bochornoso, antidemocrático que demostraron algunos asambleístas”, afortunadamente unos pocos.
El hecho no solo denota una falta de respeto hacia la investidura presidencial, sino que atenta contra el derecho del pueblo a escuchar el informe de gestión de su presidente.
Arce, quien, cumpliendo con su deber, entregó su informe por escrito, acompañado de las memorias ministeriales, lamentó que el incidente quedará registrado en la historia como uno de los capítulos más vergonzosos en la Asamblea Legislativa protagonizados por la bancada evista y el frente opositor.
Las acciones de los parlamentarios, lejos de ser un simple episodio bochornoso, son una advertencia para la democracia: detrás de estas muestras de violencia se encuentran políticos que buscan socavar la legitimidad del Gobierno y, al mismo tiempo, tomar el poder e imponer una agenda que desprecia el orden constitucional.
Son esos “padres de la patria”, vandálicos y violentos, y sus radicales jefes que quieren gobernar el país despreciando el orden constitucional y desconociendo la voluntad popular de quién fue elegido por el 55,11% del voto popular.
La violencia no es un recurso democrático. Los legisladores que apelan a ella abusan de su poder y ponen en riesgo la institucionalidad que el país necesita.
Los parlamentarios que insultaron al vicepresidente y lo agredieron no tienen ética. Y es que la ética es algo que se lleva desde el momento en que uno ha sido concebido y ha podido ir forjando este concepto dentro de sus posteriores acciones.
Pero qué se puede esperar del actual Legislativo que, desde la restitución de la democracia en 1982, es el que más hechos escandalosos ha protagonizado y la impunidad, por regla general, se ha impuesto.
La Paz/AEP