Desde el 1 de enero y hasta el 31 de marzo, Bolivia presidirá el Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA), el órgano de gobierno más importante de este bloque hemisférico conformado por los embajadores de los países que lo integran. El embajador Héctor Arce asume esta responsabilidad, así como lo hizo Diego Pary en 2017, quien entonces dirigía esa representación diplomática. Y lo hace en un momento histórico, con la elección del nuevo secretario general en agenda.
El peso de esta apuesta integracionista llamada OEA radica en que es el organismo regional más antiguo del mundo. Se incubó entre 1889 y 1990, en la Primera Conferencia Internacional Americana que dio paso al “sistema interamericano”. Este fue el embrión que luego llevó a la creación de la OEA en 1948, con la misión de lograr en sus Estados miembros “un orden de paz y de justicia, fomentar su solidaridad, robustecer su colaboración y defender su soberanía, su integridad territorial y su independencia”.
Tal como indica el reglamento de este bloque con sede en la capital de Estados Unidos, Washington DC, Bolivia ejercerá la Presidencia del Consejo Permanente convocando, abriendo y clausurando las sesiones; dirigiendo los debates; sometiendo a votación los temas que se encuentren en agenda y anunciando los resultados. Eso no es todo, porque también resolverá cuestiones de procedimiento y asumirá la coordinación para la instalación de comisiones, en apego a las disposiciones que se encuentran vigentes.
La misión boliviana ya anunció que garantizará la transparencia y la equidad en todos los procesos de administración de este órgano y tendrá como norte el estricto apego a la Carta Fundacional de la OEA y su normativa, así como el consenso en los temas que sean de su competencia. Todo esto en el marco de su política para cimentar una profunda reforma de la organización, con la construcción de una mayor inclusión y representación de las nacionalidades que sostienen esta arquitectura integracionista.
Sin duda, un proceso clave que será presidido por Bolivia será en marzo, con la elección del sucesor del actual secretario general, el uruguayo Luis Almagro, quien cumplió 10 años de gestión con un liderazgo que generó divisiones en el interior de la OEA y la protesta airada de la representación boliviana para que rinda cuentas por la auditoría a las elecciones de 2019 en Bolivia, aquella que alimentó la tesis del fraude sobre la victoria del Movimiento Al Socialismo (MAS) y desembocó en un golpe de Estado.
Con este panorama, Bolivia asume el desafío en este organismo integrado por los 35 Estados independientes de las Américas y que se constituye en el principal foro gubernamental político, jurídico y social del hemisferio. Y lo hace con la bandera de la diplomacia de los pueblos izada por el gobierno de Luis Arce, comprometido con el multilateralismo y que afronta esta misión como una oportunidad para impulsar los ideales de democracia, derechos humanos, desarrollo integral y cooperación regional.