La elección de Bolivia como miembro del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas para el periodo 2025-2027 es un avance importante en la trayectoria del país en el escenario internacional.
Este logro no solo representa un reconocimiento a los esfuerzos de Bolivia en la promoción y protección de los derechos humanos, sino que también conlleva una gran responsabilidad en la defensa de estos principios fundamentales a nivel global.
El presidente Luis Arce destacó este nombramiento como un claro respaldo internacional al liderazgo boliviano en materia de derechos humanos, especialmente en la protección de grupos vulnerables, como mujeres, niños, pueblos indígenas y campesinos.
Sin embargo, hay que entender que esta designación va más allá del mero reconocimiento porque implica también un compromiso firme y una serie de desafíos que Bolivia deberá enfrentar en los próximos años.
En primer lugar, Bolivia se compromete a trabajar por un diálogo constructivo y respetuoso en el seno del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, respetando la soberanía de los Estados mientras defiende la universalidad e indivisibilidad de los derechos humanos. Este equilibrio delicado requerirá de una diplomacia hábil y una visión clara de los objetivos a alcanzar.
El ingreso de Bolivia al Consejo viene acompañado de compromisos concretos que el país deberá materializar tanto en su política interna como en su actuación internacional: lucha contra la discriminación promoviendo políticas efectivas para combatir todas las formas de discriminación; redoblar esfuerzos para fomentar la igualdad de género, no solo en el ámbito legal sino también en la práctica cotidiana; garantizar la protección integral de los derechos de los niños, niñas y adolescentes e impulsar la visión de un entorno saludable como derecho humano fundamental, en línea con su tradición de respeto a la Pachamama.
El desafío para Bolivia será traducir estos compromisos en acciones concretas, tanto a nivel nacional como en su participación en el Consejo, y la comunidad internacional estará atenta a su desempeño en este prestigioso organismo.
Su éxito no solo se medirá por su capacidad de defender los intereses nacionales, sino también por su habilidad para contribuir significativamente a la protección y promoción de los derechos humanos a escala global.
La elección de Bolivia al Consejo de Derechos Humanos de la ONU representa una oportunidad para que el país ejerza un liderazgo constructivo en la arena internacional. El camino por delante es desafiante, pero el potencial para un impacto positivo es innegable.
La Paz/AEP