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Bolivia, entre la política de desestabilización y el progreso real

Bolivia se encuentra en medio de un clima político cada vez más tenso. Por un lado, ciertos actores políticos, encabezados por el expresidente Evo Morales, recurren a tácticas de desinformación y manipulación mediática en un intento por desestabilizar a la administración de Luis Arce. Por otro, tenemos un Gobierno que, a pesar de las turbulencias, mantiene su enfoque en el desarrollo económico y la mejora de la infraestructura nacional.

Las recientes infamias sobre supuestas propuestas de primarias abiertas y la salud del presidente Luis Arce son solo la punta del iceberg de una estrategia más amplia de desestabilización.

Estas tácticas, lejos de contribuir al debate democrático, solo siembran confusión y ansiedad en la población, y es particularmente preocupante ver cómo se tergiversan acuerdos políticos pasados y se inventan crisis de salud, todo en aras de socavar la legitimidad del Gobierno.

Sin embargo, mientras algunos se empeñan en el juego de las fake news, el gobierno de Luis Arce se enfoca en los verdaderos desafíos que enfrenta el país.

Su administración está abordando de manera pragmática y efectiva uno de los problemas más apremiantes: la demanda de carburantes. Con importaciones estratégicas de diésel a través de Chile, Brasil y Paraguay, el Gobierno busca asegurar el suministro a corto plazo, mientras implementa soluciones a largo plazo.

Más allá de las medidas inmediatas, es encomiable ver el énfasis en soluciones estructurales. La apuesta por la industrialización, con más de 170 factorías en desarrollo, promete diversificar la economía boliviana y reducir su dependencia de las importaciones.

Además, los trabajos de exploración de nuevos campos hidrocarburíferos, una tarea largamente postergada, demuestran una visión a futuro que busca asegurar la soberanía energética del país.

Es hora de que la clase política boliviana reflexione sobre sus prioridades. ¿Queremos un país sumido en la incertidumbre política y la desinformación, o uno que avance hacia el desarrollo y la prosperidad? La respuesta debería ser obvia.

El pueblo boliviano merece un debate político basado en hechos y propuestas concretas, no en rumores y amenazas. Es momento de que todos los actores políticos, incluido el expresidente Morales, dejen de lado las "angurrias de poder" y se sumen a un trabajo constructivo sobre el futuro del país.

El gobierno de Arce ha demostrado que es posible mantener el rumbo del desarrollo incluso en medio de la turbulencia política. Ahora le toca a la oposición demostrar que puede ser una fuerza constructiva, proponiendo alternativas viables en lugar de recurrir a tácticas de desestabilización y bloqueo económico desde el Legislativo.

La Paz/AEP


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