El hecho de que más del 95% de la población boliviana cuente ahora con acceso a electricidad marca el desarrollo social y económico de nuestro país.
Este logro, que se traduce en un 99,3% de cobertura en áreas urbanas y un notable 86% en zonas rurales, representa mucho más que simples números: es la materialización de un compromiso del gobierno de Luis Arce con la equidad y el progreso.
La significativa expansión de la red eléctrica nacional refleja una visión estratégica que ha sabido combinar diferentes tecnologías y aproximaciones para resolver uno de los desafíos fundamentales del desarrollo.
A través de ENDE Corporación, Bolivia ha desarrollado una matriz energética diversificada que incluye parques eólicos, plantas fotovoltaicas, centrales hidroeléctricas y termoeléctricas, demostrando un compromiso no solo con la cobertura universal sino también con la sostenibilidad.
Este avance tiene implicaciones profundas para el desarrollo nacional. En las comunidades rurales, donde la cobertura ha alcanzado el 86%, la llegada de la electricidad significa mucho más que luz en los hogares. Representa la posibilidad de conservar alimentos, acceder a información digital, mejorar la educación con herramientas tecnológicas y desarrollar pequeños emprendimientos que antes eran inviables. Cada conexión eléctrica es una puerta abierta a nuevas oportunidades de desarrollo.
En las zonas urbanas, donde la cobertura roza la universalidad con un 99,3%, la confiabilidad del servicio eléctrico ha permitido el florecimiento de industrias, comercios y servicios que son el motor de la economía moderna.
La estabilidad energética es un pilar fundamental para la atracción de inversiones y el desarrollo de nuevos sectores productivos.
La diversificación de la matriz energética boliviana merece especial atención. La incorporación de energías renovables a través de parques eólicos y fotovoltaicos no solo contribuye a la seguridad energética del país sino que también posiciona a Bolivia en la vanguardia de la lucha contra el cambio climático.
Esta apuesta por las energías limpias demuestra que es posible alcanzar objetivos de desarrollo sostenible sin comprometer el acceso universal a la energía.
El logro del 95% de cobertura eléctrica nacional no es un punto de llegada, sino el camino hacia la verdadera universalización del servicio. Los desafíos que representa llevar electricidad al 5% restante de la población, principalmente en áreas rurales remotas, requerirán soluciones innovadoras y un compromiso sostenido con la inversión en infraestructura.
Este avance en la electrificación nacional también tiene importantes implicaciones para la integración social y la reducción de la brecha urbano-rural.
La llegada de la electricidad permite a las comunidades rurales acceder a las mismas oportunidades de desarrollo que han impulsado el progreso en las áreas urbanas.
Los beneficios de este logro se extienden a todos los sectores de la sociedad. En el ámbito educativo, la electricidad permite extender las horas de estudio y facilita el acceso a recursos educativos digitales. En el sector salud, garantiza el funcionamiento de equipos médicos y la conservación de medicamentos. En el ámbito productivo, impulsa la mecanización y el desarrollo de nuevas industrias.
Este logro en la electrificación nacional demuestra que Bolivia está en el camino correcto hacia el desarrollo inclusivo y sostenible.