El frío arrecia en Bolivia y las temperaturas no dan señales de mejorar sino de empeorar, los niños en edad escolar son los más vulnerables, y la suspensión de clases en varios establecimientos llevó a que el Gobierno tome medidas radicales para evitar el ataque de la influenza que va contra los menores de edad principalmente, aunque los adultos no se salvan.
Los horarios de invierno, previos a las vacaciones, se dictaban en los primeros días de junio y luego se arrancaba con el descanso pedagógico. Hace un año se alteraron las fechas de esa vacación porque el frío era intenso y el descanso pedagógico empezó los primeros días de julio.
Este año podrían modificarse nuevamente los horarios y las fechas, de hecho los horarios ya fueron alterados. Hoy los niños ingresan media hora más tarde a sus respectivos establecimientos. Pese a esos cambios, los casos de contagio del virus de influenza o gripe estacional no ceden.
Ese gélido panorama es consecuencia de algo que se menciona todo el tiempo, pero nadie parece tomar conciencia del calentamiento global. Parece un contrasentido que cuando se habla de calentamiento, en realidad muchas veces el fenómeno sea lo contrario, temperaturas -0 y clima polar que obliga a tomar medidas a todas las familias.
Bolivia ya tiene ocho departamentos que están soportando una epidemia por las infecciones respiratorias agudas, gripe, y de inmediato se asumieron acciones para combatir esta enfermedad que antes pasaba como un simple resfrío y ahora puso en peligro la vida de los menores.
Los niños menores de 12 años ya pueden ser vacunados contra la influenza y esa campaña arrancó en todos los establecimientos escolares, con las naturales protestas de algunos padres que se niegan a hacer vacunar a sus hijos, sin darse cuenta de que esa decisión puede traer consecuencias más graves, considerando que el clima puede empeorar y no mejorar en las condiciones como avanza el mundo hacia el calentamiento global.
Estos cuadros de infecciones no serían extraordinarios como ahora si es que se tomaran medidas para evitar el calentamiento global. Millones de personas sufren ya los efectos catastróficos de fenómenos meteorológicos extremos que se ven agravados por el cambio climático, desde las prolongadas sequías del África subsahariana hasta las devastadoras tormentas tropicales que arrasan todo el sureste asiático, el Caribe y el Pacífico.
Temperaturas abrasadoras han causado mortíferas olas de calor en Europa e incendios forestales en Corea del Sur, Argelia y Croacia. Ha habido graves inundaciones en Pakistán, y una prolongada e intensa sequía en Madagascar ha dejado a un millón de personas con un acceso muy limitado a una alimentación adecuada. En Bolivia no se veían esos cambios de temperaturas tan bruscos desde hace décadas.
La devastación que el cambio climático está causando y seguirá causando indica que es un código rojo para la humanidad.
Pero aún hay tiempo. El principal organismo científico mundial para la evaluación del cambio climático, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), advierte de que las emisiones de gases de efecto invernadero deben alcanzar sus niveles máximos antes de 2025, como muy tarde, y haberse reducido en 43% antes de 2030 si aspiramos a limitar el cambio climático y evitar una catástrofe absoluta. Actuar en gran escala es una necesidad acuciante para todos los pueblos del mundo.