El domingo se desarrolló el convite oficial, o lo que llaman La Promesa, de la fastuosa Entrada del Señor Jesús del Gran Poder, que se celebrará el 3 de junio de 2023. Por segundo año ostentará el título de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, otorgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que tomó esa decisión en diciembre de 2019, cuando el país vivía un turbulento momento político.
El ente global consideró que la festividad es una “emanación del modo de entender y practicar el catolicismo característico del mundo andino, esta celebración transforma y dinamiza cada año la vida social de La Paz”, señala el documento oficial.
Así, la manifestación cultural más importante de esta parte del país nuevamente inundará las calles de la sede de gobierno. El día de la entrada, la hoyada concentra a la mayor cantidad de gente a lo largo del recorrido que prácticamente divide a la sede de gobierno en dos partes, porque la entrada de los más de 70 grupos folklóricos pasa por las calles troncales de la urbe.
Casi 50 mil personas bailan y unos 10 mil músicos desfilan a lo largo del día de la Santísima Trinidad, que dura hasta la madrugada de la jornada siguiente. El primer año después de lograr el título patrimonial no fue muy halagüeño por la desorganización que hubo antes y durante toda la entrada. En ese entonces ya se habló de que debía durar dos días por la gran cantidad de participantes, aunque esa idea fue desechada por las autoridades, dado el tiempo que tomaría su organización y su finalización.
Lo que resta es que los más de 70 conjuntos folklóricos hagan conciencia del significado de esta entrada y el tiempo que tomó su declaratoria como patrimonio, para que dejen de lado el lamentable espectáculo que generan al principio y la final de la entrada, pues el consumo de bebidas alcohólicas es lo que más desprestigia a esta manifestación cultural.
Pareciera lógico el comportamiento de los participantes porque son las empresas cerveceras más importantes del país y también las transnacionales las que financian el movimiento de las comparsas, pues cada una tiene un cupo de bebidas gratis que les hacen llegar a sus salones de baile, adonde llegan luego de hacer su paso por los más de 5 kilómetros de recorrido.
El día de la entrada también representa una forma de ingreso para un sinfín de sectores, porque todos aprovechan para generar dinero. Incluso los estudiantes de secundaria, las promociones, principalmente, van a vender cerveza a los espectadores y el dinero recaudado les sirve para el viaje de promoción de fin de año. El día de la entrada representa la oportunidad de generar algún ingreso económico.
Al día siguiente, en La Diana, el lado oeste de la ciudad se convierte en un gigantesco bailódromo porque se baila hasta en las calles. Aquellos que no pueden en los locales, no tienen que preocuparse, afuera hay más espacio. Lo que la gente no ve son los cinco días que se prolonga la bebida y comida para los pasantes y los fraternos de las danzas pesadas, principalmente, porque son empresarios y comerciantes que no tienen que cumplir mayor horario que el que ellos se asignan y, por tanto, pueden abandonar sus negocios sin temor a ninguna multa.