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La caída de los 35 mm

La historia de las salas de cine en la ciudad de La Paz es por demás nostálgica. Recordar las 35 salas que había hasta finales de los años 80, en el siglo pasado, provoca el recuerdo de una ciudad que ya no hay; como tampoco existen las carteleras de películas en los periódicos locales.

Desde 'Villa Balazos', o Villa Victoria, donde nació la Revolución de 1952, hasta la avenida 6 de Agosto, donde terminaba la ciudad, en ese espacio se erigieron las salas de proyección, una más nueva que la otra; pero solo una sobrevive de todo ese mundo de las proyecciones de los 35 mm, el formato más antiguo.

Ahí, en la punta, en la populosa zona de Villa Victoria se levantaban los anónimos cine Illimani y Libertad, que ahora es el centro de convenciones del Sindicato de Transporte Villa Victoria.

Por el Cementerio General, en sus inmediaciones había tres salas de proyección, el cine Lux, ubicado en la calle Lino Monasterios y Entre Ríos; el cine Madrid, que ahora es un centro de diversión en plena avenida Baptista; el Monumental Roby, en la plaza Garita de Lima.

La calle Sebastián Segurola, otro de los suburbios paceños, daba inicio a otro grupo de cines, el Imperio, en plena esquina Antonio Gallardo, enterrado por los grandes almacenes de venta de granos; el Esmeralda, en la esquina de la calle Santa Cruz e Illampu; más abajo, en la calle Sagárnaga, se levantaba el cine Abaroa, y a la vuelta, en la calle Linares, el cine Murillo, que ahora cobija a una red evangélica de comunicación, luego se llegaba al cine Center. En la zona de San Pedro podía encontrarse el cine Variedades, en la plaza Líbano, o más arriba el cine América, en plena calle Venancio Burgoa.

El centro de la ciudad estaba atiborrado de salas de cines con 14 edificaciones en total. Empecemos por el cine Universo en la calle Pando, casi esquina América; en la avenida Montes, estaba el cine México, que solo proyectaba películas de ese país; y bajando la misma avenida, a pocos pasos de la plaza Pérez Velasco, el cine Roxy; casi al lado tenía a los cines Ebro y Princesa, que competían en plena esquina de las calles Comercio y Genaro Sanjinés, uno frente al otro. Un poco más arriba, la anónima Cinemateca Boliviana, también conocida como cine San Calixto.

El centro del poder político, la plaza Murillo, tenía dos cines, el París y el Trianón, que luego se convertiría en el cine Nobel, y si uno bajaba la calle Ayacucho, llegaba a los cines La Paz y Scala, frente a la gigantesca mole del Banco Central de Bolivia. A la vuelta del municipio paceño estaba el cine Tesla, hoy convertido en una iglesia evangélica, y cerraba el centro de la ciudad el cine Bolívar, en la avenida Mariscal Santa Cruz y esquina Colombia.

Lo que daba inicio a los cines más exclusivos de la sede de gobierno era la zona VIP de las salas; ahí estaba el 16 de Julio, que ahora alquila sus espacios a obras de teatro; el 6 de Agosto, que era el último cine de la ciudad y se encuentra en la avenida del mismo nombre, hoy cobijado por la Alcaldía de La Paz.

El único cine de todos los detallados que aún sigue de pie es el Monje Campero, que era el más exclusivo de la sede de gobierno, el único que trajo el sonido sensurround, aquel que creó el Estudio Universal en 1970 para proyectar sus películas.

Más lejanos quedaron los cines Avenida, en plena avenida Saavedra, o el cine Miraflores, en la calle Díaz Romero; el cine Busch en la lejana plaza Villarroel. Los únicos cines que se abrieron en la ciudad de El Alto fueron el Pacajes y el Fanola, ambos en Ciudad Satélite.

Ahora las películas pueden verse hasta en celulares y mediante plataformas de streaming; sin embargo, y pese al desarrollo y modernidad, hay quienes tendrán presente en su recuerdo la aventura que significaba ir a una sala para ver una proyección.

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