Las desafortunadas declaraciones de Juan Ramón Quintana, exministro de Evo Morales, dejan al total descubierto algo que desde hace un tiempo se venía haciendo evidente, y es que, en consecuencia con otras acciones promovidas desde esa cúpula denominada “radical”, no queda duda alguna de que lo que se quiere es promover una “guerra” en el país, que como es bien sabido, paradójicamente no afecta a quienes la promueven, sino a terceros que terminan pagando los platos rotos.
"La guerra no ha terminado, recién está empezando”, afirmó Quintana en un audio filtrado que se hizo de conocimiento público. Tomando este antecedente, queda claro también que el bloqueo en el trópico de Cochabamba a las comitivas que viajaban para participar en el Cabildo del Pueblo en El Alto tampoco fue casual, y la violencia generada —sin contar los 489.136 bolivianos de pérdida— que dejó al menos 56 heridos, según el reporte del Ministerio de Gobierno, es una muestra clara de que, realmente, las ansias de guerra del sector afín a Evo Morales están latentes.
Llama la atención la facilidad que tienen algunos personajes para crearse en su imaginario guerras donde no las hay, y tal parece que realmente hacen oídos sordos al llamado de las organizaciones sociales, cuya principal premisa, expresada también en el cabildo del 17 de octubre, es la unidad; un pensamiento totalmente antagónico respecto al que tiene la cúpula Morales.
En esa misma línea, el presidente Luis Arce, en innumerables ocasiones, apeló al mismo sentir, la unidad, ya que se vislumbra como el único camino para continuar con el proceso de reconstrucción que vive el país e impedir que la derecha vuelva a consumar sus afanes antidemocráticos.
Sin embargo, queda aún resonando el tenor de que “la guerra” recién empieza, lo que lleva a la interrogante: ¿de qué guerra hablan? ¿Guerra contra un presidente electo democráticamente con más del 55% de apoyo en las urnas? ¿Guerra contra las organizaciones sociales que reclaman su legítimo derecho a ser tomadas en cuenta en las decisiones que asuma el Instrumento Político? ¿Guerra contra las políticas de reactivación económica e industrialización del país? Si hay alguna guerra que deben emprender estas personas, sería contra sí mismas, contra sus ambiciones personales que les están haciendo perder el norte y alejarse cada vez más del interés mayor, que es el bienestar del pueblo boliviano.