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Eduardo Galeano

Llegó en 1940 y se fue en 2015, fueron 75 años de vida plagada de ideas críticas en un mundo que peleaba contra el capitalismo, criticaba el fin del comunismo y su implantación; así era Eduardo Galeano, uno de los más influyentes escritores latinoamericanos que denunció la explotación del sur del mundo a costa de los países del norte.

“La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta”, graficaba en Las venas abiertas de América Latina, una de sus dos obras que fue traducida a 20 idiomas.

Autor de 45 libros publicados entre 1963 y 2015, el último libro sería un título póstumo: El cazador de historias. Su segunda obra cumbre Memoria de fuego es una trilogía que fue redactada en cinco años y está dividida en tres tomos donde relata al mundo desde su nacimiento.

Eduardo Galeano fue un amante de los deportes, particularmente del fútbol, y como todo hincha universal fraguó dos libros Su majestad, el fútbol (1968) y 27 años más tarde deleitaría con el genial Fútbol a sol y sombra, en el que demuestra claramente que no se dejaba absorber por el deporte y combina de forma magistral el relato político con el fútbol, y se sumerge en el reflejo de cada figura de este deporte.

“Han pasado los años, y a la larga he terminado por asumir mi identidad: yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo sombrero en mano, y en los estadios suplico: ‘Una linda jugadita, por amor de Dios’. Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece”, diría en su presentación.

En 2008 escribiría Espejos, en el que graficaría cómo los Estados Unidos siempre estuvo presente en las distintas tomas violentas del poder, ya sea financiando o actuando directamente. De esa descripción no estaría exenta Bolivia y sus golpes de Estado.

“En 1954, los Estados Unidos inauguraron la democracia en Guatemala, mediante bombardeos que acabaron con las elecciones libres y otras perversiones. En 1964, los generales que acabaron con las elecciones libres y otras perversiones en Brasil recibieron dinero, armas, petróleo y felicitaciones de la Casa Blanca. Y algo parecido ocurrió en Bolivia, donde algún estudioso llegó a la conclusión de que los Estados Unidos eran el único país donde no había golpes de Estado, porque allí no había embajada de los Estados Unidos”, señala el libro del uruguayo.

El tema de las mujeres del país también fue abordado en la antología de Mujeres, que publicó poco antes de partir del mundo. Juana Azurduy de Padilla, Domitila Barrios de Chungara y hasta la Pachamama fueron presas de la tinta que desparramó Galeano.

“Estito dijo Domitila en la mina de estaño de Catavi y entonces se vino a la capital con otras cuatro mujeres y una veintena de hijos. En Navidad empezaron la huelga de hambre. Nadie creyó en ellas. A más de uno le pareció un buen chiste: Así que cinco mujeres van a voltear la dictadura. El sacerdote Luis Espinal es el primero en sumarse. Al rato ya son mil quinientos los que hambrean en toda Bolivia. Se multiplican los huelguistas, tres mil, diez mil, hasta que son incontables los bolivianos que dejan de comer y dejan de trabajar y veintitrés días después del comienzo de la huelga de hambre el pueblo invade las calles y ya no hay manera de parar esto. Las cinco mujeres han volteado la dictadura militar”, recordó en este texto.

Recientemente, el 13 de abril, día de la partida del escritor, el presidente Luis Arce le dedicó a Galeano uno de sus posts en sus redes sociales. Destacó su obra Las venas abiertas de América Latina, y escribió que se convirtió en referente de la literatura antiimperialista por denunciar el saqueo de los recursos naturales de la región.


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