Ante la determinación asumida por la cúpula del Movimiento Al Socialismo (MAS) respecto a que el congreso del partido oficialista se celebrará en Lauca Ñ, en el trópico de Cochabamba, del 3 al 5 de octubre de este año, el pedido desde distintos sectores sociales de que se replantee tal decisión y se asuma como sede de este encuentro a la ciudad de El Alto, va en continuo ascenso.
No obstante, al menos por el momento, parece que estos pedidos que surgen desde las bases parecen ser ignorados por quienes asumieron la determinación. Es más, no faltó quien calificó estas solicitudes, totalmente legítimas, como “delirios”; mientras que otros, en una postura cerrada y radical, reafirmaron que el encuentro será en el trópico cochabambino y “no hay vuelta atrás”.
La idea de que el congreso del Movimiento Al Socialismo se lleve a cabo en la emblemática ciudad de El Alto no obedece a un simple capricho, sino, más bien, se constituiría en un merecido homenaje y reconocimiento por todas las luchas que protagonizó ese valeroso pueblo en defensa de los recursos naturales y la democracia. Está de más recordar que es justamente la población de esta ciudad, la más joven de Bolivia y también una de las más aguerridas, la que se plantó firme frente al régimen de Añez y puso un ultimátum para que el país vuelva a las urnas y mediante el voto ponga fin a un gobierno de facto.
En esa línea, el vicepresidente de la Dirección Regional Urbana del MAS-IPSP en Santa Cruz informó que se realizarán todos los trámites correspondientes para impugnar la determinación de que el congreso se efectúe en Lauca N, y si no se logra una respuesta positiva, serán las organizaciones sociales del Pacto de Unidad las que definirán si asisten o no al encuentro en la región cochabambina.
Solo queda esperar que se produzca un espacio reflexivo al interior de la dirigencia del MAS y se tomen en cuenta estas solicitudes que, sin duda, permitirían rendir un homenaje merecido a cientos de hombres y mujeres que dieron su vida por la defensa de la patria, más aún en un periodo en el que estamos prestos a recordar 20 años de la histórica Guerra del Gas, uno de los sucesos más trascendentales de la historia de Bolivia en el último siglo.
