A falta de argumentos, el evismo no tiene otro lenguaje que la violencia. Su vocación antidemocrática quedó al desnudo otra vez el miércoles, en el paro convocado por dirigentes del transporte público de El Alto afines a Evo Morales, al que se sumaron vecinos y Ponchos Rojos que bloquearon vías, agredieron a choferes y transeúntes, y evitaron el tránsito de camiones a cargo de la normalización de la distribución de carburantes en el departamento, atentando contra la población y el aparato productivo.
Al final, la poca convocatoria de la medida de presión obligó a que sus organizadores le quiten el rótulo de indefinida —solo duró ocho horas—, bajo la amenaza de un paro de 48 horas para la siguiente semana. Pero la violencia dejó chicotazos a conductores que circulaban por las calles, coches con llantas pinchadas y vidrios destrozados, ciudadanos que caminaron largos trechos para llegar a sus destinos, suspensión de la salida de buses interdepartamentales desde las terminales de La Paz y El Alto, entre otros perjuicios.
Y está claro que fue un nuevo boicot a los esfuerzos del Gobierno para la provisión de gasolina, diésel y garrafas con gas licuado de petróleo (GLP), con la obstrucción a las cisternas que iban a los barrios de ambas ciudades, a las estaciones de servicio urbanas y de otras regiones del departamento, inclusive apedreando a estos camiones y causando daños que implican un atentado contra los bienes del Estado y contra el pueblo que busca acceder a estos carburantes, en medio de un complot para generar su escasez.
El año pasado, las movilizaciones violentas alentadas por Morales para conseguir una candidatura inconstitucional y evadir al llamado de la Justicia para que rinda cuentas ante un proceso por el delito de estupro derivaron en heridos, bloqueos de carreteras, vulneración de derechos humanos; ataques armados, enfrentamientos y secuestro de policías, además de pérdidas por más de $us 3.000 millones para la economía del país, lo que trajo una ola de especulación en el precio de los alimentos de la canasta familiar.
La bandera del evismo ahora se apoya en la crisis de carburantes, problema provocado precisamente por la bancada de la nueva derecha de Morales, en alianza con la vieja derecha en el Legislativo, para frenar la llegada de $us 1.667 millones en créditos que servirían para las reservas del BCB y un mayor flujo de dólares para la importación de combustibles. Eso sí, pese a este sabotaje, el Gobierno está logrando que Bolivia salga de este bache transitorio, aumentando del 50% al 80% el abastecimiento interno.
Las medidas del presidente Luis Arce avanzan con resultados inmediatos y consenso, por ello el acuerdo con el transporte pesado nacional e internacional, e interprovincial de La Paz, para normalizar la distribución de carburantes. Sin embargo, el evismo no quiere que el país vaya por este camino, sino por el de la convulsión social, pese a que el Encuentro por la Estabilidad y la Democracia pidió estabilidad política, económica y social rumbo a las elecciones, y aprobar los préstamos bloqueados en el Legislativo.