Bolivia ya conoce los resultados finales del Censo de Población y Vivienda 2024. El país tiene 11.365.333 habitantes: 5.682.835 mujeres y 5.682.498 hombres.
La paridad exacta entre géneros constituye un hecho inédito, pero lo más relevante no es la cifra en sí misma, sino la credibilidad del proceso que permitió obtenerla.
En tiempos en que la información suele ser objeto de disputa política, disponer de una base estadística confiable es un activo institucional de primer orden.
La diferencia entre el dato preliminar de agosto (11.312.620 personas) y la cifra final presentada ahora, tras un proceso de revisión exhaustivo, es una muestra de la rigurosidad técnica del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Lejos de restar confianza, la corrección fortalece el resultado final: la estadística pública, cuando se somete a verificación y control de calidad, aumenta su fiabilidad.
Los datos permiten trazar un panorama preciso de las transformaciones demográficas que atraviesa el país.
La proporción de niños y adolescentes (0 a 14 años) cayó del 38,7% en 2001 al 27% en 2024, lo que refleja el descenso sostenido de la natalidad. En paralelo, la población en edad de trabajar (15 a 64 años) se incrementó de 56,4% a 65,6%, confirmando que Bolivia se encuentra en pleno bono demográfico: una ventana de oportunidad que, bien gestionada, puede traducirse en crecimiento económico sostenido. Sin embargo, la estadística también anticipa desafíos.
La población de 65 años o más aumentó del 5% al 7,4% en poco más de dos décadas, lo que obliga a prever políticas de protección social y de sostenibilidad del sistema de pensiones.
Otro dato de relevancia es la reducción de la pobreza multidimensional, entendida como la acumulación de carencias en vivienda, servicios, salud y educación. Entre 2012 y 2024, el número de personas en esa condición descendió de 4,37 millones a 3,25 millones, una caída de 1,1 millones de habitantes.
La tendencia es positiva, aunque plantea la necesidad de mantener políticas públicas que consoliden esta mejora en un contexto económico más complejo que el de la última década.
La magnitud del operativo también refuerza la credibilidad del Censo 2024: más de medio millón de personas participaron en el levantamiento de información, desarrollado el 23 de marzo de 2024.
El resultado es una fotografía precisa del país que no solo permite actualizar la distribución de recursos entre regiones y municipios, sino también orientar decisiones en ámbitos tan diversos como la planificación educativa, la infraestructura sanitaria o las estrategias de desarrollo local.
El valor de este censo no reside únicamente en sus números, sino en la certeza que ofrece. Un país que dispone de datos confiables está en mejores condiciones de gobernarse a sí mismo.
Los resultados del Censo 2024 deben ser asumidos como un insumo técnico para la política, no como un botín de la disputa partidaria. La estadística nacional, por definición, debe permanecer al margen de la confrontación, porque constituye un patrimonio común.
Bolivia tiene hoy un retrato actualizado de su población y de sus condiciones de vida. Convertir esa información en políticas públicas eficaces será la verdadera medida del aprovechamiento de este esfuerzo.
El Censo 2024 ofrece certezas. La tarea pendiente es transformarlas en decisiones que respondan a las necesidades de un país en transición demográfica y social.