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El Censo 2024 y los desafíos de la planificación

Bolivia cuenta ya con los resultados oficiales del Censo de Población y Vivienda 2024. El Gobierno ha destacado que las cifras confirman avances en salud, educación y vivienda, atribuidos a las políticas públicas de inclusión social aplicadas en la última década.

El presidente Luis Arce destacó, en la presentación oficial, que el país registra mejoras en las condiciones habitacionales, mayor participación de las mujeres en el mercado laboral y una expansión sostenida de los servicios básicos, incluso en las áreas rurales.

El discurso gubernamental se centra en la constatación de progresos visibles. En 2012, apenas un tercio de las viviendas del país eran de alta calidad, y en 2025 esa proporción asciende a más de dos tercios.

La cobertura de internet se ha extendido de manera significativa y las brechas entre lo urbano y lo rural, aunque todavía presentes, se han reducido.

En salud, el dato de que casi la totalidad de los partos se atienden hoy con personal especializado muestra un avance en términos de dignidad y seguridad. Y en educación, los indicadores reflejan una mejora sostenida, en buena medida vinculada a la mayor integración de la población en edad escolar al sistema educativo.

El valor de estas cifras no reside únicamente en constatar logros, sino en ofrecer una base sólida para la toma de decisiones futuras. El censo es, por definición, un instrumento de planificación. Sin él, la política pública se mueve a ciegas.

Con él, se dispone de un retrato demográfico y social que permite dimensionar desafíos de gran escala: la creciente urbanización, el envejecimiento de la población, las demandas de infraestructura y empleo en áreas metropolitanas, y la necesidad de consolidar un sistema de salud y educación con cobertura universal y calidad sostenida.

El énfasis presidencial en la reducción de brechas es relevante, pero también lo es la advertencia implícita: esas brechas no han desaparecido.

El acceso a servicios básicos, a vivienda de calidad y a oportunidades laborales sigue siendo desigual. La expansión del internet, por ejemplo, aunque significativa, plantea nuevos retos relacionados con la conectividad efectiva, la alfabetización digital y la capacidad de las regiones rurales para aprovechar esa herramienta en términos productivos y educativos.

La fortaleza del Censo 2025 radica en su fiabilidad. Más allá del discurso político, los datos censales constituyen una fotografía técnica que refleja transformaciones estructurales en el país. La reducción de las carencias habitacionales y la mejora en indicadores de salud y educación muestran un avance indiscutible.

Pero la sostenibilidad de esos logros dependerá de que se traduzcan en políticas públicas estables, con una mirada de largo plazo que trascienda la coyuntura y la confrontación partidaria.

El presidente Arce pidió que todas las instancias estatales utilicen los resultados como insumo para planificar. Esa exhortación es pertinente y debe ser tomada en serio. La información que provee el censo no puede quedar encapsulada en informes técnicos ni limitarse a respaldar discursos triunfalistas.

Su utilidad real reside en orientar decisiones concretas: desde la redistribución de recursos fiscales hasta la planificación del transporte metropolitano, la construcción de hospitales y escuelas, y el diseño de políticas de empleo juvenil y atención a la tercera edad.

El Censo 2025 refleja una Bolivia en transformación. Los avances alcanzados en la última década son palpables, pero los desafíos que se proyectan para las próximas décadas son aún mayores. La consolidación de ciudades intermedias, la presión sobre servicios públicos, el envejecimiento poblacional y la necesidad de generar empleo de calidad serán las pruebas más exigentes.

El reto inmediato no es celebrar los datos, sino convertirlos en políticas efectivas. La estadística ha cumplido su parte: ofrecer certezas. La política, ahora, deberá estar a la altura de ese insumo, porque de su capacidad de interpretar y actuar sobre esos números dependerá la calidad de vida de millones de bolivianos en los años por venir.


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