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El juego de las acusaciones sin pruebas

Hace un par de semanas se levantó una polémica tras las acusaciones vertidas por el expresidente Evo Morales, quien, en una entrevista difundida por su radio, Kawsachun Coca, dijo que el Estado boliviano “avaló” la salida de un total de 17 toneladas de cocaína con destino a España.

Según relató Morales, en días previos a la denuncia pública que hizo, le llegó un “informe” y fue contactado por “uno de la justicia desde Santa Cruz”, quien le dijo que el envío tenía aval estatal.

La respuesta no se dejó esperar, y fue el viceministro de Defensa Social y Sustancias Controladas, Jaime Mamani, quien desmintió categóricamente tales acusaciones. Pero no solo eso, sino que desafió al exmandatario a presentar pruebas de lo que dice, si es que las tiene, e instó a que “no parta de especulaciones infundadas”.

La postura de Mamani fue contundente. Hizo un desglose de las acciones que encaró el Gobierno durante estos dos años y medio, y evidenció que, en lo que va de la actual gestión, las cifras referentes a operativos, secuestro de sustancias controladas, destrucción de fábricas de droga, desbaratamiento de pistas clandestinas y aprehensiones a personas vinculadas con este ilícito son superiores a las registradas en años pasados, por lo que sostuvo que esta se constituye en “la mejor gestión” en materia de lucha contra el narcotráfico.

No obstante, lo que llama la atención en todo esto es la soltura con la que Morales lanza acusaciones basadas en supuesta información a la que accede, la cual nunca es presentada ante las autoridades o la opinión pública, lo que evidentemente hace dudar de su veracidad.

La versión que dio Morales también fue rebatida por el viceministro de Seguridad Ciudadana, Roberto Ríos, quien aclaró que las 17 toneladas de droga no salieron de Bolivia, sino desde Sudamérica hacia Europa, según un reporte de la Oficina Europea de Policía (Europol), lo que deja ver que hay incongruencias respecto al tema.

El verter información (o desinformación) sin respaldo alguno no hace más que alimentar el morbo y la especulación, más si se lo hace a través de un medio de comunicación. A estas alturas resulta profundamente necesario asumir verdadera responsabilidad respecto al uso que se les da a los medios de comunicación por respeto al público que los toma como referente informativo. El entrar al juego de las mentiras para buscar desprestigiar sin fundamentos es un camino muy peligroso.


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