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El tiempo apremia, pero Israel bloquea la ayuda humanitaria

Ante la escalada de violencia y los ataques incesantes contra la Franja de Gaza, el Gobierno no dudó en enviar 90 toneladas de ayuda humanitaria para aliviar el sufrimiento del pueblo palestino.

Este gesto solidario, más allá de su impacto material, representa un abrazo fraternal a quienes han sido víctimas de la tragedia y la devastación.

Sin embargo, la solidaridad internacional se ve obstaculizada una vez más por la política de bloqueo impuesta en la Franja de Gaza.

El destino de la ayuda humanitaria de Bolivia y el mundo para aliviar el sufrimiento de la población palestina no puede llegar por las restricciones impuestas por Israel.

La ministra de Relaciones Exteriores, Celinda Sosa, ha denunciado enérgicamente esta situación, calificándola como una flagrante violación de los derechos humanos. Y con razón.

El bloqueo impuesto sobre Gaza no solo limita el acceso a bienes básicos y servicios vitales, sino que también socava los esfuerzos internacionales para aliviar el sufrimiento de una población atrapada en un ciclo interminable de conflicto y privación.

La posición del gobierno socialista de Luis Arce en defensa de Palestina trasciende las fronteras y los intereses políticos. Su administración ha demostrado que la solidaridad no es un concepto vacío, sino una acción concreta que puede marcar la diferencia en la vida de millones de personas.

En un mundo cada vez más interconectado, la causa palestina no es un asunto lejano o ajeno. Es una lucha por la justicia, la dignidad y la autodeterminación de un pueblo que ha sufrido demasiado.

En medio de una escalada de bombardeos que ha dejado paralizadas las entregas de ayuda humanitaria, cerca de 360 mil personas han huido en la última semana buscando desesperadamente seguridad en un territorio que cada vez se vuelve más peligroso.

El éxodo masivo comenzó cuando Israel emitió una orden de evacuación para Rafah, una ciudad del sur de Gaza que albergaba a 1,4 millones de personas. Esta orden obligó a muchas familias a abandonar sus hogares en busca de un refugio seguro en el norte de Gaza, donde, lamentablemente, se encuentran también bajo la amenaza constante de los bombardeos y nuevas órdenes de evacuación.

Lo más alarmante de esta crisis es que, a pesar de los esfuerzos internacionales y de la buena voluntad de muchos países y organizaciones, la ayuda humanitaria sigue sin llegar a la población afectada.

Los continuos bombardeos y las órdenes de evacuación han paralizado por completo los esfuerzos de entrega de ayuda, dejando a miles de personas sin acceso a alimentos, medicinas y refugio.

Las vidas de cientos de miles de personas, sin acceso a la asistencia básica, están en juego.

El tiempo apremia. Cada minuto que pasa sin que la ayuda humanitaria llegue a Gaza aumenta el sufrimiento de su población.


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