Las declaraciones del exmayor de Ejército, entrenado en la golpista Escuela de las Américas y ministro de Evo Morales, Juan Ramón Quintana, no deben pasarse por alto.
El energúmeno exmilitar ha dicho que "la guerra (…) recién está empezando” para que Evo Morales, quien fue presidente por 14 años, “vuelva a gobernar este país".
Las palabras de quien se escondió en una delegación diplomática cuando valerosos bolivianos ponían el pecho contra tanques y metralla para el retorno de la democracia en noviembre de 2019 no son un simple cacareo. Él sabe de operaciones sucias y clandestinas, siempre a la sombra, como la operación psicológica que él y su jefe pusieron en marcha contra el gobierno socialista de Luis Arce y su familia.
En un momento en que la nación necesita unidad y estabilidad, como lo expresó el colosal cabildo del 17 de octubre, las voces que claman por la confrontación y la desestabilización son un recordatorio de que están dispuestos a incendiar la pradera para alcanzar a cualquier precio el objeto de su codicia.
En el cabildo de El Alto, más de un millón y medio de personas respaldaron al presidente Arce, es un claro recordatorio de la importancia de la voluntad popular y la legitimidad democrática.
La ministra de la Presidencia, María Nela Prada, ha expresado con firmeza el compromiso del Gobierno y el pueblo boliviano con la democracia y la resistencia contra cualquier intento de golpe de Estado. Este mensaje es crucial en un momento en que la polarización puede aprovecharse para socavar la estabilidad del país.
Las declaraciones de Quintana delatan la búsqueda desmedida de poder. Pero la democracia, habrá que recordárselo, es un sistema que depende de la voluntad del pueblo, y el respeto por las normas es esencial para su preservación.
Cualquier intento de socavar la democracia debe ser rechazado enérgicamente porque su preservación, en última instancia, es un deber de todos los ciudadanos.
En estos momentos históricos, la administración del presidente Arce ha consolidado un país en el que prevalecen la estabilidad y el respeto por los principios democráticos. La elección del prestigioso economista con 55,11% del voto popular marcó un nuevo comienzo para el país.
