Las ferias denominadas Del Campo a la Olla, impulsadas por el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras, tienen un espacio bien ganado entre la población, principalmente porque los productos que se ofertan se comercializan a peso y precio justo.
Otra característica de estas ferias, en las que participan los directos productores, es la variedad de los alimentos, como también su naturalidad y frescura.
Los eventuales compradores y aquellos que esperan este espacio de oferta pueden encontrar desde pollo yungueño, carne de res, pescado, hasta tubérculos, verduras y frutas, para colmar la mesa de los ávidos y exigentes comensales de cada familia, restaurante u otro tipo de emprendimiento que precisa de alimentos de buena calidad.
El 7 de enero, por ejemplo, la ciudad de La Paz fue escenario de la feria Del Campo a la Olla, donde varios avicultores ofertaron pollo yungueño y criollo a 18 bolivianos el kilo; además de pescados, carne de llama y hortalizas.
En enero también se desarrolló en la ciudad de Cochabamba una de estas ferias, pero dedicada casi totalmente a la venta del pescado. La población pudo acceder entonces a las variedades de tambaquí, pacú, piache y trucha, procedentes del trópico cochabambino.
Otro objetivo que cumplen estas ferias es garantizar la seguridad alimentaria y combatir el agio y la especulación de los precios, que se genera mediante los intermediarios.
Para hoy justo está prevista una nueva versión de esta feria en la ciudad de La Paz, en la plaza Alonso de Mendoza, donde se priorizará la venta de huevo, cuyo precio aumentó en las últimas semanas entre 20% y 40%. Anualmente en Bolivia se consumen 2.000 millones de unidades de huevo y se cuenta con una producción de 2.167 millones, lo que significa un excedente de 167 millones de unidades al año.
El Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras está muy comprometido con estas actividades porque fortalecen al productor y benefician a la población, además porque van en la línea de potenciar la producción del campo, de la agricultura familiar.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, la agricultura familiar produce alrededor del 80 % de los alimentos que se consumen en el mundo. Los pequeños agricultores alimentan a la humanidad a pesar de que solo son dueños de una cuarta parte de las tierras agrícolas del planeta.
En Bolivia existen sistemas productivos de agricultura familiar y comunitaria, convencional y agroindustrial. Además estos sistemas tienen una enorme tradición y riqueza socio-cultural.
Territorialmente, la mayoría de las unidades productivas generalmente se encuentran en la región interandina del país, debido a diversas condiciones de altura, suelo y acceso al agua. Adicionalmente, es relevante destacar que el 76% de las semillas utilizadas activamente en el territorio nacional son criollas o nativas.
Sin suelos productivos, semilla y agua no se puede hablar de seguridad y mucho menos de soberanía alimentaria.
Es fundamental conservar, recuperar y renovar las condiciones físicas, químicas y biológicas de los suelos para mejorar su productividad y, por tanto, los niveles de rendimiento de los cultivos; los cuales deben ser acompañados de innovaciones tecnológicas acordes a las condiciones agroecológicas y socioculturales de los territorios; la asistencia técnica y políticas públicas audaces y efectivas; suelos con alto contenido de materia orgánica y, por tanto, con una alta actividad biológica y diversidad de microorganismos logran buenos niveles de fertilidad y de rendimientos en los cultivos, opina Nancy Camacho, agrónoma de profesión.