Los asambleístas del Estado Plurinacional, llamados por mucho tiempo “padres de la patria”, tienen la responsabilidad de aprobar leyes que vayan en beneficio de la población boliviana; pero, la madrugada del martes pasado, 92 legisladores que responden a Evo Morales, Fernando Camacho y Carlos Mesa protagonizaron un contubernio que dejó en evidencia su afán de satisfacer sus intereses personales a como dé lugar, sin importar en lo más mínimo el bienestar de las diversas regiones del país, muchas de las cuales están atravesando una dura situación debido a la sequía y los incendios que son producto de la crisis climática, y con total descaro pisotearon las demandas de 340 municipios que hoy se ven afectados por el rechazo al proyecto de Ley de Modificaciones al Presupuesto General del Estado (PGE) Reformulado Gestión 2023.
Llama profundamente la atención cómo dichos legisladores en muchas ocasiones se llenaron la boca con peroratas sobre su supuesto interés de defender la economía del país, cuando en los hechos queda claro que lo que en realidad buscan es asfixiarla, tal como denunció el presidente Luis Arce en días pasados.
Este doble discurso no hace más que generar el repudio de la población y de autoridades que ven en la asignación de esos recursos una oportunidad para afrontar la crisis climática que está atacando duramente a cientos de familias en distintos puntos del país.
Lo triste es que legisladores del propio Movimiento Al Socialismo, quienes realmente —y no simplemente en el discurso— deberían estar empeñados en promover la reconstrucción económica del país, prefirieron pactar con la oposición, con aquellos que dejaron en crisis a Bolivia y ahora se empeñan en boicotear la gestión del Jefe de Estado; pero no hace falta explicar que al que afectan no es al Ejecutivo, sino a municipios y universidad, que se ven con las manos atadas ante esta difícil situación.
Pese a que estos supuestos “padres de la patria” ya demostraron que hacen oídos sordos al pedido de la población, aún queda la esperanza de que reflexionen y recuerden los verdaderos motivos por los que hoy desempeñan la función legislativa y asuman con la integridad e hidalguía que corresponde ese importante rol, dejando de lado la doble moral y la chicanería.