Los ataques contra periodistas durante la marcha liderada por Evo Morales hacia La Paz son un golpe directo al corazón de nuestra democracia. El incidente más alarmante, la retención y amenaza de linchamiento a un equipo de Bolivia TV en Patacamaya, revela una escalada preocupante en la hostilidad hacia los medios de comunicación.
Es encomiable que la viceministra de Comunicación, Gabriela Alcón, haya salido en defensa del trabajo periodístico afirmando que debe respetarse y que ningún tipo de violencia es admisible.
La libertad de prensa no es un lujo, sino un pilar fundamental de cualquier sociedad democrática.
Los periodistas de Bolivia TV, al igual que sus colegas de Cadena A, SEO TV y Wara TV, estaban cumpliendo con su deber de informar sobre un evento de relevancia nacional.
El hecho de que fueran amenazados, retenidos y despojados de sus equipos por el simple acto de cumplir con su trabajo es una afrenta a los valores que Bolivia dice defender.
Es importante la condena enérgica de los gremios periodísticos a estos actos de intimidación. La violencia contra la prensa no puede ser justificada bajo ninguna circunstancia, y mucho menos normalizada como parte del juego político.
Esperamos que se investiguen a fondo estos incidentes y se lleve a los responsables ante la justicia. La impunidad solo alentaría futuros ataques, creando un ambiente de miedo que silenciaría voces críticas y limitaría el acceso de los ciudadanos a información vital.
La protección de la prensa no debe ser vista como un favor, sino como una obligación para salvaguardar el derecho a la información.
La sociedad civil también tiene un papel que desempeñar. Debemos estar alertas y denunciar cualquier intento de coartar la libertad de expresión. Un ataque a un periodista es un ataque a toda la sociedad y a nuestro derecho a estar informados.
En estos momentos el trabajo de la prensa es más necesario que nunca. Son los ojos y oídos de la ciudadanía, vital para mantener la transparencia y la rendición de cuentas en nuestra democracia.
¿Seremos un país donde el miedo silencia la verdad, o uno donde la libertad de expresión se impone?
La respuesta a esta pregunta no solo está en manos de los líderes políticos, sino en cada ciudadano boliviano. Defendamos juntos la libertad de prensa.
