En medio de un mundo globalizado donde las grandes marcas internacionales dominan los mercados, Bolivia está escribiendo una historia diferente.
La iniciativa "Consume lo Nuestro", impulsada por el gobierno del presidente Luis Arce, no es solo una aplicación tecnológica: representa una revolución en la forma de fortalecer el tejido productivo nacional.
Los números son contundentes: más de 615,6 millones de bolivianos inyectados directamente a 1.469 unidades productivas nacionales. Este flujo económico, canalizado a través de una innovadora aplicación digital, está transformando el paradigma del consumo estatal.
Lo que antes era un simple bono de refrigerio entregado en efectivo a los servidores públicos, ahora se ha convertido en una poderosa herramienta de desarrollo industrial.
La diversificación de productos disponibles en la aplicación —desde alimentos hasta artesanías, desde cosméticos hasta calzado— demuestra la versatilidad y capacidad de la industria boliviana.
Cada boliviano gastado a través de esta plataforma no solo representa un apoyo al productor nacional, sino que también contribuye a la construcción de cadenas productivas locales más sólidas y sostenibles.
La app "Consume lo Nuestro" está demostrando que la tecnología puede ser una aliada poderosa en la transformación económica.
Al digitalizar el consumo estatal y direccionarlo hacia productos nacionales, se está creando un mercado cautivo que permite a los productores bolivianos planificar, invertir y crecer con mayor certidumbre.
El llamado del presidente Arce a apostar por lo "Hecho en Bolivia" durante las fiestas de fin de año trasciende lo simbólico.
Es una invitación a ser parte de un proyecto de transformación productiva que busca construir una economía más resiliente y soberana.
Cada producto nacional adquirido es un voto de confianza en la capacidad productiva boliviana y un paso más hacia la consolidación de una industria nacional robusta y diversificada.
El Gobierno socialista está demostrando que es posible combinar innovación tecnológica, política industrial y participación ciudadana para construir un modelo de desarrollo que prioriza lo nacional sin cerrarse al mundo.
Pero la verdadera prueba estará en la capacidad de las 170 nuevas plantas industriales para convertirse en motores de un desarrollo industrial sostenible y competitivo.
Estas infraestructuras productivas, distribuidas estratégicamente en todo el territorio nacional, prometen transformar la base industrial boliviana.
No se trata solo de sustituir importaciones —objetivo importante en sí mismo— sino de crear las condiciones para que Bolivia se posicione como un actor relevante en el mercado exportador regional.
La Paz/AEP