Fiel a los preceptos que manejó en sus cinco años de gobierno y, por ende, a la planificación estructural de la política externa del Estado Plurinacional de Bolivia, el presidente Luis Arce emitió, en su participación en la 80 sesión plenaria de la Asamblea General de la ONU, un mensaje sustentado en la evaluación crítica del contexto global y en propuestas progresistas.
Hay tres puntos eje que pueden sintetizar la postura boliviana: i) la urgente necesidad de reconfigurar el orden mundial a partir del multilateralismo; ii) la premura de mantener la paz a partir de la observancia de la memoria y la reparación históricas; y iii) la responsabilidad planetaria de aunar esfuerzos para la sostenibilidad de un desarrollo en armonía con la Madre Tierra.
Además, el mandatario denunció al imperialismo (nuevo colonialismo) como el principal factor de inequidad en la distribución de la riqueza, del consecuente aumento de la pobreza y, tangencialmente, de la crisis climática. A la par, hizo notar que el capitalismo despliega la violencia, propicia el saqueo de los recursos naturales, el asalto de Estados soberanos y el derramamiento de sangre, solo para responder al afán de los líderes de las potencias por acumular poder político y militar, y tomar el control geopolítico.
En ese marco, Bolivia hizo llegar al foro un plan con seis medidas concretas: i) crear una comisión de reparaciones por la esclavitud, el apartheid, el genocidio y el colonialismo en los países del Sur Global; ii) convertir la Asamblea General de las Naciones Unidas en un órgano vinculante para que sea la voz efectiva de todos los pueblos y no un espacio de los poderosos; iii) declarar al mundo como territorio de paz e impulsar la desmilitarización; iv) encarar una reforma profunda del Consejo de Seguridad que impida que uno o dos países tengan secuestrada la estabilidad mundial; v) avanzar hacia la declaración universal de los derechos de la Madre Tierra; y vi) rechazar todo tipo de guerra comercial para trabajar por la disminución de las brechas económicas y sociales entre los países desarrollados y la periferia.
Desde que asumió en 2020, hasta la fecha, cuando acaba de ofrecer su último mensaje en la ONU y se apresta a dejar el poder, el presidente Arce encabezó el diseño de una política exterior asentada en cuatro ejes, a los cuales su gobierno siempre se mantuvo fiel: respeto a la autodeterminación de los pueblos y Estados, igualdad efectiva de los Estados: respeto mutuo y no injerencia; solidaridad: complementariedad y reciprocidad más allá de lo político ideológico; antiimperialismo, anticolonialismo y despatriarcalización. El liderazgo y determinación para propugnar esta estrategia a nivel regional y planetario ratifican la coherencia entre la ideología y la gestión con el plan de gobierno, el Modelo Económico Social Comunitario Producto y los preceptos del Vivir Bien.
AEP